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Los israelíes votan de nuevo en medio de un bloqueo político


Ciudadanos hacen fila para ejercer su derecho al sufragio en un centro de votación en Tel Aviv, Israel, el 1 de noviembre de 2022.
Ciudadanos hacen fila para ejercer su derecho al sufragio en un centro de votación en Tel Aviv, Israel, el 1 de noviembre de 2022.

Si nadie consigue formar una coalición de gobierno, se plantearían otras elecciones para principios de 2023.

Los israelíes comenzaron a votar el martes en las quintas elecciones nacionales celebradas desde 2019, con la esperanza de romper el bloqueo político que ha paralizado el país durante los últimos tres años y medio.

El tema principal era de nuevo el ex primer ministro Benjamin Netanyahu y hasta que punto es apto para gobernar en pleno juicio por corrupción. Su principal rival era el primer ministro en funciones, Yair Lapid, un centrista que formó la breve coalición que relegó a Netanyahu a la oposición el año pasado. Los sondeos de opinión apuntaban a otra votación ajustada.

“Estas elecciones son (una decisión) entre el futuro y el pasado. De modo que salgan y voten hoy por el futuro de nuestros hijos, por el futuro de nuestro país”, dijo Lapid tras votar en el lujoso barrio de Tel Aviv donde reside.

Las urnas cerraban a las 22:00, pero no se esperaban resultados oficiales hasta el miércoles y el proceso de formar una nueva coalición de gobierno podría tomar semanas.

Aunque la campaña tenía un eco familiar, un nuevo e influyente competidor había marcado una diferencia: el legislador de ultraderecha Itamar Ben-Gvir. Su partido Sionismo Religioso parecía encaminado a ser el tercer grupo más grande del parlamento. Si impulsaba a Netanyahu a una victoria, Ben-Gvir presionaría para endurecer aún más la estrategia contra los palestinos.

Tras votar en el asentamiento de Cisjordania donde reside, Ben-Gvir prometió que votar a su partido permitiría formar un “gobierno totalmente de derechas” con Netanyahu como primer ministro.

Varios de sus antiguos aliados y protegidos se han negado a gobernar con él mientras continúe el juicio, de modo que Netanyahu no ha podido formar un gobierno viable en el Knesset, o parlamento, de 120 escaños. Sus rivales, una constelación de partidos de diferentes corrientes ideológicas, tienen los mismos problemas para reunir los 61 escaños suficientes para gobernar.

“Estoy un poco preocupado”, dijo Netanyahu después de votar. “Espero que terminemos el día con una sonrisa”.

El prolongado estancamiento ha sumido a Israel en una crisis política sin precedentes que ha erosionado la confianza de la población en sus gobernantes e instituciones democráticas.

“La gente está cansada de inestabilidad, del hecho de que el gobierno no cumple”, dijo Yohanan Plesner, exparlamentario y que ahora dirige el Israel Democracy Institute, un centro de estudios en Jerusalén.

Reforzado por la adoración casi religiosa de sus seguidores, Netanyahu, de 73 años, ha rechazado las peticiones de que renuncie. Sus rivales afirman que alguien a quien se juzga por fraude, abuso de confianza y aceptar sobornos no puede gobernar. Él niega las acusaciones, aunque detalles bochornosos del juicio llegan a las portadas de los diarios de forma habitual.

Ningún partido ha conseguido jamás una mayoría parlamentaria en la fragmentada política israelí, y gobernar requiere formar coaliciones. La vía más probable de Netanyahu para volver al gobierno es una alianza con ultranacionalistas extremistas y partidos ultraortodoxos.

Estos partidos exigirían carteras claves en un gobierno de Netanyahu, y algunos han prometido reformas que harían desaparecer los problemas legales del exmandatario.

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