La política de planificación de nacimientos de China ha demostrado tener cierta efectividad en el control del crecimiento poblacional de la nación más populosa del planeta, pero continúa incrementando las interrogantes respecto de los derechos humanos de quienes se oponen a la forma en que dicha política es implementada.
La población de China alcanza actualmente a 1.300 millones de habitantes, pero los analistas dicen que podría haber llegado a 1.600 millones sin la política de control de la natalidad.
La política plantea una restricción en general para las parejas de las áreas urbanas, para que tengan un solo hijo.
Los pobladores rurales, los musulmanes y otras minorías étnicas pueden tener 2 o 3 hijos.
Por su parte, los críticos dicen que la política es aplicada de un modo irregular y muchas veces resulta en abusos.
También sostienen que los municipios deciden como hacer cumplir las reglas y que autoridades locales han forzado a las mujeres a tener abortos si quedan embarazadas más veces que las autorizadas.
Muchas familias han optado por tener un solo hijo varón, lo cual ha creado una disparidad que se expresa en niveles de 117 niños por cada 100 niñas.