Una llamada al 911 por un caso de violencia familiar terminó con la muerte de una líder comunitaria y un joven de 19 años, en un vecindario en el sector de West Side, en Chicago.
Las dos personas fueron abatidas a tiros por la policía, lo que generó una lluvia de críticas por el comportamiento de la agencia policial, que está sometida actualmente a un estricto escrutinio.
En este incidente, la primera víctima es Bettie Jones, una mujer de 55 años y líder comunitaria, quien no tenía nada que ver con el altercado de violencia familiar, pero recibió los tiros mortales de manos de la policía de manera accidental.
La segunda víctima, sería Quintonio LeGrier, un joven de 19 años, quien pasaba vacaciones navideñas con su padre y se encontraba en el interior del apartamento donde se produjo el altercado de violencia familiar.
LeGrier y Jones eran personas de raza negra. Los hechos tuvieron lugar mientras la policía está bajo la lupa por las muertes de afroestadounidenses a manos de agentes en diversas partes del país, en incidentes por los que surgió el movimiento Black Lives Matter (La vida de los negros importa).
Los familiares y amigos de las dos personas muertas por la policía de Chicago dijeron el domingo, en medio del desconsuelo, que ambos fallecimientos suscitan la pregunta alarmante de por qué los agentes "disparan primero y averiguan después".
La comunidad considera que la policía debió utilizar pistolas de aturdimiento u otros métodos no letales si consideraba necesario someter a LeGrier.
El alcalde de Chicago, Rahm Emanuel pidió disculpas a principios de mes por el actuar de la policía y prometió no sólo cambios sustanciales sino también nombrar a un nuevo jefe policial.