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La cantidad de tierra dedicada al cultivo de la planta utilizada para la producción de cocaína, ha crecido a niveles históricos en Colombia, de acuerdo con un reporte del gobierno estadounidense difundido el lunes, un auge que podría poner en riesgo su cercana relación con Estados Unidos.
En el 2017, el cultivo de coca aumentó 11% hasta cubrir 209.000 hectáreas (516.450 acres), un número no visto en más de dos décadas de registros y con 10.000 millones de dólares de ofensivas antinarcóticos. Se calcula que la producción de cocaína aumentó 19% a 921 toneladas métricas.
“El mensaje del presidente Trump a Colombia es claro: el histórico crecimiento de la producción de cocaína debe revertirse”, dijo Jim Carroll, subdirector de la oficina antidrogas de la Casa Blanca.
La producción de coca en Colombia ha crecido de forma constante desde 2013, cuando empezaron las negociaciones con las ahora desmovilizadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El grupo era una de las organizaciones narcotraficantes más grandes de Colombia y muchos esperaban que tras la firma del acuerdo de paz en 2016, el país finalmente acabara con el problema.
En su lugar, nuevos grupos armados ilícitos se han movilizado en los desolados territorios selváticos manejados anteriormente por las FARC para tomar el control de las rutas de narcotráfico. Las partes del acuerdo de paz destinadas a erradicar la coca y proveer alternativas viables a los colombianos pobres que viven de su cultivo no se han desarrollado bien.
Junto con la decisión de Colombia de poner fin a la aspersión aérea de herbicidas sobre cultivos ilícitos en 2015 por cuestiones de salud, la cantidad de coca en las áreas rurales continúa creciendo.
El presidente electo, Iván Duque, insinuó durante su campaña que podría volver a la aspersión aérea, aunque no proporcionó detalles de cómo sería el nuevo programa. Colombia también sigue adelante con el plan de rociar cultivos con drones para atacar a las plantas de coca desde una distancia menor y con mayor precisión que los aviones que antes rociaban los químicos.
“Si sólo va a rociar a todos y olvidarse de ellos, o apegarse al acuerdo de paz, será difícil”, dijo Adam Isacson de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos.