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Rusia incrementa la vigilancia estatal tras la lucha contra el COVID-19


Imagen de archivo del edificio del Servicio de Seguridad de Rusia, sucesor de la KGB, el centro de espionaje del país.
Imagen de archivo del edificio del Servicio de Seguridad de Rusia, sucesor de la KGB, el centro de espionaje del país.

En la era del COVID/19, ¿dónde quedan las barreras entre la seguridad, la privacidad y la libertad?

La pregunta está en el meollo de un debate en Rusia, donde las autoridades se preparan para implementar nuevas herramientas digitales de “monitoreo social” para batallar contra la pandemia.

Por ahora, las nuevas medidas de control solo aplican a Moscú, el epicentro del brote en Rusia, con la gran mayoría de los casos del país, que aumentaban rápidamente en la primera semana de mayo.

En medio del sombrío escenario epidemiológico, el alcalde de Moscú, Sergei Sobyanin, insistía en que la ciudad tiene pocas opciones más allá de usar la tecnología para ayudar a revertir el contagio.

"Cuando hablamos sobre la salud y la vida de un número tan enorme de personas, no hay alternativa”, dijo Sobyanin, en una declaración en la que anunciaba las medidas, que entrarán a funcionar la próxima semana.

Pero en una sociedad con dolorosos recuerdos de la vigilancia y el espionaje durante los años más oscuros de la represión soviética, los nuevos controles sociales no son tomados a la ligera, dicen los críticos gubernamentales.

Activistas de la oposición y de los derechos digitales sostienen que en la Rusia de Vladimir Putin, donde el énfasis en la estabilidad nacional muchas veces se ha impuesto a los derechos individuales, las nuevas herramientas de vigilancia ofrecen a los servicios de seguridad nuevas armas con poca, si acaso alguna, supervisión.

Más allá de la cuarentena

En la medida en que el coronavirus ha avanzado desde el epicentro inicial en China al resto del planeta, los gobiernos del mundo se han apresurado a buscar soluciones. Moscú, como Nueva York, Londres y otras grandes ciudades, ha estado al frente de la batalla con una buena parte de las infecciones. Los funcionarios están tomando algunos pasos ya conocidos.

Bajo las medidas de confinamiento anunciadas en marzo, una mayoría de los más de 12 millones de habitantes moscovitas ahora pasan la mayoría del tiempo en sus casas. Las excepciones son permitidas para ir al supermercado, la farmacia, para sacar la basura o para brevemente pasear a la mascota.

Combinado con un cese de las labores con goce de salario decretado por Putin, las restricciones han reducido el usual bullicio de Moscú y lo han convertido en un escalofriante silencio.

Las autoridades no han ocultado su frustración con los residentes que no respetan las normativas, particularmente aquellos en grupos de alto riesgo ante la COVID-19 que están obligados a permanecer en cuarentena.

La policía dice que ha realizado centenares de arrestos y ha emitido multas a los que violan la ley. Aún así, funcionarios locales dicen que medidas más severas harán falta al entrar la primavera y continuar el crecimiento del brote.

Ahí es donde entran en acción la tecnología y la controversia.

Los moscovitas que se sospecha tengan el virus serán rastreados en sus movimientos con una aplicación para teléfonos inteligentes obligatoria. A quienes no tienen celulares, la ciudad les prestará uno.

"El principal objetivo es, junto al paciente, incentivar a no salir a la calle”, dijo Eduard Lysenko, el jefe del departamento de tecnología de Moscú, en una entrevista radial con Echo of Moscow.

Sólo que el monitoreo no se detiene ahí.

Los residentes de Moscú también serían obligados a inscribirse para recibir un código QR emitido por el gobierno, es decir un código de barras con su información personal, que los rusos deben mostrar a la policía cuando se les pida, ya sea en sus celulares o impreso.

Policías rusos, usando mascarillas, revisan el código QR y documentos de un hombre para hacer cumplir el confinamiento por el coronavirus.
Policías rusos, usando mascarillas, revisan el código QR y documentos de un hombre para hacer cumplir el confinamiento por el coronavirus.

Las autoridades tienen aún que aclarar qué información privada podrá ser conocida mediante el código, pero dicen que están trabajando en formas de explicar la tecnología a los ancianos y personas menos conocedoras de las nuevas tecnologías.

