Días antes de las elecciones de alto nivel en Florida, hogar de muchos inmigrantes de la región, el asesor de seguridad nacional de EE.UU., John Bolton, hablará en el Freedom Tower, un edificio donde los refugiados cubanos fueron recibidos en la década de 1960, después de abandonar la isla controlada por los comunistas.
Casi 2 millones de venezolanos han huido desde 2015, expulsados por escasez de alimentos y medicamentos, hiperinflación y delitos violentos. Miles se han dirigido al sur de la Florida.
El discurso de Bolton tendrá lugar un día después de que Trump haga campaña en Florida para los candidatos republicanos en las apretadas elecciones del Senado y la gobernación en las elecciones del 6 de noviembre, y un día antes de que el expresidente Barack Obama se reúna con demócratas en Miami.
Se espera que Bolton sea presentado por la legisladora republicana de larga data Ileana Ros-Lehtinen, quien ha anunciado su retiro del Congreso. Ros-Lehtinen, la primera cubana-estadounidense electa al Congreso, ha criticado a Trump, pero ha apoyado la línea dura que ha tomado hacia Cuba.
Trump ha revertido partes de la distensión iniciada por Obama en 2014 con Cuba, endureciendo las reglas sobre los estadounidenses que viajan a la isla y restringiendo a las compañías estadounidenses de hacer negocios allí. Pero Trump ha mantenido las relaciones diplomáticas restablecidas bajo Obama con el antiguo enemigo de la Guerra Fría.
El mes pasado, el presidente vinculó el colapso económico de Venezuela con "sus patrocinadores cubanos" en un discurso ante las Naciones Unidas, y se espera que Bolton explique este tema, indicó un funcionario de la administración a principios de este mes.
El gobierno de Trump planea aumentar la presión económica sobre los servicios militares y de inteligencia de Cuba, comentó el funcionario.
La Casa Blanca también quiere aumentar la presión sobre Venezuela. El lunes, el secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo discutió trabajar sobre el tema con el nuevo presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro.
El gobierno estadounidense ha impuesto varias rondas de sanciones a figuras militares y políticas venezolanas cercanas al presidente socialista Nicolás Maduro, a quien culpa por pisotear los derechos humanos y desencadenar la implosión económica del país.
Maduro, quien niega limitar las libertades políticas, dijo que es víctima de una "guerra económica" encabezada por adversarios respaldados por EE.UU.
A principios de este año, el gobierno de Trump había sopesado el aumento de las sanciones al apuntar al sector petrolero de Venezuela, pero ahora ve una necesidad menos inmediata de hacerlo debido a la caída de la producción por parte de la nación miembro de la OPEP.