La Federación Internacional de Fútbol (FIFA) puso el foco en los controles antidopajes sorpresivos de jugadores en las semanas previas al inicio del Mundial 2010.
El objetivo es que al menos ocho futbolistas, seleccionados al azar, de cada una de las 32 selecciones se sometan a pruebas.
Los equipos han visto desembarcar en sus centros de entrenamiento a especialistas para efectuar los controles, como sucedió en el caso de los franceses durante su preparación previa en los Alpes franceses, a mediados de mayo.
Por el contrario, los controles sanguíneos hicieron su reaparición junto a las pruebas de orina. En 2006, la FIFA había decidido hacer ahorros, juzgando que los test de detección de hormona de crecimiento (basados en un análisis de sangre) no eran demasiado eficaces.
Este año, los controles sorpresivos son más fáciles de realizar, ya que las selecciones tienen obligación de estar localizables, desde el pasado 22 de marzo, entregando información de lugar y hora en que los jugadores pueden ser encontrados para efectuar los test.
El período de competición arranca para cada equipo 24 horas antes de su primer partido. Y es importante, ya que ciertos estimulantes como el cannabis o la cocaína, que representan la gran mayoría de los controles positivos en el fútbol, no están en la lista de productos prohibidos fuera de competición.
Durante el Mundial, un mínimo de dos jugadores de cada equipo serán controlados después de cada encuentro. Todas las muestras van a ser analizadas en el laboratorio de Bloemfontein, uno de los que está acreditado ante la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), con el apoyo del laboratorio suizo de Lausana.