Son las 11 de la mañana. En tres horas, el jefe querrá ver el borrador del nuevo proyecto que usted debe presentar. La noche anterior se propuso terminarlo, pero se convenció de que si al día siguiente se levantaba a las 8 de la mañana rendiría mejor.
Eso no fue así. Varios obstáculos se interpusieron en su camino: tomar el café, revisar las cuentas, leer el periódico, chequear el correo electrónico, responder correos electrónicos y ver qué hay de nuevo en Facebook. En el trabajo lo mismo: chequear Facebook por segunda vez, mirar un video en YouTube y responder llamados.
Cumplir con el trabajo o el estudio, pagar las cuentas a tiempo y culminar esas tareas aburridas que son obligatorias nunca es fácil.
Pero hay personas a las que le cuesta el doble. Se distraen con facilidad y tienden a dejar las cosas para último momento, bajo la falsa convicción de que si están al límite, la adrenalina los impulsará a hacer un mejor trabajo.
Estas personas que procrastinan de forma crónica son el objeto de muchos artículos recientes dedicados a entender por qué adquirieron ese hábito.
La revista especializada Psychology Today asegura en su versión digital que aunque todos procrastinen de vez en cuando, un 20 por ciento lo hace de forma consistente.
“Estas personas están saboteándose a sí mismos. Se ponen obstáculos en su camino. Ellos eligen el camino que más daña su performance”, aseguró la autora Hara Estroff Marano, en un artículo publicado en la página Web de Psychology Today, que tiene una sección dedicada enteramente a este tema.
El de Estroff Marano es de los artículos más interesantes, ya que ella entrevistó a dos de los expertos en procrastinación más conocidos a nivel mundial: Joseph Ferrari, profesor de psicología de la Universidad De Paul en Chicago, y Timothy Pychyl, profesor de psicología de la Universidad Carleton en Ottawa, Canadá.
Entre varias respuestas que ofrecieron, los expertos dijeron que se trata de un problema de auto-regulación. Son personas con poca fuerza de voluntad. No es que les cueste manejar sus tiempos y planificar. Tienden a auto-engañarse y a ser más optimistas: “Mañana lo termino” es una excusa común que se dicen a sí mismos.
Procrastinar también puede ser “una respuesta a un estilo autoritario de criar a los hijos”, según los profesores de psicología. “Tener un estilo duro y controlador evita que los niños desarrollen la habilidad de auto-regularse, de internalizar sus propias intenciones y aprender a actuar en base a ellas”, explicaron.
Hay tres tipos de personas que procrastinan: los que quieren sentir la adrenalina de hacer las cosas a último momento; los que le tienen miedo al fracaso y por eso prefieren que los vean como perezosos y no como perdedores; y los que son indecisos a la hora de tomar decisiones, según el artículo.
Este hábito tiene un alto costo en la salud: genera estrés y problemas asociados tales como males gastrointestinales, insomnio, una baja en las defensas del organismo, una mayor tendencia a consumir más alcohol y a sentirse más frustrado y deprimido.
¿Qué recomiendan los psicólogos? Los dos expertos consultados y otros recomiendan la terapia cognitivo-conductual con especial énfasis en modificar la tendencia a procrastinar. De lo contrario, será un círculo vicioso muy difícil de curar.