Las noticias sobre la economía en Estados Unidos fueron en las últimas semanas en buena medida alentadoras con un leve repunte en la confianza de los consumidores y señales de que, aunque lentamente, el desempleo cede. Sin embargo, las últimas cifras sobre el mercado laboral pueden ser engañosas.
La economía incorporó el mes pasado sólo 120.000 empleos, de acuerdo con un informe del Departamento del Trabajo dado a conocer la víspera, lo que equivale a menos puestos de trabajo de los previstos, pese a la que la tasa de desocupación cayó a 8,2 por ciento, la mínima en los últimos tres años.
Los expertos esperaban que los nuevos empleos no agrícolas crecieran no en 120.000 sino en 203.000, y que la tasa de desempleo se mantuviera en 8,3 por ciento. ¿Qué significa eso, que no es bueno que la desocupación disminuya? En lo absoluto, se trata de que algunos economistas apuntan que la baja, en este caso, podría ser una mala señal.
Se basan en el argumento de que la caída del desempleo sería resultado de que más trabajadores abandonaron la fuerza laboral, quizás porque renunciaron a la posibilidad de conseguir trabajo, o de forma más categórica, porque una parte de ellos se habría jubilado
Otro índice que añade incertidumbre a la ecuación es que la tasa de participación, que nos dice qué parte de la población integra la fuerza laboral, se redujo de 63,9 por ciento a 63,8 por ciento, entre febrero y marzo.
El problema es que no está muy claro hasta qué punto la última temporada invernal pudo haber influido en la menor generación de empleos, lo que suele suceder cuando el frío es sumamente crudo o mayor de lo acostumbrado. Pero este año ocurrió todo lo contrario, lo que hace temer que la situación no sea radicalmente diferente en la primavera.
Aunque el número de personas que no trabajaron debido al invierno fue de sólo 96.000, la menor para el mes desde el año 2000, lo cierto es que el sector de la construcción registró pérdidas de puestos de trabajo por segundo mes, con 7.000 plazas menos, y el sector minorista también fue vapuleado con la contracción de 33.800 empleos.
A pesar de que el salario promedio por hora aumentó cinco centavos de dólar en marzo, ha sido muy decepcionante para los economistas que las empresas redujeran en 7.500 (después de haber subido en 54.900 en febrero) la contratación de trabajadores temporales, que suele ser el primer paso dado por los empleadores antes de ofrecer empleos permanentes.
La débil recuperación del mercado laboral, que preocupa tanto a las familias estadounidenses como al presidente Barack Obama en sus aspiraciones de reelegirse en los comicios de noviembre, es también un problema mayor para el jefe de la Reserva Federal de EE.UU., Ben Bernanke, quien ha dejado abierta la posibilidad de que se adopten nuevas medidas de estímulo monetario si la tasa de desempleo no baja lo suficiente.
La economía incorporó el mes pasado sólo 120.000 empleos, de acuerdo con un informe del Departamento del Trabajo dado a conocer la víspera, lo que equivale a menos puestos de trabajo de los previstos, pese a la que la tasa de desocupación cayó a 8,2 por ciento, la mínima en los últimos tres años.
Los expertos esperaban que los nuevos empleos no agrícolas crecieran no en 120.000 sino en 203.000, y que la tasa de desempleo se mantuviera en 8,3 por ciento. ¿Qué significa eso, que no es bueno que la desocupación disminuya? En lo absoluto, se trata de que algunos economistas apuntan que la baja, en este caso, podría ser una mala señal.
Se basan en el argumento de que la caída del desempleo sería resultado de que más trabajadores abandonaron la fuerza laboral, quizás porque renunciaron a la posibilidad de conseguir trabajo, o de forma más categórica, porque una parte de ellos se habría jubilado
Otro índice que añade incertidumbre a la ecuación es que la tasa de participación, que nos dice qué parte de la población integra la fuerza laboral, se redujo de 63,9 por ciento a 63,8 por ciento, entre febrero y marzo.
El problema es que no está muy claro hasta qué punto la última temporada invernal pudo haber influido en la menor generación de empleos, lo que suele suceder cuando el frío es sumamente crudo o mayor de lo acostumbrado. Pero este año ocurrió todo lo contrario, lo que hace temer que la situación no sea radicalmente diferente en la primavera.
Aunque el número de personas que no trabajaron debido al invierno fue de sólo 96.000, la menor para el mes desde el año 2000, lo cierto es que el sector de la construcción registró pérdidas de puestos de trabajo por segundo mes, con 7.000 plazas menos, y el sector minorista también fue vapuleado con la contracción de 33.800 empleos.
A pesar de que el salario promedio por hora aumentó cinco centavos de dólar en marzo, ha sido muy decepcionante para los economistas que las empresas redujeran en 7.500 (después de haber subido en 54.900 en febrero) la contratación de trabajadores temporales, que suele ser el primer paso dado por los empleadores antes de ofrecer empleos permanentes.
La débil recuperación del mercado laboral, que preocupa tanto a las familias estadounidenses como al presidente Barack Obama en sus aspiraciones de reelegirse en los comicios de noviembre, es también un problema mayor para el jefe de la Reserva Federal de EE.UU., Ben Bernanke, quien ha dejado abierta la posibilidad de que se adopten nuevas medidas de estímulo monetario si la tasa de desempleo no baja lo suficiente.