Los científicos están investigando cuáles medicamentos ya existentes que se utilizan para otras enfermedades pudieran ser útiles para tratar el nuevo coronavirus y reducir su mortalidad, pero en esto entra a jugar también su producción y asequibilidad.
Un estudio publicado en el Journal of Virus Erradication dice que ya se han identificado algunos medicamentos promisorios, los cuales están en varias etapas de pruebas clínicas en varias partes del mundo.
El estudio señala que si una o más de estas drogas prueba su eficacia, será necesario desarrollar su producción masiva y su disponibilidad a un costo bajo que pueda ser asequible para las economías de ingresos bajos y medianos.
Según dijo a la agencia Reuters, Andrew Hill, un investigador de la Universidad de Liverpool y uno de los autores del estudio, cualquier farmacéutica que fabrique un tratamiento contra el coronavirus necesita un plan claro para aumentar masivamente la producción, porque los suministros podrían agotarse rápidamente.
En el estudio publicado el viernes, Hill y otros cinco investigadores estudiaron el costo de fabricar los medicamentos que se prueban para el COVID-19.
Entre estos medicamentos se encuentran el Redemsivir, un compuesto que se creó contra el ébola; la cloroquina, usada contra la malaria; el antibiótico azitromicina; Esbriet para la fibrosis pulmonar; el tratamiento de la artritis reumatoide Actemra, y un cóctel de productos de AbbVie contra el VIH y la hepatitis C.
Los investigadores tomaron en cuenta los precios de los ingredientes farmacéuticos activos para hacer sus cálculos y tener una idea del costo de producir los medicamentos en gran escala.
La hidroxicloroquina, por ejemplo, usada por décadas contra la malaria y promocionada por el presidente Donald Trump y otros, cuesta 8 centavos, y el Redemsivir 93 centavos.
El estudio concluye que si estos medicamentos demuestran eficacia contra el covid-19, podrían ser fabricados a costos muy bajos, incluso a menos de los precios actuales.
También los cálculos de los costos mínimos de producción podrían generar negociaciones de precios para ayudar a asegurar un acceso global asequible a tratamientos vitales para la enfermedad a bajos precios globales.
