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Escritora Rosa Montero: "La pandemia ha ayudado a que recuperemos la cultura"


“A lo largo de toda la historia de la humanidad ha prevalecido el instinto de la colaboración”, dice Rosa Montero
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“A lo largo de toda la historia de la humanidad ha prevalecido el instinto de la colaboración”, dice Rosa Montero

Rosa Montero es una de las escritoras y periodistas más polifacéticas de la cultura iberoamericana. Durante más de cinco décadas, ha documentado en miles de páginas de periódicos y libros, los rasgos más distintivos de los protagonistas de la actualidad e incontables sucesos que cambiaron el rumbo de la historia. En una entrevista con la Voz de América, Montero habla sobre la pandemia, la economía y el papel de la mujer en la sociedad de hoy en día.

VOA: Me parece que en los dos últimos meses se han marcado dos instintos humanos que todos tenemos. Y si nos vamos a los grandes pensadores, Hobbes diría: ‘¿De qué se sorprenden si el hombre es el lobo del hombre?’. Cien años después, Rousseau le diría: ‘El hombre es bueno por naturaleza, nace y la sociedad lo corrompe’. ¿Qué instinto está prevaleciendo en estos momentos?.

Rosa Montero: A lo largo de la historia de la humanidad ha prevalecido, el instinto de la colaboración, por no llamarlo de la bondad. Pero, yo creo que gana, obviamente, el instinto de la colaboración frente al instinto de depredación. Rousseau no acierta al cien por cien porque también hay una parte de depredación en el ser humano, pero evidentemente gana por goleada y no solo en el ser humano, sino en todos los seres vivos. Hay muchas más estrategias de supervivencia por colaboración que por depredación.

De hecho, la frase ‘El hombre es un lobo para el hombre’ es una estupidez etológicamente hablando porque ojalá fuéramos lobos para nosotros mismos. Los lobos son unos animales sociales que cuidan sus ancianos, que cuidan de sus enfermos, que traen comida y regurgitan para el lobo que se ha roto una pata. Es decir, son absolutamente maravillosos como compañeros de vida. Eso de que en el mundo natural es terrible y que el pez grande se come al chico es simplemente falso.

Hay muchas más estrategias de conservación por medio de la colaboración que de la depredación. Eso es por lo que, además, nos sorprenden tanto y nos aterran tanto las historias horribles. Si estuvieran en nuestra verdadera mente, formara una parte básica de nuestra constitución, de nuestra estructura, entonces no nos chocaría tanto.

Kant se asombraba de que, de repente, en las guerras, un soldado fuerte, hambriento y pobre no matara sistemáticamente a todas las ancianas, niños y gente más débil que encontrara en el camino para robarle. Que no fuera sistemática esa acción de todo soldado a él le chocaba mucho y de ahí extrajo el imperativo moral categórico que él dice que tenemos. Yo también lo creo y que es el que ha movido en realidad la humanidad a lo largo de la historia y que él atribuía a una cosa ética y que yo mas bien atribuyo a una organización de los genes para perpetuarse. Es que es más útil la colaboración que la depredación.

VOA: Realizar una bibliografía sobre tu obra es embarcarse en un viaje de novelas, relatos infantiles, crónicas y textos periodísticos de alto calibre. ¿Cuáles han sido los grandes hallazgos entre estos laberintos de letras por los cuales nos llevas?

Rosa Montero: ¿Mis grandes hallazgos?. Son todos. Es decir, escribir es una manera de vivir. Como casi todos los novelistas, yo he empezado a escribir cuando era niña. Leía una entrevista de J.K. Rowling que decía que su primera novela la había escrito a los seis años y era de un conejito que hablaba. Mis primeros cuentos los escribí con cinco años y era de unas ratitas que hablaban. Nos da a todos por roedores parlantes, no sé si tiene un significado psicológico o psicoanalítico, pero desde que me recuerdo como persona me recuerdo escribiendo y es mi manera de estar en el mundo. Y escribir es una manera de vivir especialmente poderosa, entonces aprendes mucho. Es un camino que, además cada paso te lleva al siguiente. Y más aún si una novela o un libro que escribes no te enseña algo, es que ese libro está mal hecho.

