EE.UU. lidera el envío de ayuda a las zonas más devastadas. Este viernes el portaaviones Georges Washington, con sus 5.000 marines, y otros siete buques estadounidenses se instalaron en las costas de las islas más golpeadas.
El gobierno de Filipinas batalla por hacer llegar agua y comida a la mayor brevedad a algunas comunidades aún desoladas por la devastación que causó el tifón que hace seis días azotó al país.
Para el viernes se confirmó la muerte de 3 mil 621 personas y la subsecretaria general de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, Valerie Amos, quien visitó las áreas más afectadas en Tacloban, calificó la situación de deprimente y urgió a acelerar el envío de suministros de emergencia.
“Espero que en las próximas 48 horas esto cambie de forma significativa. Tengo la sensación de que les hemos fallado a mucha gente”, dijo.
Por lo pronto, el portaaviones USS George Washington y otros siete buques de guerra de la VII flota estadounidense llegaron a Filipinas para prestar asistencia con 21 helicópteros y llevar suministros a zonas que quedaron aisladas tras el paso del tifón. La ONU estima que 673 mil personas perdieron sus hogares.
El portaaviones tiene capacidad para producir millón y medio de litros diarios de agua potable, y uno de los barcos del grupo, el USNS Charles Drew, ya hizo una primera entrega de alimentos y agua a los damnificados en la ciudad de Tacloban.
Mientras muchos siguen a la espera de asistencia, las autoridades y familiares empezaron a sepultar en fosas comunes a los que perecieron sin que se tenga la certeza de que todos los cuerpos han sido identificados. Muchos cadáveres yacen aún alineados en la calle o bajo los escombros.
Algunos han tenido que recurrir al saqueo para sobrevivir. Una mujer dijo no haber recibido hasta ahora nada. “Mis dos hermanos pueden morir, mi hermano mayor y mi sobrino están enfermos—señaló—¿Van a esperar a que todos enfermemos o muramos antes de hacer algo?”.
Para el viernes se confirmó la muerte de 3 mil 621 personas y la subsecretaria general de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, Valerie Amos, quien visitó las áreas más afectadas en Tacloban, calificó la situación de deprimente y urgió a acelerar el envío de suministros de emergencia.
“Espero que en las próximas 48 horas esto cambie de forma significativa. Tengo la sensación de que les hemos fallado a mucha gente”, dijo.
Por lo pronto, el portaaviones USS George Washington y otros siete buques de guerra de la VII flota estadounidense llegaron a Filipinas para prestar asistencia con 21 helicópteros y llevar suministros a zonas que quedaron aisladas tras el paso del tifón. La ONU estima que 673 mil personas perdieron sus hogares.
El portaaviones tiene capacidad para producir millón y medio de litros diarios de agua potable, y uno de los barcos del grupo, el USNS Charles Drew, ya hizo una primera entrega de alimentos y agua a los damnificados en la ciudad de Tacloban.
Mientras muchos siguen a la espera de asistencia, las autoridades y familiares empezaron a sepultar en fosas comunes a los que perecieron sin que se tenga la certeza de que todos los cuerpos han sido identificados. Muchos cadáveres yacen aún alineados en la calle o bajo los escombros.
Algunos han tenido que recurrir al saqueo para sobrevivir. Una mujer dijo no haber recibido hasta ahora nada. “Mis dos hermanos pueden morir, mi hermano mayor y mi sobrino están enfermos—señaló—¿Van a esperar a que todos enfermemos o muramos antes de hacer algo?”.