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Al Qaeda: un año después


La muerte de Osama bin Laden fue un golpe de efecto poderoso contra al Qaeda.
La muerte de Osama bin Laden fue un golpe de efecto poderoso contra al Qaeda.

La muerte de Osama bin Laden fue un duro revés para la red terrorista, pero la amenaza contra EE.UU no ha sido totalmente conjurada.

Un año después de que comandos especiales estadounidenses, los navy seals, tomaron por asalto el refugio de Osama bin Laden en Abotabad, Pakistán, y dieron muerte al terrorista más buscado del planeta, el peligro que representa al Qaeda no ha sido aún erradicado de raíz.

En vísperas de conmemorarse la caída de bin Laden, el principal consejero antiterrorista de la Casa Blanca, John Brennan, reveló que según documentos incautados el 2 de mayo de 2011 en su escondite, el cabecilla de al Qaeda pensaba que la red iba de “desastre en desastre”.

Al Qaeda - bin Laden

Varios frentes a la vez

Por más que lo ha intentado, debilitada, al Qaeda no ha conseguido repetir un ataque en territorio estadounidense, sin embargo ha logrado trasladar los focos de tensión a otros escenarios geográficos, y desde Afganistán y las zonas tribales de Pakistán los ha ampliado a países como Yemen, Somalia, Nigeria, y otras partes de Africa.

Uno de los grupos afiliados a la red en la Península Arábiga, conocido por sus siglas en inglés como AQAP es según expertos en contraterrorismo el mejor preparado para lanzar algún tipo de ataque contra EE.UU. tras haberse procurado un santuario en el sur de Yemen aprovechando las revueltas provocadas por la Primavera Árabe.

Algunos militantes reclutados por la red que originalmente viajaron a Pakistán se han ido sumando en Yemen a grupos como AQAP, en el norte de Africa al Maghreb Islámico (AQIM), dispersándose por Argelia, Mali, Mauritania y Níger, y tratando de asentarse en Libia y de aliarse con los salafistas de Boko Haram, en Nigeria.

Otro grupo asociado con al Qaeda cuya evolución es seguida con detenimiento por EE.UU. es al Shabab, movimiento islámico de Somalia al que se atribuyen numerosos atentados y secuestros en ese país, y que habría conseguido reclutar a terroristas nacionalizados estadounidenses y europeos con mayores posibilidades de perpetrar atentados en Occidente.
Tales documentos proporcionaron a los servicios de inteligencia de EE.UU. la certeza de que "con sus más preparados y experimentados comandos perdidos tan rápidamente (luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001), al Qaeda tuvo problemas para remplazarlos”, y bin Laden consideró hasta cambiarle el nombre a la red.

Expertos señalan que, perseguido hasta la saciedad y sin poder abandonar su refugio, el papel de bin Laden en la organización había quedado aparentemente limitado a la mínima expresión con muy poco o ningún contacto con operativos dentro de su red.

Según Brennan, la moral dentro del grupo es actualmente “ baja y la inteligencia indica que algunos miembros están desertando y volviendo a sus casas, sin duda conscientes de que esta es una batalla que nunca ganarán". Sin embargo, eso no significa que la amenaza terrorista se haya disipado.

Hace apenas un par de semanas, Najibullah Zazi, un joven que se declaró culpable de querer cometer una masacre en EE.UU. en 2009 describió cómo junto con su contacto de al Qaeda en Pakistán consideró atentar contra el metro o cines en Nueva York.

Coincidiendo con el aniversario de la muerte de bin Laden, los aeropuertos estadounidenses y también los europeos reforzaron las medidas de seguridad. Y al menos existen todavía cinco cabecillas vinculados con la red que constituyen objetivos de primer orden en la lucha antiterrorista.

Los más significativos entre ellos son el sustituto de bin Laden al frente de al Qaeda, el egipcio Ayman al-Zawahri, presumiblemente oculto en Pakistán, y el libio Abu Yahia al-Libi, de facto el número dos en la escala de mando y un ideólogo y propagandista muy activo que escapó en 2005 de una prisión de alta seguridad en Bagram, Afganistán.

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También figuran en la lista el Mullah Mohammed Omar, jefe de los talibanes afganos estrechamente vinculado a la red; el yemení Nasser al Wahishi, ex ayudante de campo de bin Laden, e Ibrahim Hassan al Asiri, el cerebro detrás de las sofisticadas bombas utilizadas en los últimos años en numerosos y frustrados ataques contra EE.UU.

Fue al Asiri el responsable de preparar los explosivos utilizados para tratar de derribar un avión estadounidense que aterrizó en Detroit la Navidad de 2009, y también de las bombas ocultas en vuelos de carga que tenían como destino EE.UU. y que lograron ser interceptados un año después.
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