El violento fin de semana que se vivió en la ciudad brasileña de Rio de Janeiro, elegida para ser sede de los Juegos Olímpicos de Verano 2016, tuvo repercusiones inmediatas en el poder político nacional. Este lunes, el gobernador de Rio de Janeiro, Sergio Cabral, dijo que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva lo llamó el domingo para ofrecerle la Fuerza de Seguridad Nacional en apoyo a los operativos contra los narcotraficantes, además de una considerable inversión federal.
El sábado un enfrentamiento entre pandillas de narcotraficantes, al que las fuerzas de seguridad intentaron controlar, provocó la muerte de 17 personas. Según explicó la policía la violencia se generó por el intento de una pandilla de narcotraficantes de tomar por asalto el territorio de otro grupo ilegal.
Durante los enfrentamientos que se produjeron en las favelas ubicadas en el Morro dos Macacos, un helicóptero policial fue alcanzado por los disparos y a pesar de que el piloto hizo un aterrizaje de emergencia en un campo de fútbol, el incendio posterior provocó la muerte de dos oficiales. También los narcotraficantes incendiaron al menos ocho autobuses con la finalidad de distraer el operativo policial.
Los disturbios reavivaron el debate sobre la seguridad en Rio de Janeiro y ahora el gobierno federal considera invertir casi 60 millones de dólares para reforzar la seguridad en la ciudad.
Por su parte el alcalde de Rio, Eduardo Paes quien se encontraba en Londres, intentó llevar tranquilidad ante las críticas, asegurando que Rio recibirá a las Olimpíadas tal como está marcado, "estamos seguros que vamos a realizar los Juegos en el 2016 y espero que la ciudad esté más pacífica y segura para todos nuestros ciudadanos", añadió Paes.
También el presidente Lula da Silva condenó los actos de violencia y dijo que el Gobierno Federal dará toda la "ayuda posible" a las autoridades locales en el combate contra el narcotráfico y en garantizar la seguridad de los ciudadanos.