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Las claves del nexo Venezuela-Irán: ideología, ilícitos, gasolina y mucha opacidad


El buque cisterna iraní "Fortune" en la refinería de El Palito, en Puerto Cabello, Venezuela, el 25 de mayo de 2020.
El buque cisterna iraní "Fortune" en la refinería de El Palito, en Puerto Cabello, Venezuela, el 25 de mayo de 2020.

Irán envió cinco tanqueros con gasolina, dispuso 16 vuelos de su aerolínea estatal y atracó un barco cargado de comida y suplementos médicos en Venezuela durante los últimos 90 días, como muestras rotundas de que la relación entre los ayatolás y el presidente en disputa Nicolás Maduro entró en una espiral de consolidación, según analistas.

Los vínculos entre los gobiernos persa y venezolano han reavivado la preocupación de Estados Unidos, cuyos voceros oficiales expresaron esta semana su convicción de que Venezuela se ha convertido en una especie de santuario para organizaciones terroristas.

El embajador Nathan Sales, coordinador de la estrategia antiterrorista del Departamento de Estado de Estados Unidos, dijo esta semana a la Voz de América que cualquier cooperación entre Irán y Maduro, a quien llamó “autócrata”, será vista con preocupación.

El informe anual de contraterrorismo revelado por Mike Pompeo, secretario de Estado, también puso en evidencia la inquietud de Washington sobre la presencia en Venezuela de “simpatizantes de Hezbolá”, el autoproclamado “partido de Dios” del Líbano respaldado por Irán.

Joseph Humire, experto en seguridad global y con especialidad en amenazas trasnacionales en el hemisferio occidental, explica a la VOA que los nexos datan de hace al menos 15 años, esencialmente en lo económico y militar, durante la presidencia del fallecido Hugo Chávez.

Joseph Humire, experto en seguridad global y con especialidad en amenazas trasnacionales en el hemisferio occidental.
Joseph Humire, experto en seguridad global y con especialidad en amenazas trasnacionales en el hemisferio occidental.

Esos convenios con Irán generaron las primeras sanciones de Estados Unidos contra el oficialismo venezolano. En 2011, y luego en 2013, Washington impuso restricciones a las estatales Petróleos de Venezuela y Cavim por hacer negocios con los ayatolás.

La cooperación entre ambas naciones se enfrió entonces, al menos en lo formal, y se reactivó hace tres años, en la gestión del presidente en disputa Nicolás Maduro, precisa.

El intercambio reciente está teñido de sospechas, opina Humire, director del Centro por una Sociedad Libre y Segura, un centro de estudios de seguridad estadounidense.

“Es muy oscuro lo que están haciendo. Sabemos lo que dicen el papel y los acuerdos: arreglo de motores de aviones no tripulados, de plantas químicas, de gasolina. Pero siempre hay una sospecha con Irán”, afirma.

Humire teme que exista una misión de corte militar detrás de las operaciones energéticas. “Ha habido evidencia en el pasado de que Irán usa su comercio y acuerdos económicos como una fachada para sus ambiciones militares”, expresa.

La cantidad de combustible iraní que llegó a Venezuela, destaca, era lo que esa nación podía refinar en solo 24 horas hace pocos años. Por ello, considera que la algarabía mediática de los gobiernos suramericano e iraní tiene madera de “show” y “propaganda”.

Estados Unidos identificará los “nodos críticos” de los acuerdos, es decir, entidades e individuos clave en la relación, para anularlos financiera y hasta penalmente, prevé.

Observa que el patrullaje de Estados Unidos en el Caribe se limita al narcotráfico y no al material que entra en la categoría de armas de destrucción masiva, algo que considera “vital”.

Un “sinsentido” geográfico

Caracas y Teherán, de diferentes hemisferios, con distintas culturas, tienen poco en común, destaca Juan Francisco Contreras, presidente del colegio de internacionalistas de Venezuela.

Sus dos gobiernos, sin embargo, comparten capacidades exportadoras de petróleo, membresías en la OPEP y un marcado antiimperialismo norteamericano, diagnostica.

“Nada tiene que ver con la población y el sentimiento venezolano. En políticas y las relaciones internacionales, no siempre es cierto que el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, señala en entrevista con la VOA.

Venezuela ha violado este siglo su histórico principio de neutralidad entre los países exportadores del Lejano y Medio Oriente a favor de su relación con Irán, indica Contreras.

“Se ha establecido una relación mucho más cercana con los persas que con los árabes y eso ha tenido consecuencias en la toma de decisiones de la OPEP”, expone.

Maduro dijo en junio que visitaría Irán a agradecer personalmente a sus autoridades por la asistencia con combustible y a firmar nuevos acuerdos energéticos, financieros y militares.

El presidente en disputa comparó las presiones de Estados Unidos hacia Irán y Venezuela con la asfixia sufrida por el afroamericano George Floyd bajo custodia policial.

