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Papa Francisco dedica Viernes Santo a víctimas de tráfico humano


La monja italiana Eugenia Bonetti, quien se dedica a rescatar a migrantes y mujeres obligadas por traficantes de personas a prostituirse, compuso las meditaciones de Viernes Santo.
La monja italiana Eugenia Bonetti, quien se dedica a rescatar a migrantes y mujeres obligadas por traficantes de personas a prostituirse, compuso las meditaciones de Viernes Santo.

El papa Francisco dedica el servicio de Viernes Santo a las víctimas del tráfico de personas, un tema que dominará este año el ritual que recrea la crucifixión de Jesús en el Coliseo de Roma previo a la Pascua.

Roma se alistaba temprano para la procesión del Vía Crucis que lidera Francisco. Miles de peregrinos y turistas asisten cada año a la celebración católica.

Las meditaciones de este año, que se leerán en voz alta durante la procesión, fueron compuestas por la monja italiana Eugenia Bonetti, quien trabaja para rescatar a los migrantes y mujeres obligadas a prostituirse por traficantes de personas en las calles de Italia.

Bonetti es una reconocida activista en el tema de la trata humana.

Francisco, que lidera a los 1.300 millones de católicos romanos del mundo, suele referirse a los traficantes de migrantes como “mercaderes de carne humana” que explotan a los más desesperados para su propio beneficio.

Jueves Santo

El jueves, Su Santidad lavó y besó los pies de prisioneros en un tradicional servicio, en el que les dijo que rechacen cualquier estructura jerárquica de reclusos o la ley del más fuerte y que se ayuden mutuamente.

Sus predecesores han celebrado el tradicional rito del Jueves Santo en una de las grandes basílicas de Roma. Para dar énfasis a la ceremonia, Francisco decidió ir a sitios de confinamiento como prisiones, centros de inmigrantes y hogares de ancianos.

El jueves viajó a una prisión en la ciudad de Velletri, a unos 40 kilómetros al sur de Roma. Esta es la quinta vez que celebra el servicio, que conmemora el gesto de humildad de Jesús hacia sus apóstoles la noche anterior a su muerte.

"Esta es la regla de Jesús y la regla del evangelio. La regla de servicio, no de la dominación o de humillar a otros", dijo durante el evento.

Entre los reclusos a los que Francisco lavó los pies había nueve italianos, un brasileño, un marroquí y un marfileño.

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