Una mujer juarense de verdad

  • Sergio Armando López
Esther Chávez Cano fue reconocida en los Pinos por su auténtica lucha derecho humanista en la frontera.

Apenas en diciembre de 2008, Esther Chávez Cano fue reconocida en los Pinos, por su auténtica lucha derecho humanista en la frontera; luego en su natal Chihuahua, recibió el galardón “María Luisa Reinoso” por su tesón social y en memoria de aquella gran benefactora religiosa.

Esther Chávez Cano, una mujer de verdad, menuda, pero recia; cálida, pero firme. Camina pausado, pero no se detiene; le falta tiempo y le sobra vida para hablar sobre lo que desde hace muchos años ha considerado “una tragedia”: Su enfermedad Terminal, que no obstante, no la postra, sino lo contrario.

Con su figura delgada, sus lentes y cara espigada, Esther transita las calles de Ciudad Juárez a pie o en coche. Ha recorrido los lotes desérticos de una ciudad que la comprometió con sus causas hace más de dos décadas, pero que le robó la vida a más de 200 “jovencitas”, como las llama.

Esther conoce no sólo las calles y los lotes baldíos; también conoce a las personas. En su libreta de direcciones se encuentran los nombres y teléfonos de las madres de las mujeres que han perdido la vida en Ciudad Juárez.

Su libreta es un poco como la propia Esther; con el paso de los años crece. Ella registra ahí los nombres de las autoridades encargadas de esclarecer los casos, los de las organizaciones no gubernamentales, de las personas que conoce, de los periodistas que se le acercan o que sabe debe contactar; en su libreta ella anota todo: correos electrónicos, teléfonos, direcciones, páginas web, todo.

Pero como ninguna otra persona, Esther también lleva otro registro: el de las muertas de su ciudad. En él, Esther tiene anotado el número de caso (en riguroso orden de aparición por año), el nombre de la víctima (si existe), el modus operandi, quién lo encontró y el medio que dio a conocer la noticia junto con el día en que lo hizo.

Esther Chávez hace un balance de los casos que han sido resueltos; por eso, en su registro hay una columna que se llama Observaciones... Pero por lo general está vacía. Es un ejemplo ahora reconocido, de esas mujeres auténticas, que nunca, jamás, han lucrado con esas muertes, esa tragedia social, ni con la suya propia.

Desde joven Esther fue una mujer “arrojada”, cuenta su hermana Martha, quien recuerda que en una ocasión cuando Esther tenía 15 años y trabajaba en un banco con Rafael Vallina, le pidió a su mamá las escrituras de la casa.

“Tomó las escrituras, se las llevó al señor Vallina y le pidió un préstamo.
Lo increíble es que se lo dieron. Por supuesto lo pagamos". Era un dinero que pidió para poder hacerle unos arreglos a la casa. Así es Esther.

Pero Esther también es una mujer de trabajo. Desde muy joven tuvo que hacerlo. Su madre, Guadalupe Cano, perdió a su esposo Alberto Chávez cuando Esther tenía cuatro años; quedó viuda y con ocho hijos: seis mujeres y dos hombres.

Esther estudió en una escuela de monjas y cuando salió, estudió comercio. Esto le abrió las puertas a los diversos trabajos que tuvo en el área administrativa. Como tanta gente, ella nació en el estado de Chihuahua pero vivió tanto en Jalisco como en la Ciudad de México.

Desde hace 20 años reside en Ciudad Juárez y allí se encontró con el trabajo de las maquiladoras y el feminismo: eso marcó su actual lucha social; tal como comenta Pilar Sánchez, amiga de lucha e integrante de la organización Católicas por el Derecho a Decidir.

Esther es Juárez: Sin ella y sin su perseverancia, poco se sabría de los abusos contra las mujeres. Ha sido fundamental para hacer que se vean ésos decesos, porque tiene una preocupación personal para que se esclarezcan. Pero Esther también está en esta la lucha.

Esther Chávez Cano lo ha hecho todo: ha recorrido países para
denunciar la violencia que viven las mujeres en Ciudad Juárez, ha llorado a lado de las mujeres que han perdido a sus hijas, les ha gritado a los funcionarios públicos, ha marchado por las calles, ha hecho cartas, ha escrito editoriales, ha enviado un sinnúmero de correos.

Esther también se ha sentado a hablar con legisladores, con funcionarios de gobierno, con procuradores, con fiscales, con relatores de Naciones Unidas y con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Y, además, Esther ha hablado con cientos de periodistas; ha estado en programas de radio y de televisión, ha organizado y estado en conferencias de prensa, ha participado en foros y seminarios sobre violencia contra las mujeres, y les ha escrito cartas a los presidentes de México (Vicente Fox y Ernesto Zedillo y Felipe Calderón). Ahora, el gobierno de éste último la ha valorado y elevado a la categoría que le corresponde.