La importancia de los "rastreos de contactos" para aliviar la pandemia

Un usuario consulta una aplicación de rastreo de contactos en su teléfono inteligente, el 15 de abril de 2020.

Con decenas de millones de personas sin trabajo en Estados Unidos, no hay escasez de fuerza de trabajo para rastreadores de contactos. Los empleos de primer nivel de rastreo de contactos pagan alrededor de 30.000 dólares al año.

Un día de agosto de 2017, un hombre de 31 años con tos abordó un autobús casi lleno en Antananarivo, la capital de Madagascar.

El hombre murió antes de llegar a su destino.

Este incidente desencadenó una de las mayores plagas de neumonía en décadas. Para finales de noviembre, más de 2.400 personas habían sido infectadas y 209 habían muerto.

Equipos de baloncesto de la región del océano Índico estaban en Madagascar en esos días para una competición. Un entrenador de Seychelles pereció y un jugador sudafricano cayó enfermo. Hubo temores de una expansión global.

Para frenar la propagación, las autoridades necesitaban romper las cadenas de transmisión: encontrar a las personas que estuvieron en contacto con cada individuo infectado y prevenir que contagiaran a los demás.

Es un método que se conoce como rastreo de contactos. Es lo que los expertos dicen que Estados Unidos debería incrementar a medida que se alivien los confinamientos por la COVID-19.

Las infecciones de COVID-19 inevitablemente aumentarán en las próximas semanas, afirman, y recomiendan formar un equipo de trabajo para impedir que los nuevos pacientes reactiven la pandemia. La experiencia de la pequeña isla de Madagascar podría ofrecer a Estados Unidos y otros países lecciones y procedimientos muy valiosos.

Ojos y oídos

Mientras que las autoridades de salud en Estados Unidos dicen que necesitarían contratar a por lo menos 100.000 rastreadores de contactos, Madagascar aprovechó una red de voluntarios de salud comunitarios que estuvieron dispuestos a asumir la tarea cuando comenzó el brote.

Estos voluntarios van de puerta en puerta en comunidades de todo el país como educadores de salud. Se aseguran de que las mujeres embarazadas reciban atención prenatal y que los niños estén vacunados. También atienden enfermedades comunes, como la malaria, la diarrea y la neumonía.

"Ellos son los ojos y oídos del sistema de salud”, dijo John Yanulis, quien dirigió el programa por la organización sin fines de lucro Management Sciences for Health. "Son miembros muy apreciados en su comunidad”.

Así que cuando se llamó a los voluntarios a convertirse en rastreadores de contactos de la plaga de neumonía, la comunidad ya los conocía y los escuchaba. La gente estuvo dispuesta a compartir información sobre quiénes estaban en riesgo.

La plaga neumónica es 100% fatal en pocos días si no se atiende a tiempo. Los voluntarios distribuyeron antibióticos que prevenían la infección.

Ocasionalmente, algunos no los aceptaban.

"Creo que el miedo era uno de los grandes factores”, dijo Yanulis. “La gente no sabe cómo lidiar con esas noticas” de que quizás estuvieron expuestos a una enfermedad mortal.

Los voluntarios acudían a sus superiores para solucionar las negativas. Llamaban al centro local de salud, los comités de las aldeas e incluso hasta alcaldes para tratar de convencer a las personas que era para el bien de todos.

Los mismos voluntarios dicen que “están listos” para enfrentar a la COVID-19 y en algunos casos ya están siendo entrenados y orientados.

En otros países de la región, como Kenya, Etiopía y Malawi, por ejemplo, estas personas son contratadas y reciben salarios, afirma Yanulis.

Don de gentes

En Estados Unidos, estados, ciudades y condados se preparan para contratar a miles de personas para que hagan el mismo tipo de tarea que ayudó a Madagascar a contener el brote de neumonía.

No necesitan mucha preparación, dice Yanulis, “solo sentirse cómodo para recorrer la comunidad”.

El proceso es básicamente similar, dice Tim Heymans, un especialista del Departamento de Salud de Minnesota. Cuando llama a una persona, la primera pregunta es si puede hablar con ella en privado. “Hay que demostrar que siempre se protege la privacidad, eso es lo que fomenta la confianza”.

Algunos se molestan y no quieren cooperar, explica Heymans, pero la mayoría de las veces recapacitan y dan señales de sentirse agradecidos de los consejos y se sienten dispuestos a ayudar.

Los que han tenido contactos con la COVID-19 necesitan aislarse por 14 días, y para algunos es pedirles demasiado. Según Heymans, los departamentos de salud deberían apoyar a las personas en cuarentena con alojamiento, alimentos, medicinas e incluso ayuda financiera.

Con decenas de millones de personas sin trabajo, no hay escasez de fuerza de trabajo. Según el periódico USA Today, en Massachusetts hubo 40.000 solicitantes para 1.000 plazas.

Los empleos de primer nivel de rastreo de contactos pagan alrededor de 30.000 dólares al año, según Adriane Casalotti, jefa de asuntos públicos y gubernamentales de la Asociación Nacional de Funcionarios de Salud de Ciudades y Condados.

La organización dijo que el Congreso debe asignar 7.600 millones de dólares a los departamentos de salud para contratar al menos 100.000 rastreadores de contactos, más 10.000 supervisores y 1.600 epidemiólogos.