VOA: A lo largo de tu obra, queda clara esa obsesión por el paso del tiempo y con la muerte una consciencia aguda sobre tu propia mortalidad, que yo diría que la mayoría de las personas no tenemos y por eso nos permitimos muchas veces actuar de maneras absurdas. ¿Te parece que esta relación que tu tienes con tu propia finitud te ha dado la oportunidad de darle más valor al instante?.

Rosa Montero: Absolutamente. Tengo la teoría de que todos los escritores, los narradores, estamos más obsesionados por la muerte que la media de los humanos, que nos es más difícil olvidarnos de que somos mortales. El ser humano vive olvidado de que es mortal, como si fuera eterno. Y yo creo que hay una serie de personas a las que nos cuesta más. Pero, entre los novelistas, como has señalado, yo soy de las más existencialistas, de las más obsesionadas por la muerte.

Eso fue desde pequeña. Yo tenía diez años y ya pensaba: ‘Rosita, mira qué tarde tan bonita. Disfrútala porque enseguida habrá pasado el tiempo y estarás en la cama, durmiendo, y mañana estarás en el colegio, pasará el tiempo y serás mayor. Habrá pasado más tiempo, se habrán muerto tus padres y pasará más tiempo y te habrás muerto tú’. Y eso lo pensaba con diez años. Cuando eres muy consciente del paso del tiempo y eres muy consciente de lo fugitivo de los momentos hermosos y de lo consciente de la muerte, también eres muy consciente de la vida. Si estás muy lleno de muerte, estás muy lleno de vida. Así que yo siempre soy una disfrutona, tengo la suerte de poseer el don de la alegría. Que no tiene que ver con la felicidad, tiene que ver con esa capacidad casi animal, la capacidad que tienen mis perras, de disfrutar con las cosas que tienen. Cuando salgo a la calle y veo el Sol digo: ‘¡Qué día tan bonito!’. Pero al día siguiente salgo y está lloviendo y digo: ‘¡Qué bonito día, qué bonita la lluvia!’. Decía John Lennon que la vida es eso que sucede mientras nosotros nos ocupamos de otra cosa. Pues a mí me es difícil ocuparme de otra cosa, soy muy consciente de que estoy viva. De ese milagro de estar viva.

VOA: Has consagrado tu vida a las letras, estas criaturas que permiten contar realidades, ficción, emoción, sentimientos. ¿Dónde habitan los personajes más oscuros?.

Rosa Montero: Pues también dentro de mí. Como decía el romano Terencio, nada de lo humano me es ajeno. Nada de lo humano nos es ajeno. Dentro de nosotros, están todas las posibilidades del ser y eso es fascinante. Primero para escoger tu vida: de niños y adolescentes somos libros abiertos, y realmente tenemos miles de posibilidades en nuestro futuro que uno más o menos escoge, dentro de que todos somos sujetos del azar.

Tú no puedes dominar tu vida. Con la pandemia, no dominamos la vida evidentemente. Pero sí podemos controlar la manera en que respondemos a lo que nos sucede. No podemos controlar lo que nos sucede, pero sí nuestra respuesta a lo que nos sucede y ahí nos vamos haciendo la vida.

Entonces, puedes escoger una respuesta más blanca, más tétrica, más malvada, más generosa. Puedes escoger aprender o puedes esconder morirte siendo un asno, que también hay gente que lo escogen. Entonces, pues están ahí. Los personajes oscuros están ahí y es lo maravilloso de ser novelista: siempre digo que es una autorización de la esquizofrenia. Siempre puedes vivir dentro de todas esas otras vidas, explorar un poco los extremos del ser, esas otras maneras de estar en el mundo.