Reconocimiento facial, aún con máscara

Las nuevas herramientas fusionarán los sistemas de vigilancia ya existentes en Moscú, herramientas bien afinadas que fueron instaladas para garantizar la seguridad durante grandes eventos deportivos como la Copa del Mundo 2018 y los juegos olímpicos de Sochi, en 2014.

Pero mientras la misión fue entonces proteger a los fanáticos, o rastrear protestas no autorizadas por opositores gubernamentales, la nueva misión es ahora rastrear un enemigo invisible.

La red de Moscú de 170.000 cámaras de vigilancia y de reconocimiento facial, ahora se enfoca en posibles portadores del coronavirus que se escapan de sus casas o sus cuarentenas, dicen las autoridades. Los desarrolladores de la aplicación dicen que ha sido adaptada para reconocer a individuos que usan mascarillas de protección.

Otra red de seguridad son los datos de celulares, tarjetas de crédito y monitoreo global recopilado y proveído por cortesía de los proveedores de telefonía celular de Rusia, por mandatos legales.

Colectivamente, la meta es “que no haya ninguna esquina oscura o callejón olvidado” donde esconderse, dijo Oleg Barabanov, jefe de la Policía de Moscú.

La nueva medida digital ha dejado a algunos sintiéndose más seguros.

"Lamentablemente, es una necesidad. Una necesidad para salvar vidas y la salud de muchos moscovitas, y poder superar este desastre tan rápido sea posible para regresar a una vida normal”, dijo Nicholas Danilov, un diseñador que escribió sobre el tema en el portal digital Medium.

Danilov dice que los residentes de la ciudad le deberían dar la bienvenida a los códigos QR en todo, incluyendo la ropa, en un esfuerzo para derrotar al virus.

Expertos sanitarios también están de acuerdo en que las curvas y la vigilancia son justificadas, siempre que sean temporales y administradas legalmente.

Cualquier restricción “debería ser conmensurada con el riesgo y debería tener un plazo límite”, dijo en una entrevista, Melita Vujnovic, la jefa de la misión de la Organización Mundial de la Salud en Rusia. “Estas herramientas pueden ayudar siempre que sean usadas de forma apropiada”.

¿Protección digital? ¿O prisión?

Los críticos gubernamentales tienen sus dudas.

"Si sucede de acuerdo a la ley y el control civil, entonces estas nuevas medidas durante la pandemia son justificables”, dijo Artem Kozlyuk, de Roskomsvoboda, una organización no gubernamental que monitorea la libertad en internet en Rusia.

Pero en Rusia, mucho se hace a puertas cerradas. Hay un peligro que una vez termine todo esto, las autoridades no querrán guardar estas herramientas”, le dijo Kozlyuk a la Voz de América.

La Rusia de Putin ha visto una continua erosión de las libertades en internet en el nombre de la seguridad. Las leyes antiterrorismo ya le dan mucho margen a los servicios de seguridad estatales para accesar información personal.

Kozlyuk dijo que la pregunta sobre la nueva recopilación de información, es donde irá esa información.

"Nuestros servicios de seguridad tienen un mal récord”, dijo. “La información privada regularmente termina en el mercado negro. Ocurre todo el tiempo”, agregó Kozlyuk, señalando que la práctica invita a casos de extorsión o chantaje.

Miembros de la oposición rusa también están sonando las alarmas. La KGB soviética desapareció hace mucho, dicen, pero en la Rusia de hoy, los organismos de inteligencia rutinariamente vigilan a miembros de la oposición usando puestos de vigilancia, intervenciones telefónicas e intervención ilegal de computadoras.

El gobierno también ha hecho un amplio uso de la presión sobre los proveedores de internet y telecomunicaciones para que bloqueen el acceso a internet durante protestas no autorizadas, o incluso durante eventos autorizados, en Moscú y otras partes del país.

Esos logros tienen al Kremlin explorando un “interruptor de apagado”, dirigido, según sus promotores, a preservar la “soberanía digital” de Rusia.

Los críticos tienen otra descripción: “campo de concentración digital”.

"Si lo han creado, nunca se permitirán apagarlo. Es demasiado tentador”, dijo Leonid Volkov, un estratega del líder opositor Alexey Navlany, quien usó el término de “campo de concentración digital” para describir el estado de la vigilancia en Rusia.

"La vida de una persona regular en Moscú pasará a ser lo que era la vida de un miembro de la oposición”, dijo Volkov. “Y para la oposición, nuestras vidas serán más duras aún”.

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