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¿Puede China competir con EE. UU. en inversiones en América Latina?


El canciller venezolano Jorge Arreaza sostiene las banderas de Venezuela y China al recibir especialistas y suministros médicos de China en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Caracas el 30 de marzo de 2020.
El canciller venezolano Jorge Arreaza sostiene las banderas de Venezuela y China al recibir especialistas y suministros médicos de China en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Caracas el 30 de marzo de 2020.

Las inversiones chinas en nuevos proyectos en América Latina aumentaron de un 4% en entre 2005 y 2009 hasta un 6,8% en 2019.

China es en la actualidad el primer socio comercial de África y está a la cabeza de las inversiones directas en partes de Asia, pero a pesar de haber aumentado su comercio e inversiones en América Latina está muy por detrás de Estados Unidos en la región y podrá desplazarlo en un futuro inmediato.

América Latina se destaca entre otras regiones donde China ha invertido debido a sus políticas más proteccionistas y un viejo legado de participación económica de EE. UU. que es menos evidente en otras partes del mundo, dicen los analistas.

Los datos muestran que “China se ha convertido en un nuevo inversionista en América Latina, pero no aparenta ser una amenaza inmediata a los inversorestradicionales en la región”, señaló un estudio del Centro para el Desarrollo Global de la Universidad de Boston hace unos meses.

Esta semana, un grupo de funcionarios estadounidenses está en América Latina explorando proyectos de infraestructura para el plan del Grupo de los Siete “Reconstruir un Mundo Mejor”, que fue anunciado en junio y es percibido como una alternativa a los proyectos de construcción de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China en los países en vías de desarrollo.

Algunos economistas han planteado preocupaciones sobre las prácticas de préstamos de China, alegando que los países pueden quedarse demasiado endeudados por masivos proyectos que no justifican lo que cuestan.

Las inversiones chinas en nuevos proyectos en América Latina aumentaron de un 4% en general entre 2005 y 2009 hasta un 6,8% durante un período de cinco años que terminó en 2019, según cálculos de la base de datos fDi Markets.

En un caso que sirve como ejemplo, China comenzó a invertir en Chile hace apenas cinco años y es ahora la primera fuente de capital extranjero de esa nación, dijo Jorge Heine, exembajador chileno ante China.

Estados Unidos se ha mantenido estable como principal inversionista en la región con alrededor de un 22% de todas las fuentes extranjeras. Los consumidores estadounidenses dependen de América Latina para bienes agrícolas, mientras que México, el segundo país más poblado de la región, tiene en EE. UU. su mayor inversionista directo.

La participación de China en fusiones y adquisiciones en América Latina aumentó de 2,4% en cinco años hasta 2009 a 16,3% ente 2014 y 2019, segundo después de EE. UU. según datos del servicio de análisis DeaLogic.

En cuanto al comercio, el comercio de la región con China se incrementó desde 2000 de 16.000 millones de dólares a más de 400.000 millones, dijo Heine a la Voz de América.

Sin embargo, a las firmas chinas se les ha hecho más difícil en América Latina obtener contratos de gobiernos, pagar sobornos o superar las preocupaciones de las comunidades sobre la preservación ambiental, como en África y Asia, dicen los analistas.

A menudo se les prohíbe extraer recursos o cualquier ganancia directa de las industrias de explotación de recursos, dijo Yun Sun, codirector del programa del Este de Asia del Stimson Center en Washington.

“Los países de América Latina protegen mucho sus recursos naturales y por lo general no permiten a China involucrarse en activos o capitales de, por ejemplo, los recursos minerales”, señaló Sun.

Comercio e inversiones

En América Latina, los analistas dicen que China busca principalmente alimentos, petróleo, inversiones en refinerías y minerales, como el litio, un ingrediente de las baterías de teléfonos celulares. Los inversionistas chinos se han enfocado más en Argentina, Brasil, Chile y Perú, dice el estudio de la Universidad de Boston.

Compañías de propiedad estatal están invirtiendo, por ejemplo, en el sector energético de Brasil, la mayor economía de América Latina. En Panamá, el consorcio Chinese Landbridge está tratando de invertir 1.000 millones de dólares en un nuevo puerto de contenedores con capacidad para admitir los buques chinos.

Sin embargo, muchos comerciantes siguen identificando a Estados Unidos como su principal mercado. Los artesanos de Guatemala, fuente de tejidos de colores brillantes hechos a mano, venden más a los estadounidenses por su disposición a comprarlos, constata Loreda Gómez, quien administra el mercado Guatelinda en Oakland, California.

Los consumidores en Estados Unidos usan los tejidos como manteles, compran llaveros con diseños indígenas guatemaltecos y buscan artículos de mesa del país centroamericano. Los chinos apenas compran sus productos.

Riesgos para América Latina

China no está compitiendo conscientemente con Estados Unidos por influencia en América Latina, dicen los expertos. Lo que busca en la región son “recursos alternos” como parte de su expansión global de inversiones en la última década, dijo Song Seng Wun, un economista del banco CIMB de Malasia.

“Están muy concentrados en lo que quieren para su propio beneficio y cómo beneficia a sus negocios”.

China representa una “oportunidad económica” para las Américas, señala el estudio de la Universidad de Boston. “China está comprando mientras los principales socios tradicionales en la región están también vendiendo, y eso parece llenar algunos espacios. Pero también es un reto.

Las inversiones de China en países con necesidades puede perjudicar la relación de los gobierno latinoamericanos con Estados Unidos, dijo Evan Ellis, un profesor del Instituto de Estudios Estratégicos de la Facultad de Guerra del Ejército de EE. UU., quien apunta a Venezuela, que ha aceptado préstamos de China y vender petróleo a Beijing.

“Al perseguir sus propias metas, China termina afectando profundamente el carácter político y económico de la región en términos de quién se beneficia y por extensión termina afectando profundamente la seguridad y la situación de Estados Unidos”, agregó.

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