Tras un bombardeo ruso, un hombre perdió parte de su pierna y permaneció aturdido en una camilla mientras algunos civiles ayudaban a un paramédico a llevarlo para que fuera atendido.
Otro se encontraba en una banca del parque, con una correa ceñida a su pierna por encima de una gran herida ensangrentada.
En un hospital, los vendajes envuelven el hombro de una mujer que fue operada de las heridas producidas por el bombardeo de su pueblo.
La llegada de la Pascua ortodoxa oriental esta semana no trajo una tregua a la guerra en Ucrania, tras 60 días de invasión rusa, y el dolor y el sufrimiento siguen grabados en los rostros de los heridos, de los afligidos y de los que temen lo que puede estar por venir.
En la localidad de Irpín, en las afueras de Kiev, un sepulturero removía la tierra del suelo alrededor de otros cientos de tumbas nuevas adornadas con flores y fotos de los fallecidos.
En el pueblo de Ozera, dos mujeres se abrazan en la calle durante el funeral del marido de una de ellas. El hombre fue detenido en su casa por soldados rusos el mes pasado y después fue encontrado muerto a tiros a kilómetros de distancia.
En una iglesia situada en la cercana Bucha, donde salieron a la luz evidencias de torturas y asesinatos en serie tras la salida de las fuerzas rusas a principios de este mes, una mujer lloró desconsoladamente durante el servicio religioso del domingo de Pascua.
Y en Cherníhiv, un bombero tomó una pausa para sentarse en el columpio de un niño y contemplar los escombros de un edificio destruido por una bomba rusa.
También había señales de un pueblo que se prepara para más, en especial en el devastado este de Ucrania, después de que Moscú reorientara su campaña militar en esa zona.
En un hospital de Kramatorsk, los trabajadores clavaron la radiografía de un paciente sobre las decenas de sacos de arena que cubren una ventana para protegerse de los bombardeos.
En la región de Donetsk, un militar ucraniano hace una mueca mientras entra en un tanque para realizar tareas de mantenimiento.
Y en Pokrovsk, también en el este, el personal de emergencia intentaba subir a una mujer discapacitada a un tren para evacuarla a una zona del país que se espera sea más segura.