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Arzobispo chileno se defiende al comenzar cumbre papal


Miembros de la Conferencia de Obispos de Chile Luis Fernando Ramos Pérez, izquierda, y Juan Ignacio González, se reúnen con periodistas en el Vaticano el lunes, un día antes de iniciar la cumbre papal.
Miembros de la Conferencia de Obispos de Chile Luis Fernando Ramos Pérez, izquierda, y Juan Ignacio González, se reúnen con periodistas en el Vaticano el lunes, un día antes de iniciar la cumbre papal.

El arzobispo retirado de Santiago negó el martes que haya encubierto al sacerdote depredador más conocido de Chile, pero reconoció que la popularidad del cura y su habilidad para atraer seminaristas afectó sus decisiones.

El cardenal Javier Errázuriz escribió una carta el 10 de mayo a sus colegas de la jerarquía eclesiástica chilena en la que defendió su manejo del escándalo de abusos sexuales y encubrimiento.

Ese escándalo es la causa de una reunión de emergencia del papa Francisco con 34 obispos que comienza el martes. Su objetivo es elaborar una estrategia para recuperarse de la crisis que ha desacreditado a la iglesia chilena y manchado la reputación del propio Francisco.

En la carta, obtenida por The Associated Press, Errázuriz insiste que se atuvo a la ley canónica al esperar más de cinco años antes de empezar a investigar al reverendo Fernando Karadima.

Inició el proceso apenas en 2009, después de recibir una tercera queja de un joven parroquiano de Karadima.
Errázuriz escribió que había sido "difícil" alcanzar el estándar requerido por el Vaticano de estar convencido de que la denuncia era "al menos verosímil" dada la popularidad de Karadima.

"Se acusaba a un sacerdote de gran convocatoria pastoral, cuya predicación había enriquecido a más de treinta jóvenes que habían sido ordenados sacerdotes, y a cuatro sacerdotes que habían sido consagrados Obispos", escribió Errázuriz.

"Además se acusaba a un sacerdote que inspiraba una asociación formada por jóvenes y presbíteros que propagaban su fama".
Si bien desde hace tiempo las víctimas de abuso sexual acusan al Vaticano y la jerarquía católica de proteger a los curas depredadores -en particular a los que atraen nuevas vocaciones y donaciones-, es inusual que un obispo reconozca francamente que tuvo en cuenta esas consideraciones al decidir si creía o no en una denuncia.

Las víctimas de Karadima han acusado a Errázuriz de encubrir sus denuncias para proteger a un sacerdote que gozaba de los favores de los católicos conservadores y la jerarquía. Reiteraron sus acusaciones semanas atrás, al cabo de cuatro días de reuniones con Francisco, quien dio un viraje de 180 grados después de desacreditar inicialmente a las víctimas.

Además de la demora en iniciar la investigación, los sobrevivientes destacan una carta de Errázuriz en 2006, tras recibir las primeras denuncias, en la cual asegura a Karadima que no se lo castigaba al trasladarlo de su parroquia y sugerirle argumentos para explicar su partida a sus feligreses.

Posteriormente el Vaticano condenó a Karadima a llevar una vida de penitencia y oración por sus crímenes sexuales.

Las víctimas demandaron a la arquidiócesis de Santiago por un presunto encubrimiento en 2013, pero el fallo les fue adverso. La apelación está pendiente.
En su carta, Errázuriz dijo que una vez iniciada la investigación que se levantara la prescripción de los hechos "considerando (la) gravedad" de las acusaciones.

"Es claro que no hubo de mi parte ni delito, ni crimen, ni encubrimiento alguno", escribió el prelado. Dijo que quería dejar en claro los hechos -como le exhortaron personas a las que no identifica- porque "durante las últimas semanas se me ha difamado públicamente y en repetidas oportunidades, tildándome de encubridor, delincuente, criminal y persona despreciable".

Errázuriz dijo que si tuviera que repetir un proceso semejante, no confiaría la investigación a otros, ya que ello lo distanció de las víctimas.
"La distancia ocasionó en las víctimas un dolor inmerecido que no tuve la intención de causar", escribió. "Lamento profundamente que esa herida aún no haya sanado".

Errázuriz se encuentra en Roma para las reuniones con Francisco, así como tres obispos formados por Karadima a los que previsiblemente se les pedirá la renuncia. Las víctimas dicen que presenciaron e hicieron caso omiso a los abusos, acusación que ellos rechazan.

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