De saludo navideño poco, pero de críticas al Vaticano por su excesiva sed de poder el papa Francisco fue, como dirían los suramericanos, “prolijo”.
En su felicitación navideña a la Curia romana este martes, el papa dijo que muchos sufren de “un mal de Alzheimer espiritual”, porque se olvidan que su deber es servir a Dios, de la salvación de la historia.
Francisco advirtió que perder la memoria del encuentro con el Señor lleva a las personas a vivir en los “caprichos “personales y adorando “los ídolos que han hecho con sus propias manos”.
Francisco también se refirió a “la enfermedad de la esquizofrenia existencial, la de vivir una doble vida fruto de la hipocresía y el vacío espiritual”.
Quienes la sufren –dijo— pierden el contacto con la realidad, sumiéndose en un mundo paralelo, y pueden escudarse en sus títulos universitarios o de sus cargos. Para combatirla, el Pontífice pidió ser humildes en la fe y en las obras.
El papa también aprovecho la ocasión para pedir perdón por sus errores y los de la curia.
"No quiero concluir este encuentro sin pediros perdón por mis errores y los de mis colaboradores y también por algunos escándalos que han hecho tanto daño. ¡Perdonadme!", dijo el papa al concluir su audiencia a los empleados y sus familias.