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España 1 - Portugal 0


David Villa grita a los cuatro vientos su cuarto gol en Sudáfrica y el boleto para cuartos de final, instancia a la que España no llegaba desde el 2002.
David Villa grita a los cuatro vientos su cuarto gol en Sudáfrica y el boleto para cuartos de final, instancia a la que España no llegaba desde el 2002.

David Villa fue el jugador del partido. Insistió al frente y consiguió el único gol que puso a España en cuartos de final.

Un partido sufrido, de ensueño, agónico para Portugal y glorioso para España.

El equipo de Cristiano Ronaldo no pudo ante la “furia roja” que por fin echó a andar a su maquinaria y destruyó el sueño de todos los portugueses, quienes pusieron sus esperanzas en una de las selecciones más grandiosas de la historia reciente de su país.

España fue siempre la que propuso al frente con un David Villa incisivo y un peligroso Fernando Torres, aunque éste último sigue sin tener suerte.

En el fondo Puyol y Piqué daban garantías, mientras que por el otro lado Simao Sabrosa y C. Ronaldo intentaban hacer daño sobre la meta de Casillas.

España pudo abrir el marcador desde los primeros minutos del primer tiempo, pero un inspirado Eduardo, quizás el mejor jugador de Portugal, negó la caída de su portería en repetidas ocasiones.

De tiro libre Ronaldo niveló la balanza, pero Casillas el fondo, aunque un poco nervioso, reaccionó siempre que se le exigió.

En el segundo tiempo un disparo de Tiago que rebotó en Puyol, por poco sorprende a Casillas, pero la pelota se fue desviada por poco.

En el minuto 60 España encendió por fin su maquinaria e inició una tormenta ofensiva sobre la meta de Eduardo que las tapó todas, excepto una.

Tres minutos después, Iniesta le puso una linda pelota a Villa que venía en carrera para romper el fuera de lugar, su disparo fue contenido por Eduardo, pero el rebote le quedó una vez más al cazador y de derecha, con Eduardo en el suelo, sentenció el partido.

El gol más importante de España en este Mundial. Una anotación que le dio a la "furia roja" su boleto a cuartos de final en donde ya espera Paraguay.

Portugal tendrá que esperar cuatro años más para intentar secarse las lágrimas de un llanto que inició hoy.

Japón 3 - Paraguay 5

El partido fue grande. Los equipos jugaron por el honor y ambos merecieron ganar. Pero las reglas son claras y uno solo tiene el privilegio de seguir haciendo historia.

Paraguay y Japón nos llevaron el partido más dramático que se ha jugado en Sudáfrica.

Fueron 120 minutos de juego, en donde ambas selecciones se entregaron hasta el final. Honda, Okazaki y Endo, pudieron desnivelar la balanza a favor de los “nipones”, pero no lograron concretar.

Santa Cruz y Cardozo también pudieron darle la gloria a la “albiroja” antes del final, aunque la zaga japonesa siempre estuvo atenta.

Con el cansancio sobre los hombros una sola sería la salida para este duelo que no encontró ganador en los 90 minutos reglamentarios, ni en los 30 del alargue. Los penales romperían el candado.

El árbitro lanzó su moneda al aire y la suerte fue echada. Paraguay dispararía primero y Kawashima, el portero japonés, intentaría cambiar el rumbo de la historia.

Barreto abrió la cuenta para Paraguay. Endo la igualó para los “nipones”. Lucas y Riveros, de Paraguay, anotaron sin problemas al igual que lo hizo Hasebe de Japón y el partido se ponía 3-2 a favor de los “guaraníes”. Entonces llegó una fuerte nube negra que opacó el brillo del “sol naciente”.

Komano se puso frente a la pelota, a 11 metros de Villar, el portero paraguayo. Esperó el silbatazo del árbitro, tomó distancia y disparó con brutalidad. Le pegó a la pelota con tanta potencia que ésta tomó vuelo y se estrelló en el larguero. Komano se tomó la cabeza consciente de que su error le costaría la vida en Sudáfrica a su selección.

Los “nipones” se unieron esperanzados en el milagro que nunca llegó. Luego de las anotaciones de Valdez y Honda, llegó Cardozo y con disparo sin potencia pero colocado, engañó por completo a Kawashima, y Paraguay gritó al cielo las gracias por poder clasificar a cuartos de final.

Los japoneses rompieron en llanto por lo que pudo ser y no fue. También los paraguayos lloraban, pero de alegría por darle a su país un momento único en la historia de Paraguay.

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