El Papa Juan Pablo II entró en la controversia que hay en Italia sobre la exhibición de crucifijos en las escuelas.
El santo padre dijo a los ministros del Interior de la Unión Europea en Roma que reconocer la herencia religiosa de una nación y sus símbolos es esencial para la estabilidad, y tratar de ignorarlos sería antidemocrático y peligroso.
La semana pasada, un juez ordenó que un crucifijo fuera removido de una escuela rural después de una queja de un activista musulmán cuyo hijo asiste a ese centro educativo.
En toda Italia se propagó el enojo cuando se conoció el fallo.
El Ministerio de Eduación protestó por la decisión, y hoy una corte regional derogó la orden del jurisconsulto, pendiente de una audiencia fijada para mediados de noviembre.