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Varios devotos son clavados en cruces en Filipinas


Devotos vestidos como soldados romanos levantan a Ruben Enaje en la cruz después de haber sido clavado por trigésima segunda vez durante la recreación de la crucifixión de Jesucristo en un ritual del Viernes Santo en Filipinas, el viernes, 30 de marzo, de 2018.
Devotos vestidos como soldados romanos levantan a Ruben Enaje en la cruz después de haber sido clavado por trigésima segunda vez durante la recreación de la crucifixión de Jesucristo en un ritual del Viernes Santo en Filipinas, el viernes, 30 de marzo, de 2018.

Varios devotos católicos filipinos, incluso una mujer, fueron clavados el viernes en cruces de madera en una representación de los sufrimientos de Jesucristo.

Aunque es desaprobada por los líderes de la Iglesia católica, la sangrienta recreación de Viernes Santo fue vista por miles de espectadores.

Por lo menos tres de los ocho devotos que llevaban coronas de espinas fueron crucificados a media tarde al norte de Manila, por aldeanos vestidos como centuriones romanos. Los penitentes, en su mayoría gente pobre, dijeron que con sus acciones buscaban expiar sus pecados, ofrecer su sufrimiento por los enfermos o esperar que su gesto les traiga una vida mejor.

La representación presentada en el pueblo de San Pedro Cutud refleja una forma única del catolicismo que fusiona las tradiciones eclesiásticas con las supersticiones populares.

Dos hombres cuelgan de cruces durante la recreación de la crucifixión de Jesucristo en San Pedro Cutud, provincia de Pampanga, norte de Filipinas, el viernes, 30 de marzo, de 2018, durante el ritual del Viernes Santo.
Dos hombres cuelgan de cruces durante la recreación de la crucifixión de Jesucristo en San Pedro Cutud, provincia de Pampanga, norte de Filipinas, el viernes, 30 de marzo, de 2018, durante el ritual del Viernes Santo.

Los líderes de la Iglesia en Filipinas, la nación con más católicos en Asia, desaprueban estos rituales cuaresmales, especialmente si el evento se utiliza para impulsar el turismo y los negocios. Sin embargo, las representaciones de la crucifixión han persistido y se han convertido en una esperada atracción turística en el desconocido pueblo de la provincia de Pampanga, a unos 80 kilómetros (50 millas) al norte de la capital.

Aunque las crucifixiones se han vuelto una tradición veraniega para los lugareños, todavía dejan perplejos a muchos turistas extranjeros. “Es terrible”, expresó Luke Henkel, de Florida. “Dan ganas de detenerlos”.

Edwin Santiago, alcalde de San Fernando, la ciudad donde se encuentra San Pedro Cutud, dijo que más de 400 policías fueron desplegados y que se establecieron estaciones de primeros auxilios para atender a las multitudes.

Los aldeanos utilizaron los eventos para vender comida, agua, abanicos, paraguas y recuerdos, así como para alquilar aparcamientos y sanitarios. Una compañía líder de teléfonos celulares suministró carpas de sombra con su nombre grabado en ellas.

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