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La CELAC ¿sustituta de la OEA?


Es dudoso que Brasil, México, Chile y Colombia quieran dar preeminencia hemisférica a la CELAC.
Es dudoso que Brasil, México, Chile y Colombia quieran dar preeminencia hemisférica a la CELAC.

Varios de los gobiernos promotores de la nueva comunidad han dicho a las claras que en las decisiones sobre la región no debe contar para nada EE.UU.

Entres los documentos discutidos en Caracas y que dan nacimiento oficial a partir de este fin de semana a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) no hay ninguno que haga referencia directa a que el nuevo organismo regional asumirá las funciones reservadas hasta ahora a la Organización de Estados Americanos (OEA). Pero en política lo más importante suele ser lo que no se ve.

Lo visible por ahora es que Estados Unidos y Canadá han sido excluidos como miembros del nuevo foro hemisférico, y varios de los jefes de Estado que más promovieron la creación de la CELAC no sólo se han pronunciado repetidamente contra la OEA, sino que mantienen una política exterior de plano contrapuesta a la de Estados Unidos, como son los casos de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador.

Aunque entre los documentos que formarían parte de lo que se conocerá como Declaración de Caracas, no hay ninguna referencia a que la CELAC asumirá las funciones de la OEA, la intención entre líneas de sus principales gestores es la de que la nueva comunidad de Estados sea la institución "preeminente" encargada de tratar los asuntos de los países en el continente americano.

El anfitrión y principal organizador de la cumbre constitutiva de la CELAC, el presidente venezolano, Hugo Chávez, dijo esta semana que la OEA llegaría a ser reemplazada, y volvió a calificarla de organismo obsoleto para promover el desarrollo económico y combatir los problemas sociales en América Latina.

Tanto Cuba –que hace casi medio siglo fue expulsada de la OEA- como Bolivia han acusado a este organismo “de ser un instrumento del imperialismo de Estados Unidos”, y más recientemente, en víspera de la constitución de la CELAC, el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, dijo que de lo que se trata es de crear un nuevo sistema de integración regional “sin el poder gravitante” de EE.UU.

Pero lo que muchos analistas ponen en duda es que en efecto la CELAC sea capaz de hacer como el avestruz, enterrar la cabeza en la tierra y desconocer que EE.UU. y Canadá también forman parte del hemisferio. También ponen en entredicho que sea factible dar voz multilateral a un organismo en el que EE.UU., la principal economía de la región y del mundo, esté excluido.

El primer gran escollo para ese propósito sería de fondo, dada la participación en la CELAC de países como Brasil, que tiene pactados importantes acuerdos de cooperación con Washington, de México, Perú, Chile, Colombia y Panamá con los cuales EE.UU. ha suscrito acuerdos de libre comercio, así como de Costa Rica, para el que los estadounidenses son los primeros socios comerciales.

Los propios mandatarios de algunas de las naciones con más peso en la región han dado a conocer sus reticencias ante una posible disolución de la OEA y el propósito de Caracas, La Habana, Quito, La Paz y Managua de dar a la CELAC una orientación regional con un matiz más político e ideológico que económico.

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, dijo a sus interlocutores de la CELAC que “nosotros podemos construir una integración que sea realmente productiva y que nos lleve al crecimiento de nuestras economías, y también que nos lleve a un proceso que no sea la explotación de un país por otro".

En la misma dirección, el presidente de México, Felipe Calderón, llamó a que el nuevo ente multilateral sea un foro de concertación y de representación de los intereses regionales para promover el desarrollo comercial e industrial de los países socios. Hasta ahí.

Por lo demás queda por ver cómo la CELAC podrá abrirse paso en medio de la intrincada selva de organismos integracionistas, de vieja o reciente data, que abundan en la región, algunos ya avanzados como el MERCOSUR (1991), o un tanto debilitados como la Comunidad Andina (1969), y otros sin penas ni glorias como la ALADI (1980).

Tampoco está claro en qué plano quedaría la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), creada en 2004 como un alternativa de Chávez y de su aliado Fidel Castro al Área de Libre Comercio impulsada por EE.UU., ni qué papel pintará UNASUR (2008), otra criatura del presidente venezolano con iguales pretensiones integracionistas.

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