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Primeros norteamericanos vinieron de Siberia


Los restos del llamado Niño de Mal´ta se conservan en el Museo del Hermitage, en San Petersburgo, Rusia.
Los restos del llamado Niño de Mal´ta se conservan en el Museo del Hermitage, en San Petersburgo, Rusia.

Esa es la conclusión a que han llegado antropólogos tras hacer pruebas de ADN a los restos de hace 24 mil años del llamado Niño de Mal´ta, que se conservan en Rusia.

Los resultados de pruebas de AND hechas a los huesos de un jovencito que datan de 24 mil años han reforzado la teoría de que los primeros habitantes de Norteamérica vinieron de Siberia.

Las pruebas indicaron que casi el 30 por ciento de los antepasados de los indios norteamericanos provienen del denominado acervo genérico del Niño de Mal'ta, cuyos restos fueron descubiertos a final de los años 1920 cerca del poblado de ese mismo nombre en la zona central del sur de Siberia.

Según Kelly Graf, profesora adjunta del Centro para el Estudio de los Primeros Americanos y del Departamento de Antropología de la Universidad Texas A&M, las investigaciones señalaron que los antepasados de los primeros pobladores de EE.UU. no migraron directamente de Europa.

La antropóloga puso de relieve que el niño de Mal´ta, cuyo esqueleto se conserva en el Museo del Hermitage, en San Petersburgo, tiene cercanos lazos genéticos con los descendientes de indios norteamericanos y algunos euroasiáticos, especialmente grupos que viven en Asia central, del sur, y en Europa.

Esto explica, añadió, por qué se creyó que algunos esqueletos de los primeros indios norteamericanos como el denominado Hombre de Kennewick tenían rasgos europeos, una interpretación que llevó a muchos a pensar que esos nativos tenían su origen en el viejo continente.

El descubrimiento abre nuevas interrogantes acerca de la época en que los humanos hicieron su aparición en Alaska y en última instancia en Norteamérica, un tema que los estudiosos debaten con vehemencia.

“Aunque los resultados de nuestro estudio no se refieren directamente a esta polémica—precisó Graf—indican que los antepasados de los nativos norteamericanos podrían haber estado en Beringia, en el extremo noreste de Rusia y Alaska, en algún momento posterior a hace 24 mil años, y que por lo tanto pudiesen haber colonizado Alaska y las Américas mucho antes de hace 14 mil 500 años, la época sugerida por los registros arqueológicos”.
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