Los hijos y los nietos de exiliados cubanos anticastristas están viajando en número creciente a Cuba desde Estados Unidos como parte de programas creados para apoyar la reconciliación familiar y la normalización entre los dos países.
Uno de esos programas es CubaOne, inspirado en otro programa similar, Birthright Israel, que ha enviado a medio millón de jóvenes judíos a Israel desde 1999.
“Hay una nueva comunidad y una nueva cultura en Miami”, dice desde La Habana el fundador de CubaONe, Daniel Jiménez, de 34 años. “Estar aquí y escuchar lo que dicen 11 millones de cubanos en lugar de la prensa en Miami es una experiencia que todo joven cubanoestadounidense debería conocer”.
Por medio del programa, nueve personas de edad promedio de 25 años radicados en el sur de la Florida viajaron a la isla. Estuvieron en la región tabacalera de Pinar del Río y luego seis días en La Habana, donde visitaron a pequeños empresarios y artistas independientes y se alojaron en pequeñas pensiones privadas.
Regresaron sorprendidos y cambiados.
“Los jóvenes cubanoestadounidenses amamos a Cuba, pero lo expresamos de manera distinta que nuestros padres”, dijo Giacarlo Sopo, uno de los visitantes.
“Para nosotros, amar a Cuba significa ir allá para aprender sobre nuestra cultura, conocer a la familia y relacionarnos con la gente”.
Otros tuvieron experiencias similares y dijeron haber adquirido una visión más completa del país del cual solo había escuchado la versión de sus padres.
“Lo primero que diré es que, francamente, no es tan malo”, dijo una estudiante de 20 años de la Universidad de California en Berkeley, aunque claro, ni ella ni ninguno de los otros jóvenes visitantes tuvieron conocieron el comunismo de primera mano ni perdieron las propiedades y los privilegios de sus padres.
Al menos otros cuatro de los jóvenes se reunieron con familiares a los que no conocían y así, el acercamiento diplomático entre los dos países, es ahora algo más íntimo y una cuestión de familia.