La política franco colombiana Ingrid Betancourt se convirtió en el
rostro internacional de la crisis de los rehenes colombianos cuando fue
secuestrada mientras hacía campaña por
la presidencia de Colombia en 2002.
Ella era la rehen de más alto perfil de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia, FARC.
Las FARC, el grupo insurgente más antiguo de América Latina, capturó a
Betancourt y a su compañera de fórmula a la vice presidencia Clara Rojas, en el
Sur de Colombia, en febrero de 2002. Rojas, que dió a luz en cautiverio fue
liberada hace varios meses gracias a un acuerdo negociado por el mandatario
venezolano Hugo Chávez.
Las preocupaciones sobre la salud de Betancourt aumentaron el año pasado
cuando las autoridades dieron a conocer un video rebelde en el que la cautiva
se veía demacrada y deprimida.
Se decía que padecía de Hepatitis B y una enfermedad dermatológica
tropical causada por picaduras de insectos.
Los rebeldes frecuentemente la encadenaban para que evitara escapar, se
informó.
La madre de Betancourt, Yolanda Pulecio, se reunió con el Papa Benedicto
XVI, en el Vaticano, y con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en un
intento por asegurar la liberación de su hija. Pulecio dijo en una oportunidad
que tenía la esperanza de que el presidente Uribe aceptara negociar con los
rebeldes y pusiera fin a las
operaciones militares que, indicó, ponían en peligro la vida de los rehenes.
Francia hizo de la liberación de Betancourt una prioridad y envió una
misión a Colombia para verla, pero las FARC les negaron acceso. Betancourt, de
46 años, se encontraba entre 40 prominentes rehenes en poder de los rebeldes,
quienes buscaban negociar un intercambio de prisioneros con el gobierno de
Colombia.
Los rebeldes habían dicho que no liberarían a Betancourt ni a ningún
otro rehén hasta que se llegara a un acuerdo para liberar a guerrilleros
encarcelados.
Se cree que las FARC tienen a por lo menos 70 rehenes en la selva
colombiana.