Una visita recomendada para los que visitan Buenos Aires es el cementerio de la Recoleta.
Por más macabro que suene, el cementerio es un museo al aire libre: su increíble belleza, su arquitectura y la cantidad de personajes históricos que allí descansan atrae a miles de turistas por día.
El domingo por la tarde, había en la entrada del cementerio una guía turística con un barbijo que colgaba de su cuello (por esto de la gripe A H1N1) que vendía los mapas del cementerio a seis pesos argentinos, unos US$ 1,6.
Conviene comprar un mapa ya que el cementerio tiene 54.843 metros cuadrados y es fácil perderse entre tantos mausoleos y bóvedas.
El mapa señala el camino hacia la bóveda más visitada del cementerio: la de la familia Duarte, donde se encuentran los restos de María Eva Duarte de Perón, más conocida como Evita, la segunda esposa del ex presidente Juan Domingo Perón que fue un símbolo de la clase trabajadora argentina.
Comparada con otras bóvedas que hay en el cementerio, la de Evita no se destaca tanto por su apariencia. Pero es fácil distinguirla de las demás porque allí se aglutinan los turistas a sacarle fotografías. Además, según una crónica del periódico La Nación, en esa bóveda “siempre hay flores frescas”.
Un grupo de visitantes es liderado por el historiador y guía turístico Osvaldo Ituarte. Él trabaja hace 12 años en el cementerio, según dijo a la Voz de América, y asegura conocer la historia de “casi todas” las 4.800 bóvedas que hay allí.
Con gafas de sol, campera de cuero y un cigarrillo Marlboro en la boca, Ituarte narra con lujo de detalles la sorprendente historia post-mortem de Evita.
“No es que me guste contarla, creo que es una tragedia griega que hay que darla a conocer”, dijo.
Pasaron 24 años antes que el cuerpo de Evita pudiera descansar en paz en el cementerio de la Recoleta.
En 1955, tres años después de que falleciera, su cuerpo fue secuestrado por los militares que gobernaban en la época y fue escondido en los lugares más insólitos con tal de evitar que su lugar de entierro se convirtiera en un santuario, según Ituarte.
Algunos de los escondites incluyeron una furgoneta, oficinas públicas y atrás de la pantalla de un cine.
Luego, en un operativo encubierto del cual participó indirectamente el Papa Pío XII, su cuerpo fue trasladado a un cementerio en Italia (ver nota: “El increíble secuestro del cuerpo de Evita”).
Recién en 1974 fue repatriado a Argentina y enterrado en el cementerio en 1976, dijo Ituarte.
Hoy por hoy la tumba de Evita es visitada diariamente por 2.500 personas, dijo Ituarte.
Sin embargo, hay muchas más bóvedas para ver, según el historiador, pues en ese cementerio están enterradas las figuras más relevantes de la historia cultural, política y social de Argentina.
“Hay 21 presidentes, 200 guerreros de la independencia, grandes escritores como José Hernández, autor de Martín Fierro, Miguel Cané, Enrique Rodríguez Larreta, José Mármol, Victoria Ocampo, su hermana Silvina Ocampo y la familia del escritor Jorge Luis Borges”, dijo Ituarte.
En total, son 350.000 cadáveres, gran parte de ellos ilustres ciudadanos.
Ituarte dijo que los turistas siempre le preguntan si ese cementerio sigue activo y la respuesta es sí, todos los días hay entierros. Pero para estar en el cementerio de la Recoleta, la persona tiene que tener una propiedad adquirida con anterioridad a su muerte.
Otra pregunta que suelen hacerle los visitantes es si el ex presidente Néstor Kirchner será enterrado allí cuando muera.
Ante la pregunta, Ituarte se permite un chiste: “Opino que en cualquier cementerio del mundo menos en Jerusalén, pues allí enterraron a una persona que resucitó, y no sea cosa que el milagro se repita”.
Ficha técnica
El predio fue inaugurado el 17 de noviembre de 1822. Fue el primer cementerio público de la Ciudad de Buenos Aires.
Tiene 4.800 bóvedas distribuidas en 54.843 metros cuadrados. Allí descansan los protagonistas más relevantes de la historia argentina.
El cementerio abre todos los días de 7 a 18 horas. La entrada es gratuita.