El presidente peruano, Alejandro Toledo, condenó la muerte de un alcalde a manos de una turba enardecida en un poblado andino cercano al Lago Titicaca, donde dijo que ya volvió la calma, y aseguró que la justicia sancionará a los responsables de esa "tragedia."
"En un estado de derecho no podemos permitir que alguien imponga la justicia con sus propias manos, en democracia podemos discrepar, podemos protestar, pero dentro de la ley," dijo Toledo en tono enérgico en una conferencia de prensa en el palacio de gobierno.
El alcalde de ILAVE, Cirilo Robles, fue secuestrado el lunes junto a cuatro regidores y 15 personas por miles de campesinos, que protestaban desde inicios de abril contra su gestión acusándolo de malversar fondos en esa zona de extrema pobreza del departamento de Puno, en la frontera con Bolivia.