VOA: Hablando de la pandemia, estamos viviendo arenas movedizas desde el punto de vista social, económico y de salud. Esta situación, me parece que ha exacerbado esa batalla entre el Darwin y el Dow Jones, hemos visto como un gran número de gobernantes de distintos países minimizaron la crisis y antepusieron objetivos de imagen, políticos, en lugar de proteger ese valor supremo que debería ser la vida humana. ¿Qué reflexión te deja esta disyuntiva?.

Rosa Montero: Hay una gradación de respuestas que van desde las más estúpidas, las más cerradas, las más egoístas, las más tremendas. Me estoy acordando todavía de Boris Johnson cuando luego enfermó él, pero en un principio de la crisis decía que se infectara la gente y que si se morían los ancianos es que quitaba peso a la seguridad social. Luego comprendió la burrada que estaba haciendo. O sea que hay una gradación de respuestas que, por cierto, dentro de las mejores respuestas a la pandemia han sido en los ocho países gobernados por mujeres. Que las mujeres gestionamos muy bien la cosa pública. Han ganado las mujeres por goleada en la reacción ante la pandemia.

Pero fuera de eso, también hay que decir que no se sabía nada. Que no sabíamos nada y que no sabemos nada todavía. Se ha equivocado todo el mundo, se ha equivocado la OMS (Organización Mundial de la Salud), se han equivocado los científicos una y otra vez, cada día están diciendo una cosa distinta porque no sabíamos nada. Era muy difícil al principio darle el lugar que realmente luego adquirió. Porque darte cuenta que hemos tenido varias crisis de estas pasadas, que luego quedaron en nada, como la de la gripe A, que los gobiernos compraron 15 millones de dosis de vacunas para luego tirarlas. Y cosas así. A toro pasado, como decimos en España, es muy fácil decir: ‘¡Qué metedura de pata!’. En el momento era muy difícil, de ahí el increíble mérito y la increíble perspicacia de estas ocho dirigentes mujeres que lo han hecho excepcionalmente.

Y luego ha habido errores, que ojalá aprendamos, pero que son errores ya de la estructura del sistema. Por ejemplo, lo que está claro es que imposible mantener una economía mundial que solo se rige con que el único valor es la ganancia económica. Eso es completamente suicida porque lleva a que, por ejemplo, países se dediquen al monocultivo perdiendo su biodiversidad. O a que todo Occidente delegue en los países asiáticos la producción de mascarillas porque salen unos céntimos más baratas. Y eso hizo que todo Occidente, al principio cuando ya la pandemia estaba subiendo como un incendio, con los dirigentes y la OMS, dijeran que las mascarillas no eran necesarias. Y lo decían para no crear alarma social porque no tenían mascarillas. Y esto nos ha hecho perder mucho tiempo y muchas vidas. Muchas.

Ahora que ya empiezan a haber (mascarillas) ya se dice. También comprendo que mintieran, lo que no comprendo es que se haga una economía tan loca como esa. Pero comprendo que en ese momento, si tu le dices a la gente en pleno estallido de la pandemia que necesitan mascarillas y que no hay, pues te queman el país. Hay muchos errores y de diferente tipo, no solamente referente a la pandemia, muchos errores en la manera en que organizamos nuestras sociedades.

VOA: Hablando del sistema, tu libro Los tiempos del odio, por momentos parece un mapa de la actualidad, consumo desmedido, el desplome del tejido social, cambios políticos, la ruina del medio ambiente, la humanización… y en ese entorno que nos creas, le seguimos la brújula a un androide. ¿Será que hoy, a diferencia de Bruna, que sí siente que los humanos estamos actuando más como máquinas, que se nos está extraviando el sentimiento?

