Enlaces para accesibilidad

A dos años del inicio de la crisis, Pompeo insiste en "libertad y democracia" en Nicaragua


La primera dama Melania Trump y el secretario de Estado, Mike Pompeo, felicitan a Amaya Coppens, ex prisionera política nicaraguense al recibir el premio "Mujeres de Coraje", en marzo pasado.
La primera dama Melania Trump y el secretario de Estado, Mike Pompeo, felicitan a Amaya Coppens, ex prisionera política nicaraguense al recibir el premio "Mujeres de Coraje", en marzo pasado.

Hace hoy dos años se produjo una chispa de descontento. Esa chispa incendió Nicaragua. Miles salieron a las calles a protestar. Levantando barricadas. Mantuvieron alejada a la Policía con morteros caseros. El gobierno respondió un mes más tarde con policías y paramilitares.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, conmemoró hoy el segundo aniversario del inicio de las protestas civiles en Nicaragua que culminaron en una masacre de manifestantes desarmados por parte de policías y paramilitares armados con fusiles de guerra, lo cual sumió a Nicaragua en una espiral de represión y recesión económica.

“Hacemos un llamado al presidente (Daniel) Ortega y la vicepresidente (Rosario) Murillo a iniciar inmediatamente una transición democrática, incluyendo la restauración de las garantías de los derechos humanos, elecciones justas y libres, para permitir una Nicaragua saludable, próspera y libre”, dijo Pompeo, en una declaración distribuida por el Departamento de Estado.

El 18 de abril de 2018, centenares de nicaragüenses se congregaron frente a un céntrico centro comercial para protestar una reforma al sistema de seguridad Social que reduciría las pensiones a los jubilados.

La protesta fue disuelta por policías y simpatizantes sandinistas que con piedras y palos agredieron a los manifestantes. Los estudiantes universitarios se alzaron en protesta tomándose dos recintos universitarios. La población siguió el ejemplo levantando barricadas que bloquearon las principales carreteras, trancando el tráfico a nivel centroamericano.

Tras un mes de protestas y tanques, el gobierno de Ortega envió a policías y paramilitares a levantar las barricadas. Según organismos defensores de los derechos humanos, unos 500 manifestantes, armados en su mayoría con morteros caseros, resultaron muertos. Un bebé de meses de nacido recibió un disparo en la cabeza hecho por policías cuando sus padres caminaban por una calle de Managua con el niño en sus brazos. El Instituto de Medicina Forense dictaminó que la causa de la muerte del bebé, había sido “suicidio”. Centenares fueron arrestados o heridos. Varios medios de comunicación fueron intervenidos y cerrados. Reconocidos periodistas, encarcelados. Miles de nicaragüenses huyeron al exilio.

“Hoy, cumplimos precisamente dos años del día en que el pueblo nicaraguense se alzó pacíficamente a exigir libertad y democracia, exigiendo un cambio del régimen corrupto y represivo de Daniel Ortega y Rosario Murillo”, dijo Pompeo, en su declaración. “Desafortunadamente, los llamados del pueblo por libertad y democracia fueron respondidos con balas. Por lo menos 325 personas inocentes han sido asesinadas, muchas por francotiradores del régimen Ortega/Murillo”.

El gobierno de Ortega sin embargo maneja una cifra mucho menor de muertos y se los atribuye a los manifestantes, a quienes acusa de “actos terroristas”. Afirma que los paramilitares eran en realidad “policías voluntarios” o sandinistas que se armaron para defenderse de los “terroristas” que intentaron darle un golpe de estado con el apoyo de la Iglesia Católica, los empresarios y el “imperio norteamericano”. Niega matanza alguna y dice que los prisioneros políticos, son en realidad “delincuentes que mataron, destruyeron y aterrorizaron a la población”.

Un esfuerzo inicial impulsado por la Iglesia Católica por sentar a las partes en una mesa de negociaciones se vio frustrada y no se ha logrado hasta la fecha restablecer las conversaciones entre el gobierno y la oposición, que exigía el adelanto de las elecciones del 2021 y garantías de que los comicios serían libres y supervisados internacionalmente.

“En julio pasado, Ortega abandonó el diálogo nacional con la oposición política y hasta la fecha no ha cumplido con lo que sus representantes acordaron… incluyendo la restauración de las libertades civiles, la liberación de los presos políticos y la realización de reformas electorales significativas”, afirmó Pompeo.

Agregó que “aún hay más de 70 prisioneros políticos que continúan encarcelados. La Policía Nacional y parapolicías enmascarados continúan generando miedo a través de la intimidación y la violencia contra activistas y críticos”, dijo el jefe de la diplomacia estadounidense. Los ataques a la prensa continúan. Reporteros son abusados y hay esfuerzos contínuos de suprimir la libertad de expresión y los medios de comunicación independientes”.

Dos periódicos independientes, Metro y El Nuevo Diario se vieron forzados a cerrar sus operaciones debido a un bloqueo impuesto por el gobierno nicaraguense, cuya administración aduanera retuvo sin justificación miles de dólares en papel, tintas y repuestos para las imprentas. Sólo el Diario La Prensa, el más antiguo del país, logró sobrevivir el bloqueo.

Sumado a todo esto a Nicaragua ha llegado la pandemia del coronavirus.

El gobierno nicaraguense, sin embargo, no ha acatado las recomendaciones de confinamiento, distanciamiento social y otras medidas recomendadas por la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud.

Lejos de promover el distanciamiento social y el confinamiento, el gobierno ha convocado a miles de empleados públicos y simpatizantes sandinistas a marchas multitudinarias bajo el lema de “amor en los tiempos del coronavirus. Los colegios y universidades siguen abiertas, aunque muchos estudiantes no están asistiendo. Bares y restaurantes siguen operando. Y las ligas de fútbol y beisbol siguen su marcha, aún bajo las protestas de algunos jugadores.

Se ha negado a cerrar las fronteras, a suspender el ingreso de extranjeros y a posponer eventos deportivos. Organizaciones de la sociedad civil han lanzado campañas de educación sobre medidas preventivas. Y los nicaragüenses han escuchado. Muchos negocios han cerrado sus puertas y las calles de Managua lucen semidesiertas.

“La pandemia del COVID-19 ilustra una vez más el desastre de Ortega y Murillo. Esta crisis sanitaria aumenta el riesgo para la nación entera. El presidente Ortega continúa fallando al no ofrecer liderazgo a la población nicaraguense, y su administración refleja un evidente desinterés por el bienestar del pueblo nicaraguense al obviar las medidas públicas necesarias para contener el coronavirus”, afirmó Pompeo.

“Mientras el resto del mundo cancela grandes aglomeraciones y eventos, suspende la actividad económica no esencial y adopta medidas de distanciamiento social para desacelerar el brote de coronavirus, el régimen de Ortega y Murillo rehúsa siquiera reconocer el peligro de esta mortal pandemia”, dijo Pompeo. “El pueblo nicaraguense merece que medidas de confinamiento responsables sean instituidas sin más demora”.

Ortega mientras tanto, estuvo desaparecido de la vista pública durante 34 días generando especulaciones que estaba contagiado. La vicepresidente y esposa de Ortega, Rosario Murillo, hacía mensajes radiales diarios dando información sobre cómo, según ella, se estaba enfrentando la pandemia. Ortega reapareció esta semana sin un plan contra el coronavirus. Se limitó a criticar a Estados Unidos.

Analistas cuestionan discurso de Daniel Ortega
please wait

No media source currently available

0:00 0:02:07 0:00

XS
SM
MD
LG