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Un CNE venezolano sin consenso “entrampará” la salida a la crisis


La sede del Consejo Nacional Electoral en Caracas, Venezuela. Junio 15, 2020. [Foto: AP]
La sede del Consejo Nacional Electoral en Caracas, Venezuela. Junio 15, 2020. [Foto: AP]

Exautoridades electorales de Venezuela llaman a un proceso de negociación que permita acordar un cronograma electoral y, finalmente, zanjar la crisis política. La comunidad internacional es clave en la búsqueda de una solución a través de los votos.

La Asamblea Nacional de mayoría oficialista se alista para escoger en los próximos meses un nuevo directorio del poder electoral venezolano. Hacerlo sin el concurso de la oposición solo entrampará aún más la crisis política nacional, advierten expertos consultados por la Voz de América.

En enero, solo 14 días luego de instalar el nuevo Parlamento, el chavismo aprobó la conformación de un comité de postulaciones para iniciar el proceso de selección de un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE). Esa instancia está integrada mayoritariamente por políticos aliados del presidente Nicolás Maduro, desconocido por decenas de países incluyendo Estados Unidos.

El chavismo ganó 253 de 277 diputaciones en las votaciones de diciembre pasado, que la oposición, la Organización de Estados Americanos y la Unión Europea desconocen por carecer de garantías mínimas y fundamentales.

A pesar de ese desconocimiento, el hecho político es que la selección de nuevos rectores electorales en Venezuela estará de facto en manos de los simpatizantes de Maduro.

Andrés Caleca, quien presidió el poder electoral venezolano a finales del siglo pasado, observa que ese nuevo directorio comicial tampoco contará con el respaldo de la oposición ni de buena parte de la comunidad internacional.

“Hay un punto fundamental, que es la desinstitucionalización total del país. Está AN fue electa fuera de la Constitución y la Asamblea de 2015 feneció en sus funciones. Es un país anormal, esquizofrénico”, asegura a la Voz de América.

La oposición aduce que el único poder legislativo democráticamente electo es el votado en 2015 y, por ello, instaló una “comisión designada” que extendió la vigencia de aquel parlamento.

Esa instancia concentró las competencias de la Asamblea Nacional en un grupo reducido de diputados que encabeza Juan Guaidó, a quien al menos 50 gobiernos del mundo reconocen como presidente interino de Venezuela.

“Seguiremos entrampados en una situación bipolar que no tiene solución a corto plazo, de estancamiento político y global del país, a menos que los factores políticos mayoritarios den el paso para enseriar esa situación”, dice Caleca, a propósito de los expeditos esfuerzos del oficialismo de designar un nuevo CNE.

Entre ilusiones y ficciones

Rafael Simón Jiménez, exvicepresidente del CNE vigente, opuesto al gobierno de Maduro a pesar de haber apoyado al chavismo en sus primeros años, indica que no siente esperanza alguna de que el nuevo poder electoral pueda exhibir la postura ecuánime y democrática que se demanda de tal institución.

Denuncia que todos los CNE venezolanos de este siglo han estado signados por una mayoría evidente de rectores que simpatizante con el chavismo y advierte que teme que el próximo directorio sea más desequilibrado que el actual.

“No me hago ilusiones. El CNE no cumple los requisitos constitucionales de probidad, transparencia. Pudiera terminar en un CNE peor que el actual, que ya es bastante decir”, asegura en conversación con VOA Noticias.

Jiménez renunció a su cargo dos meses luego de haber ocupado la vicepresidencia del CNE vigente por decisión del Tribunal Supremo de Justicia, un proceso rechazado por oposición y expertos en derecho, que sirvió finalmente como el principal argumento para no participar en los comicios.

El oficialismo subraya hoy que ese CNE era “temporal” y que es necesario que “la nueva Asamblea” escoja un poder electoral que esté vigente por siete años.

Jiménez resalta que, a su entender, los integrantes del CNE venezolano se designan por pactos políticos, por lo que llama a Guaidó y sus partidos aliados a “poner los pies sobre la tierra” para negociar una resolución electoral a la crisis.

“Hay signos evidentes de que se está produciendo una negociación. Ojalá eso sea lo que salga de todo esto por el bien de la gente que está sufriendo tanto en Venezuela. En todo caso hay que seguir el proceso con vigilancia”, señala.

Caleca, por su lado, observa que la inmensa mayoría de los representantes de la sociedad civil que incluyó el chavismo en el comité de postulaciones al CNE no tienen independencia política. Lo valora como un intento de “engaño”.

Hace votos por un “gran acuerdo con los factores internacionales en la mesa” para lograr un CNE equilibrado y, luego, organizar las elecciones regionales que, a su entender, pudieran ser la piedra fundacional de una votación de mayor relevancia, como un referendo revocatorio a Maduro el próximo año.

Algunos partidos aliados de Guaidó se inclinan a favor de participar en las votaciones de gobernaciones, que deberían realizarse este año. Guaidó se ha resistido pública y frecuentemente a la idea por considerar que no puede irse a elección con una “dictadura” que, a su juicio, solo busca “ganar tiempo”.

Y, ¿quién nombraría ese eventual CNE de consenso, el Parlamento dominado por el chavismo o la comisión delegada de la AN de 2015? Jiménez dice que el primero y aconseja a la oposición dejar a un lado el “surrealismo” y la “ficción” de una Asamblea caducada. Caleca, por su parte, cree que ambos parlamentos pueden tomar la misma decisión que se pacte en un proceso de negociaciones.

Caleca insiste en que es posible alcanzar un cronograma electoral satisfactorio para los actores en conflicto. “Si hay voluntad política, por supuesto que hay tiempo y hay gente. Venezuela tiene muchísimo más que cinco miembros honorables, reconocidos por todos. Es cuestión de voluntad”, concluye.

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