Rosa Montero: La verdad es que no creo que se nos esté extraviando el sentimiento. Lo que tenemos son montones de problemas, entre otros entender el mundo en el que estamos porque los últimos cambios tecnológicos han sido tan acelerados, tan enormes, tan grandes, que todavía ni siquiera sabemos que nos están haciendo esos cambios. Por ejemplo, los smartphones que llevamos cinco años con ellos, nos quitan cinco horas al día. Nos quitan cinco horas al día de nuestra vida y no nos damos cuenta de que son cinco horas porque nos comen a cachitos. Según estudios neurológicos novísimos, nos está alterando la forma y la distribución cerebral. No está cambiando la estructura del cerebro, estamos perdiendo materia gris en una zona que nos sirve para analizar la realidad y los errores que cometemos en la realidad. Estamos perdiendo capacidad de concentración y si esto está pasando en los adultos, ¿qué puede pasar con los niños?.

Te pongo esto como un ejemplo, pero hay muchísimas otras cosas. Estamos perdidos, pero no estamos perdiendo las emociones porque lo estoy viendo por todas partes. Emociones, por otro lado, desatadas. Como que estamos perdiendo la capacidad de concentración, la capacidad de análisis, la capacidad de distinguir entre error y acierto, según la pérdida de materia gris de esa zona del cerebro, pues estamos viendo emociones cada vez más vociferantes, cada vez más engañados por las fake news, cada vez con menos capacidad para reaccionar frente a ellas. Eso no es pérdida de emoción, eso son emociones elementales diría yo. Elementales que pueden llevar a enfrentamientos terribles.

VOA: Hablando de esa sobredosis informática, Borges hablaba de los libros como una especie de hervideros de magia que había que abrir para poder liberar su poder. Cada día se lee menos y por momentos la cultura se diluye, ¿cómo crees que terminará esta historia?.

Rosa Montero: Eso de que cada vez se lee menos ha sido mentira hasta hace cinco años. La lectura siempre ha sido minoritaria y la minoría de lectores, ahora, era más grande que nunca. En todos los países ha ido creciendo constantemente la lectura y el número de lectores. Este crecimiento histórico se rompió y se rompió, según mi pensamiento, por los smartphones. Porque cuando tienes cinco horas al día, estás colgado a los smartphones no tienes tiempo para tu ocio, no tienes tiempo para otras cosas.

Yo uso mucho el metro en Madrid y hace cinco años casi toda la gente iba leyendo. Ahora vas en el metro y casi todo el mundo va chateando, ya no va leyendo. Se ha roto por primera vez en estos últimos años y yo creo que ha sido por los smartphones.

También creo que el ser humano es muy adaptativo, nos podemos adaptar, podemos aprender y podemos aprender a manejar el smartphone en vez de que el smartphone nos maneje a nosotros.

La pandemia ha ayudado a que recuperemos la cultura, a que le demos más valor, ha ayudado a leer otra vez, también hemos estado muy conectados, pero creo que ha dejado muy clara a la gente lo importante que es la cultura que, a veces, se les ha olvidado.

VOA: Has entrevistado desde Yasser Arafat a Julio Cortázar, ¿Hay alguno que recuerdes con frecuencia?

Rosa Montero: Con frecuencia no. He hecho casi 2,000 entrevistas, pero cuando me preguntan cuál es mi preferido digo que me encantó entrevistar a Paul McCartney porque cuando tenía 12 años estaba enamorada de él. Cuando lo entrevisté ya tenía como 50 y más que envejecer se ha derretido. Pero seguía siendo un tío maravilloso, estaba lindísimo, encantador. Luego me encantó entrevistar a Muhammad Yunus, el inventor del microcrédito, el economista bengalí que fue el inventor del microcrédito y que le dieron el Premio Nobel de la Paz, muy mal dado porque le tendrían que haber dado el Premio Nobel de Economía y me pareció una de esas grandes figuras benéficas de la humanidad. Me encantó entrevistar a Malala (Yousafzai), me conmovió porque me pareció un ejemplo trágico, romántico y heroíco de estos tiempos convulsos y de la lucha por las mujeres. Fue muy bonita la entrevista.

Con la colaboración de Antoni Belchi

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