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Identifican más muertos en la peor tragedia de migrantes en el Mediterráneo


Cristina Cattaneo y su equipo forense examinan muestras en una base de la OTAN en Melilli, Sicilia, donde intentan identificar a las 1.100 personas que se cree que murieron cuando un barco migratorio se hundió frente a las costas de Italia en 2015.
Cristina Cattaneo y su equipo forense examinan muestras en una base de la OTAN en Melilli, Sicilia, donde intentan identificar a las 1.100 personas que se cree que murieron cuando un barco migratorio se hundió frente a las costas de Italia en 2015.

Los esfuerzos por identificar a las víctimas de la peor tragedia de migrantes en el Mediterráneo revelaron en cambio que el desastre fue peor de lo que se pensaba.

Uno de los dos investigadores principales, el antropólogo forense peruano José Pablo Baraybar, del Comité Internacional de la Cruz Roja, se puso en contacto con familiares de las víctimas y sobrevivientes en África y confirmó que el barco que se hundió el 18 de abril del 2015 no transportaba 800 personas, como se creía, sino tal vez 1.100.

La desaparición de 300 personas sin que haya habido repercusiones refleja el drama oculto de las migraciones de gente pobre y desesperada. En momentos en que las migraciones globales registran niveles récord, la Associated Press comprobó en un recuento exclusivo que al menos 62.284 migrantes murieron o desaparecieron en todo el mundo desde el 2014. Eso es más del doble del único recuento oficial que hay, hecho por la Organización Internacional de Migraciones de las Naciones Unidas.

La noticia de que hubo otros 300 muertos hace que resulte más difícil cumplir la promesa que hizo Italia de identificar todos los perecidos, especialmente ahora que Europa le da la espalda a los migrantes.

Cuando se hundió el barco, el primer ministro Matteo Renzi comprometió a Italia a identificar a todos los migrantes fallecidos. Fue un “corto período de luz”, dijo la jefa de forenses de Italia Cristina Cattaneo.

El clima político cambió desde entonces en Europa. En Italia, y en otras partes, ya no hay voluntad para apoyar a los sobrevivientes, y menos a los que perecieron.

Cattaneo trabaja en el caso sin cobrar en su laboratorio de una universidad de Milán. Su colega Baraybar reúne muestras de ADN de posibles familiares en África. Entre los dos tratan de determinar exactamente quién falleció en lo que los italianos describen ahora como el peschereccio, o barco pesquero.

Los migrantes del Peschereccio provenían de una veintena de países, incluso desde Irak y desde el extremo occidental de Mauritania, según la información recabada por los dos investigadores, recuentos de los sobrevivientes, documentos del gobierno italiano y familias que temen que sus seres queridos estén entre las víctimas.

La nave recargada había cubierto 77 millas náuticas cuando comenzó a hundirse.

Se sacaron 24 cadáveres del agua y fueron dejados en la vecina Malta. Pero Malta no aceptó a 28 sobrevivientes, que la Guardia Costera italiana llevó a Catania, en Sicilia. La nave llegó a destino en el medio de la noche y numerosos voluntarios tiraron flores y asistieron a los sobrevivientes.

En un libro que acaba de publicar, Cattaneo describió “una alfombra humana de siluetas que iba más allá de la zona de bodegas... casi boca abajo, algunos en posición fetal, muchos hinchados y podridos”.

El gobierno italiano contabilizó 547 víctimas, más 325 cráneos que Cattaneo conserva en su laboratorio para seguir examinándolos.

Cuando llegó la hora de encontrar a las familias, Italia llamó a Baraybar. Hombre intenso con ojos enormes que observan detrás de espejuelos, el forense peruano empezó con los nombres de 27 jóvenes de Mauritania cuyas familias habían denunciado ante la Cruz Roja su desaparición en abril del 2015.

“No puedes contarles cualquier historia y no puedes darles una idea falsa de lo que haces. No estás allí para entregarles un cadáver en una bolsa ni para darles dinero”, dijo Baraybar.

Durante un viaje a Mauritania, los 27 nombres iniciales depararon otros 40 que había que tratar de identificar a partir de las muestras de ADN que tenía Cattaneo en Italia.

Acto seguido el experto peruano viajó a Senegal, donde confirmó que el saldo de muertos era más alto tras hablar con gente que tenía conocimiento directo de la forma en que se llenó el barco.

Después de casi cuatro años, Cattaneo y Baraybar están cerca de su primera identificación, con cientos más por delante.

Baraybar sabe más acerca de cómo operan estas redes, de las rutas que toman los migrantes y más de cómo rastrear los muertos. Igual que Cattaneo, sigue empeñado en identificar a los migrantes del peschereccio hundido.

“Las familias son importantes”, manifestó. “No saber (lo que pasó) te mata”.

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