Tras días de ocupación y protestas en la mítica plaza de Tahrir, los militares bajo las órdenes del general Abdel Fattah al-Sisi, jefe de las fuerzas armadas, perpetraron este miércoles un golpe de estado en el que, el hasta ahora presidente Mohammed Morsi, ha sido derrocado y la Constitución ha quedado temporalmente suspendida.
Algunos afirman que la revolución ha renacido, aunque muchos más, especialmente los ciudadanos de Egipto, aseguran que la Primavera Árabe nunca terminó.
La Voz de América conversó con una familia de El Cairo, cuyos miembros han acudido a las protestas que han tomado la capital egipcia y donde los pareceres, al igual que los de la mayor parte de los ciudadanos egipcios, se han ido adaptando a medida que se sucedían los acontecimientos.
De los cinco miembros de la familia Mohamady Abdelgawad, el padre, Ashraf (51 años), y los dos hijos pequeños, Kareem (16) y Mohab (14), creyeron en Morsi al principio. La madre, No-ha (47 años), y el hijo mayor, Ahmed (19), han sido los más escépticos.
Sin embargo, ahora todos los miembros de la familia están agradecidos al General Sisi y a todos los militares por haber derrocado a Morsi y haber ejecutado la voluntad del pueblo.
“Está [Sisi] haciendo lo mejor para el país, no es un golpe de estado, está tratando de evitar que la religión sea un motivo de división, somos una sola persona, un solo país, y está intentando apoyar eso”, explica Ashraf.
El padre, al igual que muchos egipcios, era un gran seguidor de Morsi cuando fue elegido presidente.
“Apoyé a Morsi por lo que prometía. Los ciudadanos pensamos que nos iba a devolver el dinero que Mubarak había controlado durante tanto tiempo para construir un nuevo Egipto. Pero pasaron los días, las semanas y los meses y Morsi y la Hermandad Musulmana no cumplieron nada de lo que habían prometido”, explica Ashraf.
Por el contrario, la madre, No-ha, siempre estuvo en contra de Morsi y de la Hermandad Musulmana porque conocía su historia y cómo se comportaban.
“Los egipcios somos religiosos por naturaleza. La Hermandad se dedicó a utilizar argumentos religiosos para convencer a la gente, y eso no está bien. Utilizaron la religión para engañar a los ciudadanos y para beneficiarse ellos mismos, porque sabían que el pueblo les seguiría si usaban esos argumentos”, aseveró No-ha.
Ahmed, Karim y Moo-hab coinciden en que la población confió en Morsi porque les devolvió esperanzas y porque convenció al pueblo de que era un buen hombre religioso, pero perdió todo el apoyo cuando la nación se dio cuenta de que todo lo que había prometido eran mentiras.
“Queremos que la religión y la política sean cosas diferentes. La religión es para Dios, la política es otro tema”, argumenta esta familia.
Algunos afirman que la revolución ha renacido, aunque muchos más, especialmente los ciudadanos de Egipto, aseguran que la Primavera Árabe nunca terminó.
La Voz de América conversó con una familia de El Cairo, cuyos miembros han acudido a las protestas que han tomado la capital egipcia y donde los pareceres, al igual que los de la mayor parte de los ciudadanos egipcios, se han ido adaptando a medida que se sucedían los acontecimientos.
De los cinco miembros de la familia Mohamady Abdelgawad, el padre, Ashraf (51 años), y los dos hijos pequeños, Kareem (16) y Mohab (14), creyeron en Morsi al principio. La madre, No-ha (47 años), y el hijo mayor, Ahmed (19), han sido los más escépticos.
Sin embargo, ahora todos los miembros de la familia están agradecidos al General Sisi y a todos los militares por haber derrocado a Morsi y haber ejecutado la voluntad del pueblo.
“Está [Sisi] haciendo lo mejor para el país, no es un golpe de estado, está tratando de evitar que la religión sea un motivo de división, somos una sola persona, un solo país, y está intentando apoyar eso”, explica Ashraf.
El padre, al igual que muchos egipcios, era un gran seguidor de Morsi cuando fue elegido presidente.
“Apoyé a Morsi por lo que prometía. Los ciudadanos pensamos que nos iba a devolver el dinero que Mubarak había controlado durante tanto tiempo para construir un nuevo Egipto. Pero pasaron los días, las semanas y los meses y Morsi y la Hermandad Musulmana no cumplieron nada de lo que habían prometido”, explica Ashraf.
Por el contrario, la madre, No-ha, siempre estuvo en contra de Morsi y de la Hermandad Musulmana porque conocía su historia y cómo se comportaban.
“Los egipcios somos religiosos por naturaleza. La Hermandad se dedicó a utilizar argumentos religiosos para convencer a la gente, y eso no está bien. Utilizaron la religión para engañar a los ciudadanos y para beneficiarse ellos mismos, porque sabían que el pueblo les seguiría si usaban esos argumentos”, aseveró No-ha.
Ahmed, Karim y Moo-hab coinciden en que la población confió en Morsi porque les devolvió esperanzas y porque convenció al pueblo de que era un buen hombre religioso, pero perdió todo el apoyo cuando la nación se dio cuenta de que todo lo que había prometido eran mentiras.
“Queremos que la religión y la política sean cosas diferentes. La religión es para Dios, la política es otro tema”, argumenta esta familia.