Potente sismo en islas de Indonesia deja 32 muertos

Pacientes son evacuados a un estacionamiento afuera de un hospital en Ciudad Mataram, tras un fuerte terremoto en la isla de Lombok, Indonesia. 5 de agosto de 2018, en esta foto de Antara, vía REUTERS.

El potente terremoto causó el pánico entre los vacacionistas y residentes, y también se sintió en la vecina isla de Bali. En Lombok, miles huyeron de sus hogares para buscar seguridad en espacios abiertos.

Agung Pramuja, responsable de la Agencia de Mitigación de Desastres de la provincia de Nusa Tenggara Occidental, que incluye a Lombok e islas vecinas pero no a Bali, dijo a Reuters que 32 personas fueron confirmadas muertas, muchas en partes del norte y oeste de Lombok.

Sostuvo que la agencia seguía recopilando datos de los heridos.

El ministro de Justicia y Asuntos Internos de Singapur, K. Shanmugam, quien se encontraba en la ciudad de Mataram en Lombok en el momento del sismo, escribió en Facebook que su cuarto en el décimo piso de un hotel se sacudió violentamente y las paredes se agrietaron.

“Era imposible ponerse de pie. Se oían gritos”, escribió. “Salí y me dirigí a las escaleras, mientras el edificio seguía temblando. La energía se cortó por un momento. Muchas fisuras, puertas caídas”.

El sismo agitó a Lombok al anochecer, con una profundidad de 10 kilómetros. Ocurrió una semana después de un terremoto de magnitud 6,4 que mató a 14 personas en Lombok y por un período breve dejó varados a centenares de excursionistas en las laderas de un volcán.

La mayor parte de Lombok sufrió cortes de electricidad, reportaron medios locales.

Los viajeros en los aeropuertos internacionales de Lombok y Bali entraron en pánico y se produjeron daños menores en los edificios, pero las operaciones no fueron alteradas, dijeron funcionarios.

El terremoto se sintió por varios segundos en Bali, donde la gente huyó de las casas, hoteles y restaurantes.

“Todos los huéspedes del hotel estaban corriendo, por eso yo lo hice también. Las calles se llenaron de personas”, dijo Michelle Lindsay, una turista australiana. “Muchos funcionarios pedían que la gente no entrara en pánico”.