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Así es el pueblo de Florida construido para enfrentar desafíos del cambio climático y huracanes


Vista aérea de uno de los barrios de la comunidad de Babcock Ranch, en Florida, con casas de nueva construcción.
Vista aérea de uno de los barrios de la comunidad de Babcock Ranch, en Florida, con casas de nueva construcción.

La comunidad de Babcock Ranch está formada por viviendas de nuevas construcción capaces de soportar los fuertes vientos y las inundaciones ante los efectos adversos de un potente huracán.

Los científicos advierten que las consecuencias del cambio climático ya se están empezando a notar con fenómenos atmosféricos mucho más adversos, con fuertes lluvias, inundaciones y, también, con la formación de huracanes mucho más potentes.

Florida es uno de los estados de Estados Unidos que podría sufrir más a causa del calentamiento global. Es por ello que en la costa oeste de Florida, a unos 80 kilómetros de la ciudad de Tampa, se ha construido una nueva comunidad que cuenta con todos los recursos necesarios para generar su propia energía a través de paneles solares, gestionar el agua con un sistema fluvial y cuyas viviendas están preparadas para resistir a los huracanes más poderosos.

Detrás de todo este proyecto está Syd Kitson, el desarrollador de Babcock Ranch, que es así como se llama esta comunidad de Florida. En entrevista con la Voz de América, asegura que el proyecto ha generado mucha expectación al convertirse en el primer pueblo autosuficiente capaz de gestionar sus propios recursos a través de energía renovable y porque está convencido de que este tipo de modelo acabará replicándose en muchos otros lugares a medida que el cambio climático amenaza algunas regiones del mundo, como es el caso de Florida.

Las casas siguen el código de construcción del estado de Florida y son capaces de soportar los fuertes vientos de los huracanes, las lluvias y las inundaciones.
Las casas siguen el código de construcción del estado de Florida y son capaces de soportar los fuertes vientos de los huracanes, las lluvias y las inundaciones.

“Babcock es una nueva ciudad, una de las ciudades más sostenibles del mundo, que se ha creado para demostrar que la ciudad y el medio ambiente pueden trabajar conjuntamente”, defiende Kitson al tiempo que asegura que “estamos demostrando que es posible hacerlo realidad”.

Todo empezó hace casi dos décadas, cuando Kitson, a través de su compañía Kitson and Partners, compró un terreno de más de 72 kilómetros cuadrados para desarrollar un proyecto de bienes raíces, pero siempre con la idea de convertirse en una referencia por el uso de la innovación y la gestión de los recursos naturales para cuidar el medio ambiente en un entorno situado en la reserva natural que lleva el mismo nombre de esta comunidad.

Generar su propia electricidad con un campo de placas solares

Para ello, los ingenieros construyeron un terreno que alberga más de 700.000 paneles solares, de manera que los más de 8.000 residentes del pueblo pueden abastecerse con energía verde, así como también los espacios públicos.

“La energía solar de Babcock Ranch alimenta a toda la ciudad. De hecho, las luces que tenemos en esta sala que ven aquí ahora funcionan con energía solar”, presume el responsable del proyecto. “Creo que una de las cosas que realmente nos entusiasma aquí en Babcock es que vivimos en un laboratorio”, agrega al respecto.

En un terreno colindante a Babcock Ranch se erige un campo de 700.000 placas solares capaces de abastecer con energía eléctrica todas las casas y espacios públicos.
En un terreno colindante a Babcock Ranch se erige un campo de 700.000 placas solares capaces de abastecer con energía eléctrica todas las casas y espacios públicos.

La energía que se genera aquí diariamente “equivale a sacar unos 24.000 vehículos de la carretera”, por lo que insiste en que esta fórmula también será utilizada por otras ciudades “ante una crisis climática que va en aumento”.

“A pesar de que se necesitaron más de ocho años para construirlo, estas instalaciones de generación de energía solar se están replicando por todo el país y es un motivo para decir orgulloso que todo comenzó aquí en Babcock Ranch”, decía.

Lagos que se vacían para evitar inundaciones

Florida también es conocido por ser un estado donde se registran fuertes inundaciones, de manera que la gestión del agua era un tema que no quedaba aislado en el proyecto de construcción. Ante la amenaza de fuertes lluvias y las consecuentes inundaciones, en esta comunidad también se diseñó un sistema que permite realizar predicciones climáticas a 10 días, de manera que puede controlar el nivel de agua de los lagos y así evitar las inundaciones.

