Cuando el director de cine uruguayo Álvaro Brechner se radicó en España en 1999, dijo que “traía en su valija” la idea de adaptar a la pantalla el cuento “Jacob y el otro” del escritor Juan Carlos Onetti.
Pero por dificultades de producción, Brechner se dedicó durante muchos años a dirigir documentales para televisión y a hacer cortometrajes, según dijo a la Voz de América en una entrevista telefónica.
No obstante, el cuento de Onetti lo “perseguía” desde hace muchos años.
Le fascinaba la relación entre los personajes principales, Jacob Van Oppen, un envejecido y alcohólico ex campeón Mundial de Lucha Libre, y Orsini, el empresario buscavidas que lo representa y que lo lleva por los más remotos pueblos de América Latina bajo la falsa ilusión de que algún día el luchador recuperará la gloria de tiempos pasados.
“Es una extraña pareja la de estos dos personajes un tanto antagónicos que son muy diferentes y no obstante son compañeros de ruta. Están hermanados el uno al otro porque la vida los puso en una misma carretera y se necesitan apoyar para seguir subsistiendo. En realidad lo que sostiene a los dos el es universo de la fantasía, la ficción”, explicó Brechner.
La idea de adaptar el cuento al cine había quedado archivada en la memoria de Brechner. Hasta que un día, en una conversación casual con su amigo, el actor Gary Piquer, Brechner retomó la iniciativa que lo acompañó en 1999.
“Gary trataba de convencerme de algo y me hizo acordar a esa idea de Orsini intentando convencer a todo el mundo. Le dije que hubiera sido un perfecto Orsini. Él no tenía idea de lo que estaba hablando, y le conté la historia del cuento”, contó Brechner. “Ahí me iluminé, volví a leer el cuento y a plantearme la adaptación”.
Esa conversación también despertó el interés de Piquer, aunque Brechner se enteró de casualidad.
“A los dos días, Gerardo Michelin, un amigo, caminaba por el Prado en Madrid y se encontró a Gary en un banquito leyendo los cuentos de Onetti. ‘Estuviste hablando con Álvaro’, le dijo, aunque a mí no me contó que enseguida después de hablar conmigo se leyó el cuento”.
Brechner ya tenía quien interpretara a Orsini.
“Gary conectó con el cuento”, dijo. “Con él tenemos ese gusto en común por el tipo de cine o de historias de road movie, de western, con personajes que realmente están luchando contra molinos de viento”.
- ¿Y cómo descubrió al actor finlandés Jouko Ahola que interpretó a Jacob Van Oppen?
- Ahola viene del mundo del deporte. Fue dos veces el Hombre Más fuerte del Mundo en esas competiciones que transmiten por ESPN que arrastran camiones, levantan 400 kilos. Él es una eminencia en esa competencia. (El director de cine) Werner Herzog lo vio y lo eligió para la película “Invencible” como protagonista. Estábamos buscando un personaje con esas características, un actor que tenga ese físico, y lo vi en esa película. Lo llamé y él aceptó ir a Madrid a hacer un casting con Gary. Estuvimos dos días trabajando, le hicimos prueba de todo y aceptó engordar 15 kilos y a aprender lucha libre durante cuatro meses con el campeón finlandés de lucha libre.
- ¿Cuáles fueron los desafíos que enfrentó a la hora de adaptar el cuento de Onetti?
- Desde el primer momento sabía que si iba a hacer una adaptación de Onetti tenía que ser de alguna forma libre. Ojo, es una adaptación que realmente cuenta la historia del cuento. Pero todo el universo que se le tenía que plasmar y el desafío de cómo articular un cuento en un largometraje es otro mundo que había que recrear, alimentar, porque la idea tampoco era llenar de escenas para alargar la película. Lo primero que le dije a Dolly (Muhr, la viuda de Onetti) cuando fui a hablar con ella sobre la adaptación es que tenía que seguir mis instintos, iba a tener que ser fiel a mí mismo. Y una de las cosas que sucedió hace un mes más o menos es que le mostré la película a Dolly en Madrid y a ella la emocionó, le encantó. Me comentó que era una película que a él (Onetti) le hubiera encantado ver.
Para lograr separarse del cuento y darle su impronta personal, Brechner dijo que después de escribir la segunda versión del guión se lo daba a Gary Piquer, él lo leía y aportaba ideas.
“Se generó una forma de trabajar en la que yo le decía, ‘Bueno, ahora Orsini está en esta situación, necesita convencer a su compañero para irse a otro lado y evitar la verdad. ¿Qué haría?’ Y Gary comenzó a colaborar en el guión. Poco a poco se fue convirtiendo en Orsini, fue un proceso muy natural”, contó el director.
- ¿Qué idea tenía sobre Santa María, la ciudad creada por Onetti?
- Quería que todo sucediese en una Santa María que de alguna forma está congelada en el tiempo. Es como que no está completamente situada en el mapa. Está claro que es por tierras uruguayas, pero quería que tuviera un aire de extrañamiento, es esa idea que tiene por ejemplo el western.
- La impronta western se nota en la película, ¿qué quiso lograr con eso?
- Uno de los arquetipos de la película es la idea del forastero que llega el pueblo donde no hay nada a 200 kilómetros a la redonda, y ve el atardecer y el amanecer constantemente. El western es crepuscular, habla del destino y del enfrentamiento final. En “Mal día para pescar”, sabemos que hay dos personajes intentando evitar la muerte. Uno sabe desde el minuto cuatro de la película que alguien va a quedar reventado en el hospital. Segundo, son dos personajes que están congelados en el tiempo con tal de mantener sus ambiciones vivas. Por eso le di esa impronta western, esa idea de un pueblo en el medio de la nada para que tenga cierto aire fabulesco. Bueno, la fábula tiene una moral. Es más bien la idea de un cuento, del érase una vez.
- ¿Cómo fue la experiencia de presentar su ópera prima en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes?
- Fue un inmenso orgullo. Sucede que hacer una película es tan difícil, y hacerla como uno quiere es todavía más. Puedo decir que la hicimos como queríamos. Estoy realmente feliz y orgulloso de haber logrado la película. Que después encima suceda que por primera vez la presento en un festival como Cannes, es algo que supera mis expectativas. Hay que estar en Cannes para ver lo que significa, es un lugar muy difícil al que llegar, muy excepcional. Cannes es un inmenso mercado, con estrenos y entrevistas de una cantidad de países, es un frenesí. Es un mundo que desconocía: miles de personas e intereses ligados totalmente al cine.
- ¿Y cómo cree que el público uruguayo recibirá a “Mal día para pescar”?
- Para serte sincero, cuando me propongo hacer una película no puedo estar pensando en el público. Estoy pensando en hacer la película que quiero, que salga de mis entrañas. Por supuesto que uno quiere que a la gente le guste, le apasione, se emocione, se divierta, no sé, que le pasen cosas cuando vea la película. Y que cuando salgan sientan que hayan viajado durante una hora y cuarenta minutos por Santa María.