“Gracias a Irán, aplausos a la República Islámica de Irán desde todos los hogares, al líder supremo el ayatolá Jamenei, al presidente Hasán Rohaní. Pronto iré a Irán a abrazarlos, apenas lo permitan las condiciones sanitarias de Irán y Venezuela”, anunció.

La importación de gasolina, comida y artículos médicos iraníes refleja que Venezuela se ha quedado con poca capacidad de maniobra en el tablero internacional, según Contreras.

La distancia geográfica entre Venezuela e Irán, de 12.000 kilómetros, solo remacha lo costoso y lo ilógico de la relación, opina.

“Es un sinsentido. Es realmente inviable y lo ha hecho es incrementar las sanciones”, afirma Contreras, quien asevera que el madurismo se encuentra “aislado” y fuera de orden en las relaciones internacionales de ambos hemisferios.

La clave: lo que se llevan

Estados Unidos esperaba que la muerte de Hugo Chávez y la asunción del poder de Maduro, su heredero político en 2013, distanciaran a Venezuela de Irán, detalla Hugo Acha, abogado experto en seguridad regional.

Esas expectativas se frustraron gracias al concurso de los servicios de inteligencia de Cuba, que convencieron a Maduro y a Hasán Rohaní, el entonces incipiente líder de Irán, de los frutos que tendría la profundización de sus relaciones, a su juicio.

“Se encargaron de que sus nexos se vuelvan mucho más relevantes en el área gris, de lo ilícito, de las actividades de los organismos de inteligencia y de la guerra asimétrica”, dice.

Acha confiesa, por ende, su preocupación por el contenido de los vuelos frecuentes de la aerolínea estatal iraní hacia y desde Venezuela.

“Siempre me ha preocupado, más que lo que se pueda traer a Venezuela, lo que se pueda llevar de Venezuela en recursos, ilícitos, diferentes productos que están sancionados por las Naciones Unidas”, manifiesta en entrevista con la Voz de América.

El vínculo de Venezuela e Irán, de acuerdo con las investigaciones de Acha, ayudó a abrir la puerta en años recientes a actores foráneos que se consolidaron incluso con presencia militar en la región americana, como Rusia, China y los servicios de inteligencia iraníes.

Una figura clave en el vínculo binacional es el vicepresidente económico venezolano y hoy encargado de PDVSA, Tareck El Aissami, buscado penalmente por Estados Unidos.

“Ha permitido que las relaciones entre Irán, Hezbolá y Venezuela alcancen un nivel de eficiencia y efectividad muy grande a partir de la generación del apoyo financiero, las actividades ilícitas y del empleo del estado venezolano como una cobertura para operaciones complejas en el hemisferio occidental”, argumenta.

La línea roja

Irán acomete en Venezuela un experimento político para reengancharse con la región de una manera jamás vista desde la firma del acuerdo nuclear con las seis potencias mundiales en 2015, opina Douglas Farah, de la firma IBI Consultants y experto en seguridad nacional.

Es, a su entender, la reactivación de una red política e ideológica que procura comprar alianzas comerciales y acceso al sistema bancario europeo y estadounidense.

“Hay una mezcla de actores de Irán, Hezbolá, de otros grupos terroristas y de naciones, aislados, criminalizados, que no tienen mucho poder por sí mismos, pero, juntándose, pueden acumular ciertas fuerzas que son una amenaza a la región”, analiza.

Insiste en que los tratos energéticos y comerciales entre Venezuela e Irán son “un ensayo” entre dos naciones sancionadas al extremo, que piensan que ahora tienen poco que perder.

“Pueden negociar sin temer mayores consecuencias o un castigo mayor”, apunta.

Farah, como Acha, también está preocupado por el tránsito sin control de personas entre los dos países. Hacen, cree, un ejercicio de medición de la línea roja que no deben cruzar.

“Están buscando un punto entre los dos para aprovechar al máximo ese flujo de oro y muchas otras cosas que salen de Venezuela para dejar que Irán gane algo en el negocio de la gasolina, de reparar las refinerías e ir empujando hasta donde haya una reacción”, indica.

Farah valora que esa línea roja está en el terreno militar y que existe una “distracción generalizada” en Estados Unidos, el resto del continente y Europa por las elecciones presidenciales de noviembre, la pandemia y la crisis económica.

Esa desatención deriva en que la toma de acciones decisivas sobre Venezuela no tenga una prioridad muy alta en la agenda política, lo que para Farah es “peligrosísimo”.

Maduro no es inmune a las consecuencias ni su administración quedará impune por sus negocios con Irán, opina Farah, sin embargo. Vaticina nuevas sanciones, que, dice, han provocado que cada paso económico que tome el chavismo tenga “un costo enorme”.

Otra posibilidad es una negociación política con el presidente en disputa de Venezuela, que podría costarle las elecciones a Donald Trump, al menos en la Florida, proyecta Farah.

“Por el momento, no está en la mesa, pero podría ser”, concluye.

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