“Si se predicen fuertes lluvias, se pueden bajar realmente los niveles de los lagos para asegurarse de que no haya inundaciones en Babcock Ranch. Eso es parte de la resiliencia que tenemos aquí”, afirma.

Los lagos tienen un sistema para regular su capacidad y vaciarse en caso de predicción de una fuerte tormenta, de manera que se evita, en la manera de lo posible, las inundaciones.
Los lagos tienen un sistema para regular su capacidad y vaciarse en caso de predicción de una fuerte tormenta, de manera que se evita, en la manera de lo posible, las inundaciones.

Además, hay un sistema de lagos que permite almacenar miles de litros de agua para abastecer a toda la ciudad sin necesidad de contratar un servicio adicional.

La prueba de fuego con el huracán Ian

Pero la mayor preocupación para Kitson era la seguridad ante la llegada de un huracán. Todas las viviendas son de nueva construcción y cumplen con todos los requisitos del código establecido por el estado de Florida, con una estructura para soportar tanto el impacto de los vientos, las fuertes lluvias y el eventual incremento del agua.

“Empezamos a pensar en la seguridad contra las tormentas desde el principio. Era extremadamente importante para nosotros. Y hemos invertido mucho tiempo, dinero y esfuerzo para asegurarnos de que fuéramos la nueva ciudad más resiliente que se estuviera construyendo”, subraya.

La prueba de fuego llegó el año pasado, cuando Babcock Ranch sufrió los estragos del huracán Ian, con vientos de 260 kilómetros por hora y que provocó una gran devastación en el área de Fort Myers. El ciclón acabó convirtiéndose en el más mortífero de Florida desde 1935 con un saldo de 168 muertes.

Los daños en el área de Fort Myers, la más afectada, fueron valorados en más de 112 mil millones de dólares. Ahí, muchos de los residentes estuvieron varias semanas sin energía eléctrica y, según informó un portavoz de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés), “cerca del 40 % de las casas se han podido reparar”.

“Y recuerdo estar sentado en mi casa aquí en Babcock Ranch y escuchar al meteorólogo que decía que el huracán iba a impactar directamente aquí”, recordaba sobre el ciclón que “tenía una categoría fuerte e iba muy despacio”.

“Estuvo encima de nosotros durante ocho horas con vientos sostenidos de más de 100 millas por hora (160 kms/h) y ráfagas de hasta 150 millas por hora (240 kms/h). No dejaba de pensar en todo el trabajo que habíamos hecho y la cantidad de gente que se había implicado para que Babcock Ranch fuera una comunidad resiliente”, dice admitiendo que “no lo sabes hasta que sucede y te ponen aprueba”.

Y es que ni siquiera Syd Kitson estaba convencido de que la comunidad resistiría el impacto de Ian en Babcock Ranch, donde vivían unas 5.000 personas por aquel entonces.

Muchos abandonaron sus casas, pero otros como Mark Wilkerson prefirieron quedarse. Él vive en Babcock Ranch desde hace cinco años y explica que se quedo básicamente porque el huracán cambió de trayectoria en pocas horas y ya no tenía margen de tiempo para planificar una evacuación.

Confiesa que esa noche, “el rugido del viento era tan fuerte que parecía que el techo iba a desprenderse de la casa”. Tras vivir esa “pesadilla” en primera persona, al día siguiente salió a la calle a ver los desperfectos que había causado el huracán.

Pero para sorpresa de él, su vivienda no había sufrido ningún daño considerable. Solo le faltaba una teja del techo.

Kitson también hizo lo propio. Agarro su auto y dio una vuelta por la comunidad para comprobar que su plan de construcción había funcionado. “Nunca perdimos ni el agua ni la electricidad”, asegura.

Ahora la comunidad, que cuenta además con escuelas, centros deportivos, campos de golf, supermercados y otros servicios, ha llamado la atención pública en todo el país. Actualmente residen unos 8.000 habitantes, aproximadamente, de todas las edades. El desarrollar quiere seguir construyendo nuevas viviendas capaces de enfrentar las consecuencias del cambio climático.

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