En 2023 las remesas a América Latina y el Caribe superaron los 160.000 millones de dólares representando el 5 % del ingreso total de la región, lo que marca una continuación en el patrón de crecimiento de años anteriores.
Este fenómeno no solo destaca la importancia económica de las remesas para los países receptores sino que también subraya la vitalidad de las redes transnacionales que las sustentan de acuerdo con Manuel Orozco, director de Migraciones, Remesas y Programas de Desarrollo de Diálogo Interamericano, un centro de pensamiento con sede en Washington.
La participación de una diversidad competitiva de operadores de transferencia de dinero ha sido un factor clave en este crecimiento regional, ofreciendo a los usuarios una variedad de opciones para el envío de fondos.
“Los últimos años han sido un período muy importante para las remesas en América Latina y el Caribe, en cuanto al peso económico que representa para las economías nacionales. Ha sido un tercer año consecutivo en el que el peso económico de este flujo de dinero ha sido bastante significativo”, indica Orozco.
Sobre eso, asegura que el 2024 podría estar marcando “un punto de inflexión” en los factores subyacentes que impulsan el crecimiento de las remesas debido “a la migración continuada” y “el aumento del monto promedio enviado, así como del incremento de personas que envían remesas”.
“En los últimos años, más de tres cuartas partes del crecimiento se explican por la migración y las nuevas personas que llegan”, exponía subrayando que “este año será interesante reflexionar sobre hasta qué punto este flujo de dinero continuará por la migración y cómo será”.
Tradicionalmente, el aumento continuo en la migración, el incremento en el principal remitido, la aparición de nuevos emisores de remesas y los incentivos del mercado han sido determinantes clave del crecimiento de las remesas.
“La masa crítica del volumen está teniendo un impacto, y gran parte de ello está relacionado particularmente con la intermediación y el papel que las empresas monetarias están desempeñando de manera significativa, asegurando que el flujo de dinero sea líquido e impactante”, agregó al respecto Manuel Orozco convencido de que este año se podría observar “un poco de crecimiento, pero no de la misma manera que en 2020”, cuando estalló la crisis sanitaria por el coronavirus.
Nuevas políticas en EEUU
En particular, en Estados Unidos se presentan desafíos políticos que podrían tener implicaciones profundas para el futuro de las remesas a la región. Por un lado, se ha propuesto imponer un impuesto a las remesas en Florida, una medida que, de ser implementada, podría desincentivar el envío de dinero hacia América Latina y el Caribe desde uno de los estados con mayor población de migrantes en los Estados Unidos. Este tipo de política podría aumentar los costos de transacción y, potencialmente, podría llevar a los remitentes hacia canales menos formales o más costosos, afectando tanto a los emisores como a los receptores de remesas.
Por otro lado, las políticas migratorias más estrictas de la administración Biden presentan un reto adicional. Estas políticas podrían limitar la capacidad de los migrantes de trabajar en los Estados Unidos y, por lo tanto, su capacidad para enviar dinero a casa. La reducción en el número de migrantes o la limitación de su acceso al mercado laboral estadounidense podría tener un efecto directo en los flujos de remesas, considerando que la diáspora es una de las principales fuentes de estos fondos.
Ambos desarrollos plantean interrogantes sobre la resiliencia y adaptabilidad del sistema de remesas ante cambios políticos y regulatorios. Aunque las remesas han demostrado ser sorprendentemente resistentes a lo largo de los años, enfrentando desde crisis económicas hasta desastres naturales, las políticas dirigidas específicamente hacia ellas o hacia los migrantes que las envían pueden probar ser un desafío de una naturaleza diferente.
Para mitigar los posibles impactos negativos de estos cambios, será crucial un enfoque coordinado entre los países de origen y destino, así como entre los operadores de transferencia de dinero. La innovación en los servicios de remesas, como las transferencias digitales y el uso de tecnologías de criptomonedas, podría ofrecer alternativas más económicas y eficientes. Además, las políticas que faciliten, en lugar de restringir, el flujo de remesas podrían ayudar a asegurar que forma de vida económica para muchas familias en América Latina y el Caribe se mantenga robusto.
Un motor para la región
El execonomista jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial Martín Rama en conversación con la Voz de América puso de manifiesto “la importancia” que tienen las remesas para la economía de la región.
“Las remesas son extraordinariamente importantes: muchos latinoamericanos trabajan en Estados Unidos”, dijo Rama y “con un poco de suerte, la economía estadounidense, que es una economía muy dinámica y muy flexible, va a empezar a recuperarse”.
Recordó que los migrantes de esa región “suelen trabajar en condiciones muy flexibles”, algo que podría acabar beneficiando a esta comunidad a la hora de volver a regresar a sus puestos de trabajo, y ya eso se está viendo.
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