Rebeca Moore llegó desde Alabama a Virginia hace un par de horas. Lleva más de un día de viaje, porque hizo una larga parada para descansar en Carolina del Norte.
La meta de esta mujer es llegar a Washington y presenciar la juramentación que hará Barack Obama, el primer presidente de raza negra de Estados Unidos.
“Gracias a Dios me traje dos chaquetas puestas”, dijo Moore, viendo hacia los 28 grados Fahrenheit (menos dos grados centígrados) que se logra ver en uno de los tableros electrónicos en la estación del metro en Vienna, Virginia.
Como ella, miles de estadounidenses llegaron de diferentes partes del país para presenciar este momento histórico en la capital de la nación.
Las filas para comprar un boleto de tren eran largas. Pero ni el frío ni el cansancio por permanecer de pie un par de horas, eran obstáculos suficientes para detener la euforia de estos viajeros que esperaban el momento de llegar a la capital.
“Ya sé que no voy a poder ver a Obama (por la distancia), pero sólo estar aquí en Washington en este momento histórico es suficiente para estar emocionado”, dijo Keylov, quien viajó desde Nueva York junto con su novia y algunos amigos.
En la estación de L’Enfant Plaza, en Washington, cerca de mi trabajo en la Voz de América, la cantidad de personas esperando por el metro era aún mayor que en Vienna. Pero tampoco había estrés por las horas de espera. Todos sonreían, ondeaban banderas estadounidenses y celebraban, en lo que parecía ser, la antesala de un carnaval que puede durar varios días.
Escribe Gesell Tobías para la Voz de América.