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Por amor al fútbol


Cecilia Gómez y Jorge Mendoza se casaron en Uruguay un 12 de febrero sabiendo que serian una “pareja de fanáticos”.
Cecilia Gómez y Jorge Mendoza se casaron en Uruguay un 12 de febrero sabiendo que serian una “pareja de fanáticos”.

Cecilia Gómez y Jorge Mendoza son esposos, además, son amantes incontrolables del fútbol.

Se conocieron y Cupido los flechó. Pero también los enamoró su pasión mutua por el fútbol.

Cecilia Gómez y Jorge Mendoza se casaron en Uruguay un 12 de febrero de 1998 sabiendo que serian una “pareja de fanáticos” del deporte rey.

Ambos coleccionan camisetas sudadas de jugadores, almanaques usados, afiches, videos, bufandas, banderitas y banderas de su equipo favorito, el Nacional.

Son de esos que no se pierden un solo partido. Ni por televisión, ni por radio y si pueden, van al estadio.

“Ir al estadio y ver a tu equipo salir a la cancha es algo adictivo. Durante la semana ya estas pensando en ir al estadio y en mi caso es cosa de familia. Mi esposa llama y me recuerda comprar las entradas. Y en la cena hablamos de ir al estadio”, me comenta Jorge con una mirada de complicidad junto a Cecilia, su esposa.

En nuestra conversación solo veo camisetas firmadas, afiches de jugadores y hasta un control remoto con los colores de su equipo. Ellos respiran fútbol.

“Mira, nos conocimos y nos dimos cuenta que éramos fanáticos del futbol y no sé quién es más fanático, si él o yo”, apunta Cecilia.

Según su esposo, a Cecilia hay que sacarla de los camerinos, ella se vuelve “loca” cuando está en el estadio y es de esas personas que sufre si el equipo va perdiendo.

“Me hice más hincha al lado de mi esposo. Grito mucho más los goles que mi esposo y cuando perdemos me pongo muy triste”, explica Cecilia.

Cecilia no come, no quieren que le hablen, sufre y llora si pierden. Pero si ganan, esa es otra historia.

“Se va a los camerinos, grita, felicita a los jugadores y si tiene la oportunidad la vas a ver hablando con los directores técnicos”, dice Jorge en medio de una sonrisa de orgullo que no puede contener.

Esta pareja vive en un edificio que escucha sus gritos cuando ganan o pierden.

Cuando ambos hablan de fútbol se les iluminan los ojos y sus conversiones son sobre fútbol, lo mismo que sus interrupciones.

Cecilia se levanta en medio de la conversión, va al cuarto y regresa con algún objeto referente al fútbol, otra camiseta, otro afiche y muchas, pero muchas fotos.

No son muy religiosos en el diario vivir, pero se aferran a la fe cuando llega el día del partido.

Jorge es mucho más creyente y aun que no sabe si la fe funciona en el juego es de esos que le pide a Dios, a los santos y la virgen.

“He hecho pedidos para que gane mi equipo, m he comprometido con subir el cerro a pie y lo he hecho”, nos dice Jorge, mientras Cecilia lo abraza.

La casa de Cecilia y Jorge es un santuario al balompié, se respira amor y respeto como pareja, pero sin duda es un hogar de aficionados.

Al despedirme, con un beso y un abrazo, al mejor estilo uruguayo, los ladridos de un diminuto perro me despiden. “Coquito”, como se llama su mascota, sale por los pasillos vestido con una camiseta del equipo “de sus amores”, el Nacional.

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