Naciones Unidas informó este viernes que más de 235.000 civiles huyeron de sus casas en la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria, durante una campaña de ataques aéreos y de artillería respaldada por Rusia en las últimas dos semanas.
Desde el 16 de diciembre, las fuerzas del presidente sirio Bashar al Asad, con el apoyo de la fuerza aérea rusa, han intensificado sus bombardeos sobre la región, controlada por rebeldes y extremistas, a pesar de una tregua anunciada en agosto.
La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, OCHA, dijo que la mayoría de las personas han huido de la ciudad de Maarat al-Numan, de pueblos y aldeas del sur de Idlib, de la ciudad de Idlib y de campamentos a lo largo de la frontera entre Siria y Turquía.
El reporte señala que Maarat al-Numan y las áreas campestres de los alrededores “están casi vacías”.
Miles de familias también se encuentran varadas en el área temerosas de que si huyen pueden ser víctimas de los bombardeos.
Moscú y Damasco rechazan las acusaciones de bombardeos indiscriminados contra civiles, alegando que luchan contra militantes islámicos.
Los servicios de rescate y testigos afirman que muchos poblados están en ruinas y decenas de centros médicos quedaron destruidos.
El presidente estadounidense, Donald Trump, advirtió este jueves que Rusia, Siria e Irán están matando civiles en la provincia siria de Idlib y dijo que Turquía estaba trabajando duro para poner fin a la “carnicería”.
El ejército sirio dijo esta semana que había conquistado más de 300 kilómetros de territorio en el asalto para controlar Idlib y que había matado a cientos de “terroristas”.
La captura de Maarat al-Numan colocaría al ejército sirio a la entrada de un área densamente poblada en control de los rebeldes, donde se refugian millones de personas que huyeron de la guerra en otras partes de Siria.
El martes, Turquía dijo que estaba en conversaciones con Moscú para asegurar un nuevo alto el fuego en Idlib, y pidió el fin "inmediato" de los ataques.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, advirtió que su país no puede asimilar una nueva ola de refugiados sirios y que Europa podría sentir el impacto de esa migración si no se ponía fin a los bombardeos.