La huelga que desde el lunes llevan a cabo alrededor de 29 mil maestros en Chicago podría transformarse en una pesadilla para las aspiraciones de reelección este año del presidente Barack Obama porque el paro ha puesto frente a frente a dos aliados suyos, los sindicatos y el alcalde de la ciudad y exjefe de su gabinete, Rahm Emanuel.
El propio presidente saltó a la política en esa ciudad y uno de sus actuales integrantes de gabinete, el secretario de Educación, Arne Duncan, dirigió escuelas en Chicago y en esta oportunidad también él respalda las medidas adoptadas por el sistema de enseñanza pública que han desencadenado la huelga magisterial.
Aunque tanto Obama como su contrincante republicano Mitt Romney están haciendo campaña de lleno para atraerse el voto de los electores independientes, a menos de dos meses de los comicios presidenciales los demócratas no pueden darse el lujo de defraudar a los sindicatos que les sirven de poderoso sostén.
El alcalde Emanuel dijo que los sindicatos habían ido innecesariamente a la huelga, la primera de maestros en 25 años en la ciudad , lo que acentuó la preocupación entre contribuyentes de fondos y simpatizantes demócratas de que la actitud del gremio pueda tener un efecto negativo sobre la imagen del presidente.
Según expertos, Obama no puede prescindir del apoyo de los sindicatos en estados como Wisconsin, Michigan y Ohio, donde las elecciones se vislumbran bastante cerradas con su rival republicano.
La Casa Blanca indicó por conducto de su portavoz, Jay Carney, que el presidente estaba al corriente de los acontecimientos en Chicago, y su principal preocupación –dijo—“es por los estudiantes y familias que se ven afectadas”.
El primer revés para Obama es que el alcalde Emanuel ha tenido que dedicarse por entero a lidiar con la huelga en momentos en que su papel es clave en la maquinaria de recaudación de fondos electorales para la campaña de reelección del presidente.
El propio presidente saltó a la política en esa ciudad y uno de sus actuales integrantes de gabinete, el secretario de Educación, Arne Duncan, dirigió escuelas en Chicago y en esta oportunidad también él respalda las medidas adoptadas por el sistema de enseñanza pública que han desencadenado la huelga magisterial.
Aunque tanto Obama como su contrincante republicano Mitt Romney están haciendo campaña de lleno para atraerse el voto de los electores independientes, a menos de dos meses de los comicios presidenciales los demócratas no pueden darse el lujo de defraudar a los sindicatos que les sirven de poderoso sostén.
El alcalde Emanuel dijo que los sindicatos habían ido innecesariamente a la huelga, la primera de maestros en 25 años en la ciudad , lo que acentuó la preocupación entre contribuyentes de fondos y simpatizantes demócratas de que la actitud del gremio pueda tener un efecto negativo sobre la imagen del presidente.
Según expertos, Obama no puede prescindir del apoyo de los sindicatos en estados como Wisconsin, Michigan y Ohio, donde las elecciones se vislumbran bastante cerradas con su rival republicano.
La Casa Blanca indicó por conducto de su portavoz, Jay Carney, que el presidente estaba al corriente de los acontecimientos en Chicago, y su principal preocupación –dijo—“es por los estudiantes y familias que se ven afectadas”.
El primer revés para Obama es que el alcalde Emanuel ha tenido que dedicarse por entero a lidiar con la huelga en momentos en que su papel es clave en la maquinaria de recaudación de fondos electorales para la campaña de reelección del presidente.
