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Trucos, amenazas, tragedia: los migrantes de Asia Central son el objetivo de la movilización militar rusa


Reclutas toman un autobús cerca de un centro de reclutamiento militar en Krasnodar, Rusia, el 25 de septiembre de 2022.
Reclutas toman un autobús cerca de un centro de reclutamiento militar en Krasnodar, Rusia, el 25 de septiembre de 2022.

Defensores de DDHH sostienen que se han visto inundados con pedidos de ayuda de miles de migrantes que se han alistado por error en el ejército ruso o han sido presionados para hacerlo.

Durante una sesión de armas de fuego en una base de entrenamiento rusa, dos soldados abrieron fuego contra otras tropas que se habían ofrecido como voluntarias para luchar en la guerra de Moscú en Ucrania.

El incidente del 15 de octubre, en el que murieron los dos atacantes y al menos otros 11 rusos, se produjo semanas después de que el Kremlin ordenara una movilización militar en reacción a una contraofensiva de las fuerzas ucranianas.

Uno de los atacantes era el ciudadano tayiko Ehson Aminzoda, de 24 años, dijeron sus familiares a RFE/RL. El hermano de Aminzoda, Firuz, dijo que Ehson "no era un terrorista" y lo describió como "un migrante común" que había estado trabajando durante los últimos siete meses en un restaurante de Moscú.

Si bien se desconoce mucho sobre el sangriento incidente en la ciudad rusa de Belgorod, lo que está claro son los peligros que plantea la campaña de movilización para los millones de inmigrantes de Asia Central que trabajan en Rusia.

Defensores de los derechos humanos dicen que se han visto inundados con los pedidos de ayuda de miles de migrantes que se han alistado por error en el ejército ruso o han sido presionados para hacerlo.

Valentina Chupik, directora de Tong Jahoni, una organización de derechos humanos enfocada en Rusia, dijo que hasta un tercio de las más de 500 apelaciones que recibe de migrantes cada día están relacionadas con el reclutamiento. Mientras tanto, los funcionarios rusos afirman que la movilización está llegando a su fin.

Entre los casos, están los de inmigrantes a los que se les ha solicitado en el centro de migración Sakharovo de Moscú que firmen un documento de 40 páginas que incluye documentos del servicio militar. Otros casos involucran a personas provenientes de Asia Central que no tienen ciudadanía rusa o permisos de residencia.

"En Rusia, todo vale ahora", dijo Chupik a Current Time, una red en idioma ruso afilaida a RFE/RL en cooperación con la VOA. "Hay casos en los que [los migrantes] son detenidos en la calle por la policía o la guardia nacional, golpeados, sometidos a descargas eléctricas en los genitales y se les dice que se alisten en el ejército. Por supuesto, se anotan".

Otros problemas que enfrentan regularmente los migrantes, desde la extorsión hasta la burocracia, se han visto "exacerbados por la guerra", agregó Chupik.

No está claro cuántos ciudadanos o personas con doble nacionalidad de Asia Central han sido reclutados por el ejército ruso desde que se anunció la movilización.

Audiencias cautivas

El 20 de septiembre, un día antes de que el presidente ruso Vladimir Putin anunciara la movilización, la Duma estatal aprobó enmiendas legales que ofrecen a los ciudadanos extranjeros una vía rápida "simplificada" para obtener la ciudadanía rusa a cambio de un año de servicio militar.

En las semanas siguientes, los inmigrantes en el centro de Sakharovo recibieron folletos que prometían salarios de más de 3.000 dólares al mes para servir en el ejército ruso, incluso cuando sus propios gobiernos advirtieron sobre largas penas de prisión para los nacionales que se unieran para luchar en guerras extranjeras.

Los reclutadores, incluido el grupo Wagner, un contratista militar relacionado con el Kremlin, no han perdido el tiempo apuntando a grupos sobre los que el Estado ruso tiene aún más influencia: detenidos y convictos.

