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En Honduras sí ha habido menos homicidios que en el gobierno pasado, como afirmó Manuel Zelaya


Las cifras de la Policía hondureña y del Observatorio Nacional de la Violencia muestran que los asesinatos en el primer semestre de Xiomara Castro como presidenta se han reducido respecto a 2021 y 2018, pero la caída viene de antes y sigue la impunidad.

El expresidente de Honduras, Manuel Zelaya, afirmó el 24 de julio a un grupo de periodistas que en esta Administración ha habido “menos homicidios que en la anterior”. Zelaya, asesor de la presidenta y su esposa, Xiomara Castro, y coordinador general del Partido Libertad y Refundación, lo destacó junto con otros resultados del gobierno, aunque aclaró que el crimen organizado puede romper los récords de días sin homicidios si quiere cometer una “matazón”.

Xiomara Castro es la presidenta hondureña desde el 27 de enero de 2022, tras haber sucedido a Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional de Honduras, quien gobernó durante dos mandatos desde el 24 de enero de 2014. Otorgando ese mes completo a la nueva presidencia en cada caso, en Honduras sí ha habido menos homicidios entre enero y junio de 2022 que en el mismo periodo del año anterior. También de 2018, cuando inició el segundo mandato de Hernández, de acuerdo con el Sistema Estadístico Policial en Línea (Sepol).

Menos homicidios por ahora

Las cifras preliminares del Sepol, parte de la Policía Nacional de Honduras y a su vez de la Secretaría de Seguridad, muestran que en el país hubo 1.773 homicidios entre enero y junio de este año, 286 menos que los 2.059 del mismo periodo en 2021. Además, los homicidios se redujeron en cada mes respecto al mismo del año anterior, excepto en enero, cuando todavía gobernaba Hernández, y en el presente mes de julio, en el que hasta el día 23 hubo 245 homicidios, nueve más que en julio de 2021. Asimismo, la evolución mensual en la última década muestra que, de enero a junio, hubo 3.554 homicidios en 2014 y 1.841 en 2018.

Por su parte, los datos preliminares de enero a mayo del Observatorio Nacional de la Violencia (ONV) de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, que hace años eran mayores que los del Sepol, muestran cifras de homicidios similares a las policiales para 2020 y 2021. El ONV, de hecho, recopila los datos de la Mesa Interinstitucional de Validación, que reúne al propio Observatorio, la Policía Nacional, la Dirección General de Medicina Forense y el Registro Nacional de las Personas, y realiza un monitoreo en medios de comunicación.

Los datos del Sepol, por tanto, también reflejan que los homicidios en Honduras se han reducido en el promedio diario por mes. Salvo en enero, la media de homicidios al día este año en Honduras ha sido menor a 10 en cada mes hasta junio, cuando la cifra bajó a 8,5. En 2021, esta fue superior a 10 en esos seis primeros meses, hasta llegar a 13,7 en junio. En cuanto a la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes, la de todo el año pasado cerró en 41,71, mientras que este año va hasta ahora en 18,47, a falta de sumar la mitad que queda.

Las cifras, en perspectiva temporal y de violencia

La reducción de homicidios, no obstante, llegó después del pico de 2011 y 2012, cuando Honduras tenía la mayor tasa del mundo, como muestran los datos del Banco Mundial. La caída empezó a ser llamativa con Juan Orlando Hernández, en cuyo gobierno se vio tanto la Ley de Seguridad Poblacional de 2011 y la reforma policial que había iniciado en 2012 su antecesor Porfirio Lobo Sosa, como la mano dura contra las pandillas MS13 y Barrio 18.

Pero los factores que explican esta disminución apuntan más allá. Con apoyo de expertos, el medio y think tank especializado InSight Crime identificó en 2017 siete claves detrás de la caída de homicidios en Honduras: una política de represión del delito, la desarticulación de estructuras criminales, una depuración de la policía, la reforma del sistema penitenciario, más recursos para la lucha contra el crimen, entrenamiento y cambios en el código penal, y el trabajo conjunto de instituciones estatales y organizaciones independientes.

El Banco Interamericano de Desarrollo, por ejemplo, acompañó esa reforma policial y la resumió en varios frentes: una admisión más rigurosa para nuevos agentes, mejor formación dentro del cuerpo y una mayor capacidad técnica y equipamiento, además de un enfoque de género y mejores condiciones y salarios. Asimismo, Hernández puso en marcha la ya extinta Fuerza Nacional de Seguridad Interinstitucional, que coordinaba a militares, policías, fiscales, jueces, agentes migratorios y de inteligencia, y desplegó la Policía Militar de Orden Público, con capacidades de inteligencia policial y de operaciones antidroga.

Sin embargo, a pesar de haber reducido la tasa de homicidios a menos de la mitad en más de una década, la de Honduras sigue siendo una de las más altas de América Latina y el Caribe, superada por Jamaica y Trinidad y Tobago. En Centroamérica le siguen El Salvador y Guatemala, vecinas del llamado Triángulo Norte que comparten la presencia de las pandillas.

Los homicidios este año también han llevado consigo un leve aumento de las masacres: la directora del ONV, Migdonia Ayestas, reportó la semana pasada que el Observatorio había registrado treinta casos en lo que iba de año, dos más que el anterior. Una de las más recientes ocurrió el 14 de julio, cuando un comando armado mató en Tegucigalpa a un grupo que incluía a Said Lobo Bonilla, hijo del expresidente Porfirio Lobo Sosa. Según informes como el de Asociación para una Sociedad más Justa, el 95% de los homicidios en Honduras quedan en la impunidad, entre otras, por falta de capacidad de investigación.

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