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Recuerdos de su sucesor


Tras la muerte de Juan Pablo II, se especuló sobre las características que la Santa Sede buscaba para su sucesor.
Tras la muerte de Juan Pablo II, se especuló sobre las características que la Santa Sede buscaba para su sucesor.

Benedicto XVI asumió el papado con el legado de la personalidad de Juan Pablo II que opacó y llenó de comparaciones su propio nombramiento.

Solidario, comprometido, compasivo y ahora santo, al que llamaron el Papa viajero por los numerosos viajes que le llevaron a recorrer el mundo, Juan Pablo II poseía una personalidad omnipresente.

Allí donde fuera no dejaba espacio a la indiferencia, su simple presencia era una apuesta de la Iglesia por aportar algo al mundo. Una imagen difícil de superar, un maestro al que imitar.

Tras la muerte del pontífice en 2005, los medios especularon sobre las características que la Santa Sede buscaba para su sucesor, y entre ellas se destacó que debería ser un Papa mediático.

Los comienzos de Benedicto XVI no fueron fáciles; se topó con los casos de abusos a menores, la polémica de la Iglesia con los métodos anticonceptivos y un amplio cuestionamiento acerca de su conservadurismo.

Sin embargo, el máximo representante terrenal de la Iglesia no ha quería romper con el legado de su predecesor.

Un recuerdo a su memoria

En el aniversario de la muerte y apenas a un mes de la canonización de Juan Pablo II, su sucesor, Benedicto VII dedicó sus oraciones a su "amado predecesor", Juan Pablo II, el domingo 3 de abril, durante el rezo del Ángelus.

“Mientras nos preparamos, a través del camino cuaresmal, a la fiesta de Pascua, nos acercamos también al día en el que podremos venerar como beato a este gran Pontífice y testigo de Cristo, y encomendarnos todavía más a su intercesión”, recordó durante la celebración.

No quiso sin embargo, dejar de añadir una invitación a los numerosos fieles. “La liturgia de este día nos recuerda que Jesucristo es la Luz del mundo. De su mano podemos afrontar la vida y vencer todo lo que oscurece la conciencia y nos impide distinguir el bien del mal”, señaló Benedicto XVI.

“Como hizo el siervo de Dios Juan Pablo II, del que recordamos el sexto aniversario de su fallecimiento, os invito a identificaros cada vez más con el Señor y de este modo avanzar siempre por el camino de la verdad y de la auténtica alegría”, concluyó.

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