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El aumento de casos de coronavirus amenaza con el cierre de negocios del sur de Florida


Un mesero del restaurante Il Giardino habla con la dueña del negocio situado en Ocean Drive, una de las zonas más turísticas de Miami Beach, que ha vuelto a abrir tras el brote de coronavirus.
Un mesero del restaurante Il Giardino habla con la dueña del negocio situado en Ocean Drive, una de las zonas más turísticas de Miami Beach, que ha vuelto a abrir tras el brote de coronavirus.

El Departamento de Salud de la Florida ha confirmado 6.563 nuevos casos en las últimas horas en todo el estado. En total, ya se han contabilizado 158.997 contagios y las autoridades sanitarias advierten que lo peor podría estar por llegar en los próximos días.

La situación podría ser más crítica en el sur, donde se están registrando más positivos de COVID-19. Los funcionarios de salud ya lo habían alertado: la reapertura de la economía, la relajación de las medidas y el incumplimiento de las reglas, como llevar mascarilla y mantener la distancia social, eran factores determinantes para que hubiera un rebrote.

Las autoridades no están utilizando ese término, aunque ya han mostrado su preocupación por el incremento de casos, porque ahora se están dando a un ritmo mucho más rápido que cuando se ordenó el cierre de los negocios y se pidió a toda la población que se quedara en casa.

Preocupación entre médicos y enfermeros

Los trabajadores de salud en los hospitales están preocupados. Algunas voces, como las de la Dra. Nuria Lawson, que trabaja en el hospital Palmetto de Miami, alertan que algunos centros médicos están llegando al límite de su capacidad y que, en pocos días, se podría llegar a una situación de colapso.

“Ha primado más la economía que la salud. Había muchas presiones para reabrir los negocios, pero lo cierto es que no hay tratamiento ni vacuna efectiva en estos momentos, por lo que considero que es bastante peligroso”, dijo la facultativa en declaraciones a la Voz de América.

El hospital más importante solo atenderá urgencias

El hospital Jackson, uno de los más grandes de todo el estado, ya ha anunciado que a partir del próximo lunes no se van a atender intervenciones que no sean de emergencia. El objetivo es asegurar camas para los pacientes que requieran asistencia de urgencia, especialmente los de COVID-19, que se han “duplicado” en una semana.

“A medida que el Sistema Sanitario Jackson continúa viendo un incremento de los pacientes con COVID-19 siendo admitidos en nuestros hospitales, limitaremos las cirugías y los procedimientos a los casos de emergencia a partir de lunes 6 de julio”, indica el comunicado enviado a los medios, al tiempo que se indicaba que los directivos del hospital “han estado trabajando diligentemente para asegurar el bienestar tanto de los pacientes como de los trabajadores”.

Sin celebraciones por el 4 de julio

El alcalde de Miami Beach, Dan Gelber, ya había avisado que en esa ciudad “era muy difícil cumplir con el distanciamiento social”, principalmente por la presencia de turistas en busca de sol, la playa y fiestas.

Con la llegada del fin de semana del 4 de julio, muchos tenían previsto pasar estos días en las playas del sur de la Florida. Sin embargo, el gobierno del condado de Miami-Dade notificó que las playas estarán cerradas desde el 3 de julio al 7 de julio, al igual que los parques. ¿Con qué intención? Evitar las multitudes de personas en las calles.

Es la misma decisión que han tomado los otros alcaldes de los condados de Monroe, Broward y Palm Beach, también en el sur de la Florida, ante la posibilidad de que llegaran multitudes a esas playas.

En Miami Beach las tiendas de licores solo podrán abrir hasta las 8:00 pm y los restaurantes hasta las 12.00 pm. Entre las 12.30 am y las 5 am, habrá un toque de queda y nadie podrá estar en la calle.

Además, Miami-Dade y Broward también han puesto en marcha una norma que obliga a toda la población a llevar mascarilla en los lugares públicos, incluso si uno pasea por la calle. Una medida, que según señalan fuentes de la administración condal a la VOA, se ha tomado teniendo en cuenta las recomendaciones del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés).

Por lo tanto, parece que será un fin de semana del 4 de julio bastante atípico: Sin fiestas ni celebraciones, al menos en lugares públicos.

Y es que las autoridades creen que si no se evitan las congregaciones, el número de contagios se podría disparar aún más, por lo que la crisis sanitaria se agudizaría y los hospitales podrían no dar abasto.

Mientras tanto, algunos turistas siguen apurando las horas en Miami Beach. En Ocean Drive, la avenida más emblemática de South Beach, continúan llegando visitantes, la mayoría procedentes de otros puntos de Florida.

“Había reservado el hotel y pensaba que con esto de la nueva normalidad no habría problema, pero justo acabo de enterarme que habrá restricciones de nuevo y que las playas estarán cerradas”, lamentó María, una joven puertorriqueña que vive cerca de Orlando y que había manejado durante 4 horas para pasar el fin de semana con unos amigos.

Juan Hernando, un mesero que desde hace 2 semanas empezó a trabajar de nuevo, teme que un rebrote se convierta en otro duro golpe para el turismo y la economía en el sur de la Florida.

“Nos libramos del primer brote, pero parece que esto está descontrolado. Cada día hay más casos y tengo miedo de volverme a quedar sin trabajo”, expresó el hombre, que ha estado casi tres meses sin empleo.

Pero las autoridades ya han aclarado que su intención es implementar restricciones sin tener que cerrar negocios. Sin embargo, se está comprobando que, pese a eso, los números siguen creciendo.

La semana pasada obligaron a cerrar de nuevo los bares del resto de Florida, así que la amenaza de clausura de más negocios podría acabar siendo una realidad. Todo dependerá de cómo se mueva la curva de contagios en este estado.

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