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Galletas terapéuticas contra la desnutrición infantil en Venezuela


Candiluz, alimento terapéutico en forma de galleta de la Fundación Flor de Luz, equivale a una comida diaria para niños entre 3 y 12. Foto: Cortesía - Fundación Flor de Luz.
Candiluz, alimento terapéutico en forma de galleta de la Fundación Flor de Luz, equivale a una comida diaria para niños entre 3 y 12. Foto: Cortesía - Fundación Flor de Luz.

El alimento en forma de galleta elaborado por un fundación venezolana contiene 478 calorías, distribuidas entre carbohidratos, grasas, proteínas y otros micronutrientes.

Cien gramos de galletas con los requerimientos nutricionales equivalentes a una comida principal, resultan un “apoyo” para decenas de familias de escasos recursos con niños de entre 3 y 12 años que presentan algún tipo de desnutrición.

Candiluz es un proyecto de la Fundación Flor de Luz que, al evaluar la agudización de la crisis de los servicios básicos, en 2017 comenzó a trabajar para “dar soluciones urgentes” a la población infantil con desnutrición en el estado Lara, a unos 400 kilómetros al oeste de Caracas.

“A los fines de responder a situaciones donde no hubiese gas, electricidad o agua potable para diluir un determinado producto nutricional, qué hacer. Nos ideamos la producción de este tipo de alimento para garantizar que el producto pudiera llegar a donde hubiese una escasez de servicios públicos tan extrema como la que padecen estas poblaciones”, explica a la Voz de América, Karly Gómez, coordinadora de proyectos de Fundación Flor de Luz.

El alimento terapéutico en forma de galleta contiene 478 calorías, distribuidas entre “carbohidratos, grasas, proteínas, además de micronutrientes como hierro, vitaminas del complejo B y acido fólico”.

“Sabemos que nuestros niños no alcanzan a consumir estas 1.400 o 1.600 calorías que requiere un niño en edad preescolar o escolar. Lo poco que comen en sus hogares no llega a cubrir los requerimientos”, subraya Gómez.

Primeros pasos

Inicialmente el producto fue concebido para una elaboración artesanal, pero hubo cambios luego de que una empresa de alimentos abriera sus puertas y prestara sus instalaciones y maquinarias para garantizar que pudiera producirse de manera “aséptica y masiva".

La fundación reunió a un grupo de ingenieros químicos, pediatras y expertos para diseñar “un producto con los requerimientos calóricos necesarios para niños en edad preescolar y escolar”.

Las galletas eran distribuidas entre niños escolarizados en la red de escuelas de Fe y Alegría, pero como consecuencia de la pandemia de COVID-19, el proyecto registró modificaciones.

“Actualmente, cumpliendo con las normas de bioseguridad para la prevención de contagio de COVID-19, los padres retiran su dotación semanal de galletas y se comprometen con el suministro diario de la galleta”, detalla la representante de la fundación.

Jesús Pernalete Tua, artista plástico y director de Flor de Luz, destaca que Unicef “ha centralizado la producción de este tipo de alternativas alimentarias”, pero surgen dificultades para llevarlas a Venezuela.

“Por lo tanto, la alternativa más viable era la producción local, apoyarnos en los aliados locales, trabajar con insumos fáciles de conseguir y sobretodo al ser una visión de respuesta a una crisis alimentaria infantil, necesitábamos dar una respuesta rápida y tropicalizada, en el sentido de que tenía que ser un producto que se parece a lo que comen regularmente nuestros niños”, resalta.

La fundación ya ha llegado a 750 niños de manera directa. Cortesía - Fundación Flor de Luz.
La fundación ya ha llegado a 750 niños de manera directa. Cortesía - Fundación Flor de Luz.

Proceso de selección

La fundación se traslada a comunidades donde los niños son convocados a asistir a jornadas de tamizaje para ser evaluados por el equipo médico. Quienes presentan desnutrición leve y moderada, e incluso, “evaluando a quienes ya poseen una desnutrición crónica”, se les invita a participar en el programa, explica Gómez.

Luego del diagnóstico, el tratamiento se cumple por tres meses y posteriormente el equipo médico de la fundación lleva a cabo una evaluación para indagar sobre el estado nutricional de los niños.

De 600 niños evaluados en una escuela ubicada en un caserío cercano a la ciudad de Barquisimeto - también en el estado Lara - 320 presentaron algún tipo de desnutrición. Este es precisamente el grupo que actualmente atiende la fundación que ya, de manera directa, ha llegado a 750 niños.

“Estas poblaciones son beneficiadas de manera gratuita. Por otro lado, la fundación busca aliados, otras organizaciones que, en aras de favorecer a sus poblaciones infantiles, pueden comprar nuestras galletas y de ese modo generamos los recursos necesarios para atender a nuestras propias poblaciones”, agrega Gómez.

De acuerdo a la coordinadora de proyectos de Flor de Luz, los signos más visibles de la recuperación de los niños beneficiados por el programa son “mejoramiento de la talla y el peso”, pero además los padres reportan que los niños se sienten “con más ganas, más energía”.

“He visto lo notorio la evolución que ha tenido. Era un niño que no comía bien y ahora está comiendo mejor después de su proceso con la galleta, ha engordado bastante porque estaba flaco y ha crecido”, relata Tatiana Mogollón, madre de Jesús, uno de los niños beneficiados.

Raymar Sesa, docente de tercer grado de la escuela que la fundación atiende actualmente, añade que ha visto: “un cambio progresivo en los niños en cuanto a su masa muscular y nivel cognitivo”.

Más allá

La fundación ha incorporado nuevas dinámicas, entre ellas, charlas sobre alimentación saludable para enseñar a los representantes de los niños beneficiados a cocinar comidas alternativas de bajo costo o “cocina de aprovechamiento”.

“Muchos padres se animan a dar recetas. Recientemente una mamá reportaba un pastel de sardinas y explicaba cómo usando leña se las ingeniaba para poder elaborarlo, porque como no hay gas, no hay horno. Es bonito porque se da interacción y los padres salen empoderados en el tema de nutrición”, cuenta Gómez.

Pernalete Tua añade que como sociedad civil organizada han buscado brindar alternativas para “mitigar” el grave panorama.

La emergencia humanitaria compleja que atraviesa Venezuela, denunciada por diversas organizaciones e instancias internacionales, ha llevado a la sociedad civil a actuar para atender a los más vulnerables y, en muchos casos, asumir roles que deberían ser competencia del Estado.

“El diagnóstico nutricional de los niños venezolanos menores de 5 años es el segundo peor de América Latina”, alertó la más reciente Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), y subrayó que “los valores de la desnutrición crónica han convertido a Venezuela en un país del África”.

El 74% de los hogares venezolanos tienen un grado de inseguridad alimentaria entre moderada y severa, agregó Encovi, una iniciativa de varias universidades venezolanas para hacer frente a la “falta de información pública” en el país.

A principios de mes y al termino de la visita a Caracas de la relatora especial de la ONU sobre el impacto negativo de medidas coercitivas unilaterales, Alena Dounhan, el presidente Nicolás Maduro reconoció que la crisis humanitaria en Venezuela es “enorme”.

“Han exacerbado una crisis humanitaria gigantesca, enorme, contra el pueblo”, dijo Maduro en referencia a las sanciones impuestas por la comunidad internacional.

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