Ruslan Vakhapov, experto de la ONG Russia Behind Bars, con sede en Moscú, dijo a RFE/RL que han recibido numerosos informes de reclutadores militares que visitan un centro de detención en la ciudad de Stavropol, en el suroeste de Rusia, en un intento de reclutar a ciudadanos de Asia Central que fueron detenidos por supuestamente violar las leyes de inmigración rusas.

"Estas son personas que han logrado comprar boletos para regresar a su patria, pero los militares que se presentaron en el centro les impiden irse. Les informan amablemente sobre los beneficios de unirse a las fuerzas armadas", dijo Vakhapov.

Los ciudadanos de Asia Central en las cárceles rusas han informado de un trato más duro, dijo Vakhapov.

La madre de un ciudadano uzbeko encarcelado en la misma prisión donde permanece el opositor ruso Alexei Navalny, informó que hijo le envió una carta que incluía una palabra en clave que ambos habían acordado en caso de que se enfrentara a un peligro extremo.

La mujer creía que su hijo se había visto obligado a aceptar unirse al ejército tras sufrir violencia e intimidación de los presos reconocidos dentro de la jerarquía de los presos rusos como "activistas", por su estrecha cooperación con los jefes penitenciarios.

Vakhapov dijo que la intervención de la embajada de Uzbekistán en Moscú, que afirmó que creía que el hombre había sido coaccionado para firmar, fue crucial para evitar su movilización.

“Después de que interfirieron, al día siguiente lo trasladaron de la sección de la prisión para reclusos listos que van a ser enviados [al servicio militar] hacia la sección general. Se le permitió regresar a su trabajo en la prisión”, dijo Vakhapov.

Persisten las amenazas de reclutamiento

Chupik dijo a RFE/RL que las quejas relacionadas con el reclutamiento militar se redujeron a alrededor de una cuarta parte desde su máximo a fines de septiembre, a medida que los migrantes "se dan cuenta".

Tong Jahoni ayudó a varios cientos de centroasiáticos con doble nacionalidad a huir de Rusia en los días inmediatamente posteriores a que Putin declarara la movilización. El anuncio también provocó que decenas de miles de hombres rusos huyeran del país para evitar el servicio militar obligatorio.

Sin embargo, no todos los inmigrantes entendieron el ejemplo.

A principios de este mes, RFE/RL informó sobre el caso de un kirguiso con doble nacionalidad que fue detenido en su apartamento de Moscú y enviado a una oficina de alistamiento militar a pesar de problemas de salud crónicos que lo obligaron a operarse de los riñones hace varios años. El hombre de 36 años, indentificado como "Esen" a petición suya, se desmayó en la oficina donde pasó varias horas sin alimentarse ni consumir agua. Fue llevado al hospital donde los médicos le entregaron un documento que confirmaba sus problemas renales.

Pero los oficiales militares, después de confiscar su pasaporte ruso, insistieron en que estaba en condiciones de pelear y advirtieron que se emitiría una orden de arresto si no se presentaba al servicio.

Esen y su esposa huyeron de su apartamento. Ahora están escondidos mientras intentan que les envíen sus pasaportes desde Kirguistán para hacer el intento de salir de Rusia, dijo la esposa de Esen.

El 14 de octubre, Putin dijo que la movilización terminaría a fin de mes y agregó que el ejército había reclutado a 220.000 hombres durante las primeras tres semanas. Días después, el alcalde de Moscú, Sergei Sobyanin, dijo que la movilización había terminado en la capital y sugirió que no habría repercusiones para quienes no respondieran a las citaciones.

Pero Chupik dijo que los inmigrantes, con o sin pasaporte ruso, "seguirán siendo obligados a 'voluntariarse' para luchar mientras haya necesidad de carne de cañón" en la guerra de Rusia en Ucrania, dijo.

"Nadie ha pedido el fin de la contratación contractual", agregó.

[Artículo escrito por Chris Rickleton, periodista de RFE/RL]

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