No soy ningún erudito de la pintura o de la escultura, pero tampoco soy un ignorante. Por eso siempre me han interesado las exposiciones de arte, en especial las de arte moderno, con obras nuevas que nunca has visto en un libro o que no te han enseñado en la escuela.
Artomatic es una de esas exposiciones y más. O al menos eso es lo que la descripción muestra: Artomatic es un festival de arte en Washington DC de duración de un mes y entrada gratuita. En nueve plantas la exposición alberga obras de más de 1000 artistas visuales y 600 actores.
Con esa premisa, fui a la estación del metro para tomar la línea verde que lleva hasta la parada de Navy Yard, justo debajo del edificio de Artomatic, para verlo con mis propios ojos. Una vez en la estación, tomé la salida del National Ball Park.
Al entrar al edificio me dio la impresión de estar entrando en un hospital: paredes blancas y suelo limpiado cuidadosamente.
Las asistentas en la entrada me recomendaron dirigirme a la quinta planta, y así lo hice. Me metí al ascensor y nada más llegar al 5º piso la impresión de hospital desapareció para ser reemplazada por un caos único.
Pero no caos en el mal sentido de la palabra, sino un caos de mundos distintos: la planta estaba repleta de paneles ocupados por las obras de artistas individuales. Colecciones de pinturas, esculturas, murales, fotografías e incluso videos en pantallas de televisión. Cada panel tenía una temática o estilo uniforme distinto al panel a su lado, convirtiendo cada espacio en “el mundo personal del artista”.
Decidí perderme un poco entre esos mundos, dar una vuelta y ver cada uno de los paneles. Al cabo de unos minutos me di cuenta de que eso sería imposible. Cada vez que entraba a un nuevo pasillo había algo original y llamativo que me distraía de lo demás y me obligaba a saltarme el orden de visita que seguía.
El primero de estos fue un conjunto de cuatro pantallas de televisión. Al principio pensé que sería un simple video promocional. Sin embargo al poco tiempo vi que cada pantalla mostraba una serie de tomas de cosas cíclicas: unas escaleras mecánicas en movimiento vistas desde ángulos torcidos o incluso un tiovivo en las ferias.
Unos minutos más tarde tuve la ocasión de hablar con Verónica Szalus, la presidenta de Artomatic. Para ella el objetivo de la exposición es poner el foco sobre una comunidad de artistas de todas las variedades, que haya algo para cada uno de los visitantes y que les haga pensar en el arte.
Pero incluso Verónica reconoce que la exposición es demasiado grande para ella: “como es de esperar me gustaría poder ver todas las secciones de cada uno de los artistas, y eso podría llevar incluso un piso por semana”. Los artistas provienen en su mayor parte de Washington DC, aunque también los hay de otros estados o incluso del extranjero.
“De todos los extranjeros tenemos un mayor afluente desde el Reino Unido, con 37 artistas en su mayor parte de Sunderland”, comentó Verónica.
Pero sin duda alguna lo que más me interesó fue una sección titulada “Eliot’s Lunch Bags”. En ella había colgadas de la pared una serie de bolsas marrones de comida, cada una con un dibujo sencillo y cómico.
Su historia es única, para mantener a sus hijos interesados en él después de su divorcio, el artista Eeshan Melder decidió dibujar cada día algo en la bolsa de comida para que las llevaran a la escuela.
Varias horas más tarde por fin completé mi visita por la 5ª planta. ¡Y todavía quedaban otras ocho por ver! Y por supuesto no todo es más de lo mismo: en otras plantas se realizan exposiciones de cine, actuaciones teatrales, conciertos e incluso arquitectura.
La exposición de Artomatic se mantiene abierta hasta el domingo 5 de julio. Personalmente, si vive en Washington, le recomiendo realizar una visita. Merece la pena perderse por los mundos de cada artista durante un día.