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Colombia: Sigue búsqueda de niños que sobrevivieron a accidente de avión hace un mes


Un helicóptero militar despega con un grupo de indígenas en una base militar en Calamar, Colombia, el martes 23 de mayo de 2023, para ayudar a buscar a cuatro niños indígenas desaparecidos después de un accidente aéreo.
Un helicóptero militar despega con un grupo de indígenas en una base militar en Calamar, Colombia, el martes 23 de mayo de 2023, para ayudar a buscar a cuatro niños indígenas desaparecidos después de un accidente aéreo.

El hallazgo de una huella de pisada reaviva esperanza de encontrar con vida a los niños que sobrevivieron al accidente de una avioneta Cessna que cayó en la selva el 1 de mayo en Colombia.

El reciente hallazgo de pisadas de un pie pequeño reavivó la esperanza de encontrar con vida a cuatro niños que sobrevivieron al accidente de una avioneta hace un mes en Colombia.

Las huellas encontradas el 30 de mayo estaban a 3,2 kilómetros al noroeste del lugar donde cayó la aeronave en que viajaban tres adultos y los niños indígenas de 13, 9 y 4 años y un bebé de 11 meses. Las nuevas pistas indicarían que los menores cambiaron de rumbo, que están solos y que siguen luchando por sobrevivir.

En la operación de búsqueda, en un terreno amplio en plena selva virgen de la Amazonía colombiana, participan 119 hombres de las fuerzas especiales y más de 70 indígenas.

“Tenemos 100% de expectativa de encontrarlos con vida”, dijo el jueves a The Associated Press el comandante del Comando Conjunto de Operaciones Especiales (CCOES), el general Pedro Sánchez.

“Si estuvieran muertos sería más fácil encontrarlos porque estarían estáticos y los olores y los animales nos orientarían adonde están”, explicó Sánchez, quien advirtió que no se ha pensado en una fecha límite para suspender las labores de búsqueda pues la selva, así como representa peligros, también puede proveer alimento y bebida a los menores.

El presidente colombiano Gustavo Petro dijo que encontrar a los niños es una prioridad.

“Encontramos elementos que son muy complejos de encontrar en la selva. Por ejemplo, la tapa de un biberón. ¿Si hemos encontrado eso, por qué no encontramos el resto? Porque los niños están en movimiento. No es como encontrar una aguja en un pajar, es como encontrar una diminuta pulga en un inmenso tapete que se mueve en direcciones impredecibles”, explicó Sánchez.

Tres días atrás se activó un esquema de relevos cada 30 días para los hombres de las Fuerzas Armadas que cuentan con el atuendo y los equipos adecuados para facilitar su desplazamiento por la selva y que los protege de las muchas amenazas del terreno.

“Los comandos tienen que protegerse no solamente de la lluvia, que son 16 horas al día mojados, sino también de los animales y de las enfermedades que hay en la selva. Animales salvajes como los jaguares o tigrillos, serpientes venenosas, plantas venenosas, pero también el mosquito de la Leishmaniasis, que produce una fiebre que si no es tratada a tiempo puede causar la muerte”, explicó el general Sánchez.

Además de los peligros propios de la selva, los mismos comandos corren el riesgo de perderse. “Deben caminar cohesionados y navegando con todos los sistemas de georreferenciación para tener una ruta segura. Si se alejan más de 20 metros pueden perderse”, afirmó el oficial.

Los comandos tienen la certeza de que la última huella que encontraron es de la pequeña de 13 años. Lo saben porque compararon el tamaño de la pisada con la bota de uno de los soldados que participa en la operación. Pensaron que los niños estarían cerca, pero no han podido encontrarlos. “A 20 metros uno no ve nada. Si hay algo más después de esa distancia no lo va a ver, así pase 100 veces”, explicó el general Sánchez.

En la selva se han demarcado zonas con 11 kilómetros de cintas, de las que normalmente utilizan los equipos de criminalística, para que los niños permanezcan en esos lugares en caso de que las encuentren. En esos puntos también dejaron silbatos para que hagan ruido y faciliten su hallazgo.

Algunos soldados han caminado distancias equivalentes al recorrido entre Lisboa y París, unos 1.500 kilómetros, en el esfuerzo por encontrar a los niños con vida. Por ahora está descartado que estén en manos de indígenas o de algún grupo armado ilegal ya que es un terreno que quizá nadie haya recorrido antes.

Las lluvias de los últimos días han sido todo un desafío, no sólo porque borran las huellas sino porque disipan el sonido de los altoparlantes que a todo volumen reproducen constantemente una grabación con la voz de su abuela llamándolos para que intenten permanecer en un solo lugar.

Entre las pistas que han encontrado los comandos desde que se activó la búsqueda están un biberón, unas toallas, pañales usados, unas tijeras y pisadas en lugares relativamente cercanos al sitio donde ocurrió el accidente. No se ha podido establecer si los niños abandonaron esas pertenencias intencionalmente para dejar pistas a quienes los están buscando.

El accidente ocurrió el 1 de mayo en la mañana después de que el piloto se declarara en emergencia por fallas en un motor. Dos semanas después se encontraron los restos de la aeronave accidentada junto con los cadáveres de los tres adultos que viajaban en ella.

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